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El deber de la excelencia; más que estudiar
Gibrán es un joven de largo cabello rizado que aplaca con una liga cuando tiene que lucir arreglado. Aunque con el rigor de sus investigaciones ha pisado importantes foros académicos, lo que a él le gusta es ir de misiones, convivir con los jóvenes de su iglesia y orientarlos a impulsar a los demás.
Originario de Saltillo, Valdés Flores también está por culminar su licenciatura en la Facultad de Ciencias de la Comunicación.
El pasado 25 de septiembre junto a Gerardo Alexis de la Rosa, José Alberto Arenas (medicina) Javier Alejandro Ruvalcaba (psicología) Javier Alvarado (jurisprudencia) y Rubén Gándara (FCA), Gibrán recibió la medalla CENEVAL por su excelencia en en el Examen General de Egreso en Licenciatura.
“El examen de comunicación tiene 5 áreas (periodismo, investigación científica, comunicación organizacional, producción de medios y publicidad), y tiene tres niveles que indican el puntaje obtenido. No satisfactorio, satisfactorio y sobresaliente. La medalla de excelencia se da a quienes obtienen todas las áreas en sobresaliente”, misma que Gibrán logró alcanza.
¿Cómo lo logró?, eso va más allá de pasar largas horas estudiando.
El asegura que la comunicación le apasiona y el tener que aprender en clases cosas relacionadas a la incidencia social y la participación ciudadana, además de sentirse responsable por estudiar en una universidad pública sostenida con los impuestos de los trabajadores, le convirtieron el estudio en algo sencillo de conseguir.
“Participar en otras prácticas de desarrollo en la sociedad civil también forman parte de ello. Yo participo en grupos de incidencia comunitaria como son las misiones de Notetlazotlaliz. Vamos a los ejidos y eso me ayudó a comprender los temas de mis clases”, mencionó.
Además, al formar parte de uno de los cuerpos académicos de investigación, pudo trabajar con un grupo de adolescentes de una asociación civil para realizar estudios sobre superación femenina, así como en la Casa del Migrante con proyectos diversos.
Sin embargo obtuvo algo mucho más allá de la experiencia y la práctica, sino que le ha permitido encontrarse a sí mismo.
“Para mi es muy importante la espiritualidad, una espiritualidad enfocada al servicio, me encanta la frase jesuita ‘en todo amar y servir’. Ese es mi norte y es lo que me hace caminar”, aseguró.
Académicamente también participó en congresos como CONEIC, el Encuentro Nacional sobre Comunicación y Juventud, además de realizar una estadía en la Universidad de Colima y llevar un kárdex saludable.
Pero aseguró que más allá de un reconocimiento, obtener la medalla es para él la representación física de una responsabilidad poco tangible.
Según Gibrán, las estadísticas fueron de 79 mil sustentantes en el examen, de los cuales sólo 900 personas obtuvieron excelencia.
“Fue una ceremonia protocolaria, como una graduación porque los mencionaron a todos, entonces fue un poco tediosa”, comentó Valdés.
Continuó mencionando que “es un desafío, yo no me siento complacido sino con una responsabilidad porque tenemos que hacer mejor las cosas. Me inquietan los números, que ni el 10% hayan obtenido excelencia..
Dónde quedan los demás que tienen que estar trabajando en lugares sucios y denigrantes. Cuando uno obtiene esto tiene que seguir trabajando y buscando la excelencia”.
Mencionó que aunque disfrutó los discursos que invitaban a los egresados a trabajar por el desarrollo, pudo notar que los impulsan a hacer de México un país mejor desde la economía y no desde lo social, lo pedagógico y lo cultural.
“Son los vacíos que existen desde hace mucho en los planes de desarrollo en los tres poderes (sobre todo el federal) si hemos tenido avance en materia de competitividad, pero está empañado por todos los problemas sociales, los rezagos, las violaciones a los derechos humanos. Se trata de enfocar nuestras energías y que no se queden en la estabilidad personal económica, no hay que ser egoístas y hay que impulsar en emprendimiento social”.
Esto porque aunque observa mucho emprendimiento privado de negocios, también ve la necesidad de enfocar el talento, la capacidad intelectual y la práctica de los jóvenes para mejorar el entorno.
“Luego si hay esas reacciones sociales, como el movimiento por Ayotzinapa pero tienen un periódo de vida de máximo dos años y desaparecen”, aseguró.
Insiste en que como universitarios, los jóvenes tenemos una responsabilidad histórica con nuestro país, para dejar algo de mejora en nuestras sociedades.
‘¿Estás obligado a hacerlo?’
“La conciencia de trabajar algo social como egresados de excelencia o no, creo que es algo que debería existir. Devolver algo de eso a los campesinos, a los trabajadores de fábricas que sus hijos no pueden acceder a la universidad porque esos sistemas filtros de ingreso excluyentes” manifestó.
A punto de graduarse, Gibrán forma parte de Misión Joven, organización que buscan constituir como sociedad civil y así poder aumentar su alcance para llevar desarrollo pedagógico, comunitario y humano a grupos vulnerables de la sociedad.
“Lo imprescindible es el desarrollo profesional. Quiero seguir estudiando y participando en congresos, seminarios, talleres y tomando cursos que me mantengan actualizado con lo que tiene que ver mi carrera.
Quiero estudiar una maestría en desarrollo humano o estudios humanísticos. Aprender de todo un poco y tener una visión más integral de las cosas para incidir más en muchas partes”, finalizó.
Para mi es muy importante la espiritualidad enfocada al servicio, me encanta la frase jesuita ‘en todo amar y servir’. Ese es mi norte y es lo que me hace caminar”