El Efecto Bronco

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El Efecto Bronco

Todos hemos leído sobre el llamado efecto mariposa… Y si no han leído, entonces vieron la peli… Y si no vieron la peli, vieron por lo menos la sinopsis de #TeLoResumoAsíNomás… Y si no vieron la sinopsis de Te lo Resumo, pues aquí les intento explicar.

En Teoría del Caos, se denomina efecto mariposa a las gigantescas discrepancias que pueden presentar, con el paso del tiempo, dos sistemas dinámicos caóticos semejantes debido a la más sutil discrepancia de sus condiciones iniciales.

Intentando hacer este concepto más comprensible para el vulgo, el meteorólogo matemático Edward Norton Lorenz propuso un ejemplo: Si se parte de dos mundos prácticamente idénticos, pero en uno de ellos hay una mariposa batiendo sus alas, a la larga ambos mundos terminarían siendo muy, pero muy diferentes.

Luego, para simplificar lo anterior, o como una manera incompleta de citar esta idea, se dice habitualmente que: “Una mariposa bate sus alas y del otro lado del mundo se produce un tornado: Efecto mariposa”.

A mí la teoría del caos me tiene realmente sin cuidado (lo que quiero es que me vacunen ya para ir por una hamburguesa a Pour La France).

Pero busco ponerle una designación a un fenómeno quizás vagamente emparentado con el efecto mariposa, aunque mucho menos especulativo, más real en cambio, más visible y verificable.

“Un político alumbra una ‘brillante’ idea y en otro lado se produce un soberano desmadre”.

Al igual que en el efecto mariposa, la condición inicial es sutil, apenas perceptible. Estrictamente una idea es más tenue que el aleteo de la mariposa más delicada.

Pero deje que la acción del tiempo haga su parte y verá cómo lo que en un inicio era apenas el más leve destello eléctrico-neuronal en el cerebrito gris de un funcionario torpe, se convierte en un tornado de estiércol (el temible “shit-nado”).

Mire, ya no se la hago más cansada: Sucede que la semana pasada, el señor terrateniente del feudo de aquí de al lado, Nuevo León, el marqués de Rodríguez y Calderón, Jaime “El Bronco”, ordenó cerrar todos los negocios, incluyendo restaurantes, centros comerciales y supermercados, porque algún duendecillo en su cabeza (un duende muy pendejo, la mera verdad, seguramente el que le soplaba las respuestas en los debates presidenciales), le dijo que así se combatía el “d’este Covits”, sí, el SARS-CoV-2, nuestro personaje del año ‘el coronaviru’.

¿Y esto qué ocasionó? Pues nada, que nuestros primos “monterreyenos” se dejaron caer aquí en su humilde casa, Satiyork de mis amores, para hacer sus compras y de paso llevarse un ‘pancito’ de pulque. ¡Ah! Y también para intercambiar todo el virus que un desplazamiento de estas proporciones y magnitud puede esparcir. Un epidemiólogo nos podrá decir qué tan grave es esta movilización en términos de población y contagios.

Y que conste, yo siempre me he pronunciado por el libre tránsito como una garantía que únicamente puede suspender el Comandante Supremo de la Nación bajo circunstancias muy específicas y sólo si no hubiese otra solución viable, digamos, ante una amenaza zombi.

Pero de ninguna manera me parece sensato que, por la ocurrencia del desgobernador de Nuevo León, un importante número de discípulos de “las noches del futbol” haya venido a contagiar o bien a ser contagiado del bicho de moda (y a propósito de Multimedios, espérense a ver cómo los pone la licenciada María Julia, no se la van a acabar).

El Bronque pendeje decretó que del 5 al 21 de diciembre los negocios referidos estarán cerrados en la vecina entidad. Pero para mucha gente los fines de semana son la única oportunidad de surtir sus insumos o abastecerse de, digamos… chupe.

Necesitamos de hecho exactamente lo contrario: que las tiendas den más horas de servicio, a una menor capacidad para que no se susciten concentraciones masivas en un mismo día, en un mismo horario. Pero es que nuestros gobernantes son entes cerriles y ensimismados, se sienten iluminados pero no son expertos en ninguna materia concreta y luego, envalentonados por el poder piensan que tienen soluciones para todo y nunca piensan en las consecuencias más inmediatas.

El gobierno de Coahuila que en un conteo neuronal no aventaja mucho que digamos al de Rodríguez Calderón, también ha emitido ordenanzas en este sentido: restricciones de horarios. O sea, quieren que los mismos negocios atiendan a la misma cantidad de gente en un tiempo mucho más reducido; supongo que para que así nos concentremos en mayor cantidad y nos muramos rápido todos ALV (“¡Ahí La Virus!”).

Gracias, señor Rodríguez Calderón. Con sus medidas improvisadas, las tiendas de Nuevo León van a estar saturadas de lunes a jueves y luego, el fin de semana, los buenos ciudadanos que por desgracia le tienen de Gobernador van a trasladarse a esta capital a abarrotar los de por sí repletos comercios Saraperos. ¡Es usted #UnPinxheGenio! Queda postulado para presidir la OMS: Organización Mundial de la Sandez.

¡Ah! Y al resultado de que un zopenco tenga una ideota y en la ciudad vecina se arme un desmadre, le llamaremos en su honor, el Efecto Bronco.