El embarazo de la corrupción

Usted está aquí

El embarazo de la corrupción

Un embarazo puede despertar una esperanza, una indignación, un desaliento, una alegría, o una crisis de conciencia. Sucede todos los días a pesar de que todos quisiéramos que siempre fuera una profunda alegría, sustentable y creciente. Sin embargo, muy a nuestro pesar, todo embarazo incluye una dosis de incertidumbre, porque no somos dueños ni de la vida ni del futuro del ser que ha sido concebido.

“Informar” es una metáfora del proceso de embarazar a una persona, a una comunidad, a una nación. In-formar es generar o fortalecer un concepto. Es hacer que alguien “conciba” una idea, una imagen, una creencia, o algo más difícil como una ficción de la realidad, una narración de  irreal, una película o un proyecto de nación. Yo y Ud., mi paciente lector, somos in-formados (embarazados mentalmente) no solo con la información de  los “medios” de comunicación, las redes sociales, la internet, sino con los diálogos, los rumores, las fantasías y las “fake news” (noticias falsas, ambiguas, chismes). Quedamos embarazados si no usamos los anticonceptivos de la crítica, del análisis lógico-matemático, del juicio o del prejuicio, del razonamiento que busca la verdad y no se contenta con las apariencias ni las estadísticas maquilladas “ad casum”.

Hoy estamos embarazados, padecemos una imagen casi catastrófica de México. Hace unas  décadas teníamos una imagen totalmente contraria, casi un mito. “Como México no hay dos”, cantábamos. Los jilgueros del régimen exaltaban la imagen de democracia política y social que los políticos patrióticos habían construido. ¿Cómo se fue trans-formando la imagen concebida del país del muñeco de “sololoy”, al engendro purulento de corrupción y corruptos que brota cada día de las alcantarillas noticiosas? ¿Cómo hemos llegado a la desesperanza, a la incertidumbre del futuro?

No ha sido algo casual e invisible. Los críticos valientes y honestos como Don Daniel Cossío Villegas, Julio Scherer y muchos otros fueron denunciando los indicios y la mentalidad creciente de la corrupción. Pero, su in-formación del producto concebido no fue tomada en cuenta, no fue escuchada. Su crítica de la realidad fue desarmada con los oídos sordos, la pasividad, la falsificación de la verdad muy bien construida. La in-formación bonita de los avances parciales, diluyó los síntomas cada vez más dominantes de la corrupción política, moral, económica y mediática.

Desde hace décadas México ha ido tomando conciencia de su embarazo de corrupción que lo amenaza gravemente. Sin embargo, la vitalidad que tiene todo embarazo va despertando su juicio y su iniciativa. Poco a poco va descubriendo que “robar” no es bueno, que tiene consecuencias sociales, aunque el resultado inmediato sea una casa nueva o un poder político. La responsabilidad social ya no cree la información falsa, mágica, sentimentaloide. Los aduladores demagógicos y mediáticos ya no tienen credulidad.

La masa llamada “pueblo”, se va transformando en “comunidad” de personas que procesan y discriminan lo verdadero de lo falso, lo bueno de lo malo, lo nutritivo de lo estéril. Es una comunidad que espera ver al bebé informado para co-laborar y re-construir una patria amorosa, pues “obras son amores y no “buenas razones”.