El cuidado de nuestra casa común

Usted está aquí

El cuidado de nuestra casa común

Voy a tomar prestada una herramienta del poeta chileno, Leonardo Sanhueza, ganador del más reciente  premio de poesía Manuel Acuña. Sanhueza escribe una columna editorial en un diario chileno y me dijo que su técnica para escribirla consiste en salir a la calle y, con la primera persona que se encuentra, escucha  lo primero que le diga para de ahí construir su columna. Creo que el método funciona,  la calle y la sabiduría popular es mucho más interesante que lo que resulte de escribir frente a una pared como interlocutor. En días recientes he escuchado frases dignas, cada una de ellas para su propia columna. “En este país lo más serio es la lucha libre.” “La pandilla más grande de esta ciudad es la policía” Esta es a su vez una cita de una película. 

Otra frase que escuché: “El conferencista que vino a Monterrey a hablar sobre el medio ambiente estaba admirado de la encíclica de Francisco sobre el cuidado de la casa común.” Frases sueltas que escuche en la calle, cada una para una columna. Me quedo con el tema del cambio climático y el medio ambiente, ya que ésta columna no tiene el formato de twitter, espacio en el que no se soporta hilar ideas o reflexiones más allá de un par de renglones.  Las noticias dicen: Inauguran en Saltillo Congreso Nacional por la Sustentabilidad. Se congregan en la ciudad especialistas nacionales y extranjeros para compartir experiencias contra el cambio climático.” Otra nota de Vanguardia dice: “Al participar en la inauguración del sexto Congreso Nacional de Obras y Servicios Públicos, la senadora Silvia Garza Galván, presidenta de la Comisión Especial del Cambio Climático, criticó que en Coahuila no haya mediciones fijas de la calidad del aire, por lo que solicitó el apoyo de la Secretaría del Medio Ambiente y Recursos Naturales.” Desde mi punto de vista nos burlamos del “hoy no circula” de la ciudad de México y nos compadecemos de los pobres “chilangos” que batallan para trasladarse.  Lo que no sabemos es que ellos se pueden burlar más de nosotros: vivimos en la ignorancia y ni siquiera sabemos si la calidad del aire que respiramos está afectando nuestra salud. Por tanto, tampoco tomamos medidas para mejorar,  prevenir o remediar los males que esta contaminación nos causa. 

El asunto es que explotar la naturaleza acaba con ella y ella acabará con nosotros, es un ciclo de autodestrucción. Si hoy alguien no tiene conciencia de su impacto en la ecología humana está fuera de realidad. Cada uno de nosotros deja su herida en el planeta, su huella de carbono o gases de efecto invernadero. ¿De qué tamaño es tu huella? ¿Haces algo para disminuirla? Dice un párrafo de la encíclica de Francisco “…El modelo distributivo actual, donde una minoría se cree con el derecho de consumir en una proporción que sería imposible generalizar, porque el planeta no podría ni siquiera contener los residuos de semejante consumo… se desperdicia aproximadamente un tercio de los alimentos que se producen, y el ali¬mento que se desecha es como si se robara de la mesa del pobre.” De acuerdo a la encíclica la raíz del mal esta en nuestros hábitos de consumir y desechar. Nadie quiere  hacer un sacrificio y cambiar su estilo de vida, menos convertirse en un asceta que comparte. Estamos indiferentes a las consecuencias del mediano plazo. Solo nos interesa satisfacer nuestras necesidades de corto plazo, la mayoría no queremos dejar de consumir gasolina, ni carecer de comodidades aunque dañen al medio ambiente.  En Saltillo circulan  16 vehículos por cada 100 habitantes, el problema es que esos vehículos consumen gasolina de manera ineficiente y desproporcionada. El costo de todo lo anterior lo vamos a pagar más pronto que tarde, nos estamos terminando el agua, los alimentos, los ecosistemas necesarios para la vida. Si no sacrificamos algo hoy lo pagaremos muy caro mañana.