El dilema no es tan obvio como parece

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El dilema no es tan obvio como parece

Es totalmente comprensible que ante la ignorancia sobre temas económicos, se desaten juicios sumarios sobre la prioridad que el Gobierno debe de asumir en estos momentos tan complicados en que el COVID-19 ha puesto en jaque a gran parte del planeta.

Desde luego la prioridad debe ser bajo cualquier circunstancia, el cuidado de la salud de la población y preservar la vida de las personas. Pero ese no es el debate, no nos confundamos. El tema en todo caso es el horizonte de tiempo bajo el cual estamos analizando la problemática.

En el corto plazo la solución no requiere de ningún proceso mental complicado para llegar a ella. El distanciamiento social y abstenernos de salir de nuestras casas preservaría nuestra propia salud y la de los demás, conteniendo la propagación del virus.

No obstante en la actividad económica, los daños serían catastróficos. En una economía como la nuestra donde casi dos terceras partes del PIB provienen del sector servicios, ello derrumbaría la actividad económica a niveles similares o mayores a los de la crisis financiera global del 2009.

Si a esto le agregamos que de acuerdo a las cifras reportados por la ENOE correspondientes al último trimestre del 2019, la población que se encuentra en alguna situación de informalidad fue de 31 millones 314 mil 249 personas, el panorama luce sombrío. Este sería un grupo vulnerable a quedarse sin empleo y sin un ingreso para sus hogares.

Recordemos que en la misma situación o peor que nosotros se encuentra en este momento Estados Unidos. Días atrás JP Morgan pronosticó que durante el segundo trimestre, el PIB estadounidense se contraería ¡14% a tasa anualizada! Ello invariablemente implicaría menores empleos para connacionales que radican allá y una caída importante en el flujo de remesas para México.

Para no ir más lejos, la misma Directora General del FMI, señaló esta semana que el mundo está entrando en una recesión.

En el plano interno, los pronósticos más sensatos rondan que para el segundo trimestre el PIB caería 4%, pero todo apunta que podría ser peor. Si a esto le sumamos la espeluznante caída en los precios del petróleo, el escenario para las finanzas públicas que había estimado ingresos con un crecimiento del 2% y un barril de petróleo en 49 dólares, luce caótico por decir lo menos.

Por ello no fue de gratis la rebaja en la calificación crediticia soberana y de Pemex por parte de Standard & Poor’s. Ello se le suma a políticas gubernamentales insensatas y que abonan a la incertidumbre y desconfianza de los inversionistas.

El asunto es que mientras más prolongado sea el tiempo de la contingencia sanitaria, mayor será el daño a la actividad económica y al empleo, lo que eventualmente derivará en brotes sociales y autoridades rebasadas por la inseguridad y la desesperación social.

Vienen momento difíciles. Si usted despachara en Palacio Nacional ¿cuál sería su prioridad en un horizonte de largo plazo?