El destino nos alcanzó
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El destino nos alcanzó
La respuesta proteccionista es previsible al proyectar aranceles a mercancías de empresas norteamericanas en el extranjero, más aún la reducción del impuesto corporativo de 35 a 21% es incentivo al retorno de inversión y compensar diferencias salariales para reducir la tasa de desempleo de alrededor de 4% en el vecino país (9 millones de personas).
El neoproteccionismo se hizo necesario ante los resultados de la “política de avestruz”, cuyo terco argumento es que por sí sólo el libre mercado asigna eficientemente los recursos, sin la participación del Estado en la economía.
Los efectos del neoproteccionismo económico de derecha se empiezan a manifestar. Ante los incentivos fiscales y amenazas arancelarias era previsible que inicialmente algunos modelos de producción automotriz —sobre todo los de más demanda— se trasladaran a los Estados Unidos. Sin embargo puede haber algunas compensaciones que retarden los efectos negativos.
Primero que el capital fijo, sobre todo con más innovación tecnológica, no se traslada a otro sitio de manera inmediata y la capacidad instalada inactiva genera pérdidas comparativas, de ahí que se opere para otros posibles modelos, como ya se ha anunciado. Aún con relativo impacto en el empleo, no es previsible una repentina salida de inversiones.
Por otra parte la depreciación abarata tanto las exportaciones mexicanas —que crecieron 13% en 2017—, como las inversiones extranjeras directas, este incentivo pueda contener la reubicación de capital fijo y atraer reinversión de ganancias y nuevas inversiones a nuestro País.
Lo que se observa son contradicciones negativas previsibles en la dinámica del sistema económico, por eso, con Estado de derecho, es necesaria la orientación y planeación estatal de la economía, como en China y Rusia. Pero se les dijo y no escucharon… el destino nos alcanzó.