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El destino de las bibliotecas
Hace poco hablé con una persona en la que encontré muchas coincidencias, y eso no me ocurre todos los días. Marx Arriaga Navarro es un mexicano que se doctoró en filología hispánica en la Universidad Complutense de Madrid, además de tener estudios de licenciatura y maestría en la Universidad Autónoma Metropolitana en México. Actualmente Marx es el director General de Bibliotecas y esa responsabilidad me parece de lo más importante en un país en el que se lee poco.
Alguien pudiera decir que en estos tiempos no hay necesidad de imprimir libros, que basta que sean digitales, pero la lectura no se privilegia en México bajo ningún sistema, y las pocas personas que leen, aunque vayan migrando de la lectura convencional a la lectura digital, no dejan de disfrutar el olor al ir cambiando la página del libro que tienen enfrente.
Arriaga me compartió que inicialmente había 300 bibliotecas y que ahora existen 7 mil 454, pero según su percepción muchas se instalaron en lugares en las que no eran necesarias, ya que no cuentan con visitantes.
El mantenimiento de las bibliotecas es otro gran asunto que resolver en México. Por ejemplo, hoy día las bibliotecas en Tabasco están en muy mal estado. Antes de las inundaciones recientes muchas de ellas estaban en una situación crítica, pero ahora los problemas se multiplicaron porque se dañaron estanterías, mesas de lectura, mobiliario de oficina y no hay dinero para restituirlos. El acervo bibliográfico también se dañó.
Mi llamada con Marx Arriaga tenía el propósito de conocer los proyectos de la dirección bajo su cargo en tono a los libros de autores indígenas o libros en lenguas indígenas, pues él es un defensor de este tema y en la Asociación Nacional de Cronistas de Ciudades Mexicanas se creó en agosto de este año la Comisión de Cronistas de Pueblos Indígenas. Me compartió que hay un proyecto para que en las bibliotecas exista un acervo en lenguas indígenas, más aún en los lugares en donde hay una mayor presencia de ellos.
No todas las 68 lenguas que aún subsisten de más de 120 que existían a la llegada de los europeos, tienen expresión escrita, en el caso de la lengua mazahua los hablantes se están poniendo de acuerdo para decidir sobre la forma escrita de su lengua. Los yaquis y los chontales tienen con claridad el manejo de su lengua hablada y escrita.
Pero Marx no se doblegará ante la falta de recursos económicos. Le recomendé involucrar al sector privado en la restauración de bibliotecas y en la reposición de su mobiliario incluyendo un acervo digital. Además, Arriaga es de las personas que consideran los proyectos innovadores, aunque sean de otros sexenios como lo es el Archivo Vertical en donde los bibliotecarios podrán mostrar la memoria de la comunidad en la que viven, expedientes de sus fiestas, los trabajos de los cronistas, información sobre gastronomía y artesanía y trabajos digitales relacionados con la identidad local.
Un bibliotecario gana al mes aproximadamente mil 500 pesos, en el caso de los bibliotecarios de comunidades indígenas el trabajo es honorífico porque bajo los usos y costumbres de sus pueblos, ellos están por obligación ciudadana.
Hay que hacer algo por los bibliotecarios, especialmente por los que son indígenas, pues son los que sostienen con su presencia a las bibliotecas; pero sigue habiendo un desdén de los mestizos que los mantiene en la invisibilidad. Una buena plataforma para la inclusión de las lenguas indígenas es que en las bibliotecas públicas mexicanas existan libros en sus lenguas.
“A los indígenas no se les puede observar desde la diferencia por la peculiaridad de su cultura, sino desde la igualdad”: comentó Max Arriaga.