El ejemplo que arrastra cuando alguien está lleno de Dios: Don Joaquín
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El ejemplo que arrastra cuando alguien está lleno de Dios: Don Joaquín
Dar el ejemplo no es la principal manera de influir sobre los demás, es la única” Albert Einstein
Juan Ramón Cárdenas, uno de los mejores empresarios y restauranteros de nuestra ciudad tiene razón al escribir que “Hoy Saltillo pierde a uno de sus baluartes, hombre de gran calidad. Nos deja un gran vacío en el ámbito empresarial. Gran emprendedor, visionario, administrador, excelente jefe. Comprometido a apoyar las mejores causas sociales, desde colegios y universidades hasta orfanatos. Con un don de gentes y una actitud positiva fuera de serie.” Y a eso yo añadiría, un ser humano espiritual y católico auténtico y congruente.
Y es que con su partida, Don Joaquín Arizpe de la Maza, nos deja a muchos que le conocimos y no conocimos, un recuerdo siempre grato. Recuerdo que desde hace tiempo atrás, mi mamá me compartió que cuando ella comenzó a ir a misa diaria a la Iglesia de Fátima, ella se quedaba admirada de la forma tan hermosa de rezar de Don Joaquín. Quién casi toda la misa la pasaba de rodillas, con sus ojos cerrados y rezando. Hasta hace poco recuerdo haberlo visto entre semana en misa, cómo todos los días quienes asisten a misa lo veíamos. Y se me queda grabado en mi mente, su atención en cada momento, reflejando a Dios con una devoción pocas veces vista, con una presencia real, de alguien que sabe, que está en el acto de amor más grande que Dios nos da, dónde él se da, la Santa Misa.
La luz que hay en nosotros no brota de nuestro interior, sino de Dios. Su luz esclarece nuestras conciencias y nos convierte en luz que ilumina la vida de los demás. Dios a través de nuestra vida señala también la luz del camino para que otros lo sigan. Y es que al tener a Dios, iluminaremos con nuestra palabra y, particularmente, a través de nuestro comportamiento en los deberes profesionales, familiares y sociales. Que hermoso ver cómo una persona tan llena de Dios, puede construir tanto en su ciudad, su estado, su ambiente, sus empresas, su familia, su entorno. Y coincido de nuevo con Juan Ramón, necesitamos más hombres cómo el. Necesitamos más hombres y mujeres dispuestos comprometidos con su propia esencia, con un compromiso moral inquebrantable, empresarios dispuestos a dar de sí para que nuestra ciudad crezca, empresarios y personas que desde su juventud sean reflejo de ese amor de Dios hecho obras.
Un hombre como Don Joaquín, tan completo en toda la extensión de la palabra, toca vidas, deja huellas, con su propia presencia. Hoy su ejemplo nos enseña que quien trabaja en si mismo, poniendo a Dios como prioridad, dando cabida al bien en todo el que se le presenta y buscándole, trasciende. Su vida no solo trasciende en lo social y empresarial, sino en lo espiritual. Gracias Don Joaquín por una vida cristiana fuera de serie y enseñarnos a avanzar en el camino de la santidad, poniendo a Dios cómo lo primero.
Por buscar agradar a Dios sin importarle quien le estaba viendo y por enseñarnos a vivir bajo esa premisa: Si Dios me estuviera viendo… ¿Le gustaría lo que ve? Gracias por la enseñanza de buscar que nuestra actuar sea para agradar a Dios y que de ahí parta todo, buscando convertirnos en personas de una sola pieza. Ojalá aprendamos de usted a hacer de nuestra vida un camino de obras de amor, preocupándonos no por los pasos que damos, sino por las huellas que dejamos a cada persona que nos mira cada día, todos los días.