El eje central de nuestra existencia ha sido la guerra: José Adiak Montoya

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El eje central de nuestra existencia ha sido la guerra: José Adiak Montoya

Especial
El autor retrata nicaragüense retrata, con base en experiencias, el ciclo de violencia que vive su país

Esta semana el Gobierno Federal llamó a consulta al embajador de México en Nicaragua, según se lee en el comunicado, por las “preocupantes acciones políticas-legales realizadas” y es que en aquella nación continúa la represión. Y por la mirada que nos ofrece a través de su reciente novela, “El País de las Calles sin Nombre”, José Adiak Montoya, se intuye que esta situación se viene arrastrando desde hace años y eso orilló a tanta gente al exilio.

La suya es una novela que conjuga una historia cuya trama cuidadosamente tejida nos lleva a la vida de Alicia, una mujer que tuvo que salir de su país a los 7 años y vuelve 30 años después.

Cuando converso con Adiak él relata que: “lo que me lleva a escribir esta historia es precisamente la realidad, aunque nunca se menciona en el libro, el país es Nicaragua y la historia que se narra es la de mi país. La única parte de ficción es la historia central, pero esta puede ser la historia de muchísimas personas que se fueron durante la guerra de los ochenta al exilio”.Enfatiza: “es las historia de mis propios hermanos mayores que tuvieron que salir de Nicaragua a Estados Unidos...”. Parte de su intención con esta novela, con dos protagonistas femeninas, es mostrar el desarraigo “de miles de nicaragüenses que tuvieron que dejar el país por la situación de guerra, de la violencia”.

Y lo logra, a través de las páginas de “El País de las Calles sin Nombre” los lectores nos acercamos a ese monstruo llamado guerra, ese que separa familias y hace que la gente tenga una identidad fragmentada. Porque así le pasa a quienes tienen que salir de su país por situaciones forzosas y no pertenecen al lugar en donde están, pero cuando regresan –si regresan–tampoco son del todo de ese sitio al que vuelven.

Otro aspecto que buscó plasmar en esta novela son las protestas que tuvieron lugar en aquel país centroamericano en abril de 2018, “fue un momento muy duro, muy fuerte que yo viví”, recuerda. “En el libro sólo se narra la primera semana, pero duraron muchos meses, hubo muchísimos muertos, muchísimos presos políticos y 100 mil exiliados nicaragüenses, entre los que me encuentro yo. Me tuve que exiliar en México para no estar en el país bajo las circunstancias en que estaba”.

REVOLUCIÓN SIN SENTIDO

Dice el autor que con este ejercicio literario se permitió también hablar del ciclo de violencia, a manera de autorecordatorio de sus vivencias.

Le comento entonces que se percibe a través del sentir de los personajes que aparecen en el libro, que la guerra de los 80 no tuvo ningún sentido, porque el país, ese país que a lo largo de 159 páginas no sabemos cuál es, sigue igual... o peor.

“El hecho de que se vertiera tanta sangre, tantas madres que se quedaron sin hijos, que se metieron a la guerrilla para combatir una dictadura cruel, sangrienta, que a final de cuentas existiera esta revolución hermosa, esta revolución que prometía el cielo en la tierra, que algún día Nicaragua iba a ser la utopía donde iba a nacer el hombre nuevo y al final terminó pervirtiéndose, convirtiéndose en una dictadura igual que la que combatieron, al punto que el señor Ortega fue el presidente luego de la revolución, sigue siendo el presidente hoy en día, 42 años después”.

Parece que Nicaragua vive un cambio lampedusiano que describe un círculo y vuelve a colocar las cosas en su punto de partida. “Lo que sigue pasando en mí país de no poder decir lo que piensas porque te meten a la cárcel o la desaparición –en el peor de los casos–, intimidación, de que todas las instituciones democráticas han sido minadas, que todo está controlado por un solo hombre, todo eso quería de cierta forma, las personas que no están familiarizadas con la historia de mi país se acercaran a través de una novela, para sentir lo que hemos sentido nosotros”.

EXILIO

Alicia, la protagonista de la novela, es como dice Montoya, una excusa para narrar la historia de quien vuelve del exilio y con ella el lector descubre el país, esa nación herida, “porque el eje central de nuestra existencia ciudadana ha sido la guerra, ha sido el conflicto, ha sido la confrontación”.

Cuestiono si para el autor el exilio es una oportunidad de vida o una situación nostálgica, responde: “Lamentablemente es una combinación de las dos cosas y es muy difícil anteponerse a la nostalgia y al desarraigo y saber que uno tiene que empezar una vida nueva, en general pienso así del exilio. Mi caso en México ha sido de muchos altibajos. México es un país que amo profundamente, por eso lo elegí como lugar para vivir, llevo tres años acá, es un país que abraza muchísimo y tiene una larga tradición de acogida a personas que vienen escapando de persecuciones políticas”.

En su libro “El País de las Calles sin Nombre” expone la historia de exiliados por la guerra de los ochenta.