La foto fue noticia nacional. Para los ciudadanos coahuilenses fue la demostración de que el Presidente Enrique Peña Nieto desprecia las leyes y los juicios. No importa que un tribunal federal tenga en su agenda la investigación y veredicto de uno o varios posibles delitos electorales. Juicio que permitiría que en Coahuila se anularan los comicios para renovar la gubernatura. El funcionario público que protestó ante el Congreso Nacional el respeto a la Constitución y hacerla cumplir, simplemente se adelantó y recibió en su despachó reconociendo a Miguel Riquelme como el próximo gobernador de Coahuila, y declarando que su administración lo apoyaría. No se resistió a la tentación del poder absoluto y, como el dictador de Venezuela, simplemente ignoró a miles de ciudadanos. Allá el dictador Venezolano disolvió el Congreso e hizo elegir a una asamblea nacional que siguiera sus dictados, aquí Peña Nieto ignoró a los magistrados y mandó el mensaje de que independientemente de sus juicios él reconocía al gobernador electo. Mala señal para el país, que prepara la organización de comicios nacionales dentro de un año. Malas noticias para la democracia mexicana.

Una fotografía no cambia la realidad de que en los comicios del 4 de junio en Coahuila se cometió un fraude, respondieron los dirigentes del Frente por la Dignidad de Coahuila, quienes encabezan los reclamos y la demanda de nuevos comicios que exigen los ciudadanos, sin embargo la política en México se escribe con decisiones de los gobernantes. Desafortunadamente no existen aún los contrapesos necesarios para evitar que las decisiones presidenciales, erradas y moralmente ilícitas en este caso, puedan influir en el devenir público. En la historia de los procesos electorales en México, los fraudes han sido motivo para convocar grandes movilizaciones. Con la fotografía y las frases del Presidente del País, al parecer no le importa el coraje y la determinación de miles de coahuilenses. Se está azuzando no a los dirigentes de los partidos políticos, sino a los ciudadanos que sienten burlados. Ignoro a qué se atienen, tal vez al cansancio, al olvido y al desinterés de las mayorías, sin embargo la paciencia tiene límites, es peligroso esperar que estos límites se agoten. 

El mensaje está claro, si las leyes son despreciadas por quienes están obligados a respetarlas, ¿qué otras motivaciones existen para que las grandes mayorías se conduzcan siempre con respeto a los ordenamientos jurídicos? y luego nos machacan con el discurso del Estado de Derecho.

La del estribo

En una participación anterior escribí acerca de aquellos coahuilenses que murieron y que dejaron una herencia de lucha social, es oportuno continuar con la nómina de nuestros más sobresalientes ciudadanos que siempre actuaron con dignidad y determinación cuando de defender a las mayorías de actos despóticos se trataba.

Evaristo Pérez Arreola. Era el dirigente del sindicato universitario de trabajadores manuales y administrativos en la UNAM cuando lo conocí; después participé en un período crucial junto con él, siendo yo profesor universitario, por la unión de los trabajadores y maestros en la formación del SUNTU. De acuerdo con mis memorias, Evaristo era entonces el líder más auténtico del sindicalismo, en una etapa de movilizaciones sindicales en todo el país. La década de los setentas pasará a la historia como la etapa del surgimiento y consolidación de los grupos sociales identificados con la izquierda, unos más radicales, como la guerrilla, mientras otros luchaban por el respeto a la democracia. A principios de la década siguiente muchos radicales ya estaban haciendo esfuerzos para disputar el poder con los votos. Evaristo regresó a Coahuila a fundar un partido y enfrentarse al despotismo priista a través de la organización y defensa del voto. La Unidad Democrática de Coahuila es producto de su esfuerzo, congruencia e infatigable andar. Evaristo está ya en la historia de Coahuila como uno de los luchadores por la democracia más importantes del siglo XX.  

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