El discurso detrás de los discursos
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El discurso detrás de los discursos
Muchos discursos hemos estado escuchando en los meses recientes, mucha palabrería, demasiadas chácharas y leemos, comentamos, escuchamos o preguntamos sobre cada tema porque es tanto el parloteo que nos sentimos perdidos ante tal cantidad de agresiones verbales acerca de lo que sucede y de lo que creemos que sucede y de lo que los distintos gobernantes aseguran que sucede. Y no sabemos si en verdad eso está pasando o incurrimos en un acto absolutamente teológico que consiste en creer, en tener fe en alguien.
Si se habla del Papa como del calentamiento global, de “El Chapo” y la bella Kate del Castillo, de Sean Penn y Humberto Moreira, de los enfrentamientos verbales entre Cuauhtémoc Blanco y Graco Ramírez... todo se gasta en cosa de días y se vuelve vulnerable, inconsistente, desechable. Los medios nos cansan y aniquilan el sentido de la lógica y el de la coherencia.
Ya habían advertido el filósofo de la ciencia Karl Popper tanto como Juan Pablo II que la pantalla televisiva es ahora la madre, el maestro, el filósofo, el profeta, la universidad… la última palabra. Y, por lo que hemos visto sobre la visita de Peña Nieto a los países petroleros árabes, la visión de corta mirada de nuestra paisana Rosario Robles, el vacío sobre la extrema corrupción de Rodrigo Medina y otras temáticas parecidas, todo va bien. Y no. No para los pobres, no para los obreros, no para los indígenas, ¡vamos!, ni siquiera para los niños: se les sigue violentando en lo sexual, lo afectivo, lo económico.
El problema de tener tantos discursos es que éstos nos ocultan el verdadero discurso, es decir, el mensaje oculto que es el único verdadero, el del Estado Mexicano, que es el de este País que todo lo justifica mientras sirva al poder y a la continuidad.
Dentro de los discursos puede usted ver el de Aurelio Nuño, que cada día nos convence de que ya viene la liberación educativa. Anunció que las escuelas tendrán la libertad de decidir si tienen 185 días de clase o 200. Dijo que un director podrá arreglar desperfectos de los salones sin tener que enviar cartas de solicitud. ¿Qué ejemplo dio?, nada menos el siguiente: un director puede reponer un vidrio roto sin molestar al secretario, al inspector, al… ¡Increíble!, ¿no? Ahora
estamos por inaugurar la democracia en el sistema escolar. Ese es el discurso de Nuño.
El verdadero discurso es que la educación sigue siendo la puerta para el ascenso social. Es como el problema de “El Chapo”: el discurso de la Procuradora es: tenemos la sartén por el mango.
El de Osorio: los muertos de Guerrero son parte de la solución. El del Mando Único: es la única manera de enfrentar el crimen. Etcétera.
Recuerdo ejemplos de Mando Único: el general Absalón Castellanos mató en Wololchán 62 indígenas, la mayoría mujeres.
Tomás Yarrington era el comandante de un ejército al servicio del crimen. Todos esos discursos son el parloteo de los que tienen un micrófono en mano.
El verdadero discurso es el efectivista (vencimos a “El Chapo”), el moralista (acabaremos con la corrupción… ¿a pesar de Virgilio Andrade o con él?), el economicista (vamos mejor que nunca con y sin petróleo), el de la justicia (los muertos de Duarte en Veracruz son aleatorios). Un discurso, técnicamente, es el sentido que se da a toda la conducción del País, es lo que crea el consenso, es aquello que nos garantiza la identidad.
El discurso de Peña Nieto: estamos venciendo a la pobreza, acabando con el hambre. El sostén del discurso: Peña comiendo tamales con unos niños pobres. La reflexión del comunicador de televisión: el Presidente declaró que hay un 4.3% menos de pobreza extrema y los pobres aumentaron un 8.9% la cantidad de proteínas, vitaminas y carbohidratos. El verdadero discurso: somos uno de los países más desiguales del mundo y es mejor ocultarlo, por tanto hay que declarar que los pobres existen cada día menos.
Estamos en un punto cercano a las religiones: creer porque alguien de calidad dice lo que realmente es, no lo que cada día vemos. Déjeme decirle que Humberto no salió de la cárcel porque es inocente, no por la habilidad de sus abogados sino que lo sacó la Virgen de Guadalupe. Es como para volverse ateo.