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‘El Conjuro 2’: Miedo, saltos y monjas
Calificación: 7.5 de diez
En la mayoría de los casos da más miedo lo que imaginamos, que lo que vemos. Esto aplica en muchos sentidos a la vida, pero hablando de las películas de terror en específico, podemos enfocarnos en las de fantasmas y casas embrujadas. El tema que más le gusta al director James Wan y para el que regresa con la secuela de su cinta más exitosa, “El Conjuro” (“The Conjuring”, 2014). No es fácil hacer segundas partes, menos de terror, menos de una tan buena. Pero este cineasta es bastante inteligente y parece que tiene una sensibilidad que a estas alturas es casi única en el género. Una forma de hacer las cosas que, sin embargo, le falla un poco en esta segunda parte.
La cinta toma otro caso de los investigadores paranormales Ed y Lorraine Warren (Patrick Wilson y Vera Farmiga), uno que llega a conocerse como el Amityville inglés. En un barrio de Londres, Peggy Hodgson (Frances O’Connor), madre soltera, vive con sus cuatro hijos quienes, por supuesto, comienzan a ser atormentados por un espíritu. Parece ser el de un anciano que murió en su casa y tiene un interés particular por su hija menor, quien pasa de andar sonámbula por las noches a hablar con voz de viejo decrépito. Por ahí anda también un extraño ser llamado el Hombre Torcido y una monja de aspecto desagradable. Como los buenos cazafantasmas que son, los Warren viajan al otro continente para ver en qué pueden ayudar, tras haber superado el caso de Amityville que ellos también investigaron.
Debo decirlo de entrada: esta secuela es muy buena, las actuaciones son excelentes y el drama humano es estupendo. Por eso, en esta crítica, me enfocaré en explicar por qué no es tan buena como la primera. “El Conjuro” fue muy efectiva a pesar de estar basada en una historia muy clásica y tradicional, por varias cosas. El ritmo, la atmósfera y el mostrar casi todos sus elementos sobrenaturales en las dosis adecuadas. Hay que tener cuidado con esas dosis, se trata de una receta que depende de la sazón correcta de cada ingrediente. En su afán por querer conseguir un sabor todavía más escalofriante, James Wan pone demasiados condimentos que resultan en este veredicto: no está tan buena como la primera. Sin embargo, eso no quiere decir que no tenga buen sabor.
Una secuela debe tener, como mínimo, la ambición de ser mejor que su predecesora, si bien lograrlo puede ser difícil. Sobre todo si se repiten tantas cosas. En este caso otra casa, otro fantasma, otra familia. No basta con moverse de país y cambiar el aspecto de los demonios o espectros. “El Conjuro 2” es en esencia la misma historia, pero quizá con otros nombres y otro acento. ¿Qué hace Wan para sacarle más provecho? Darnos más de todo. Más fantasmas, que son más visibles en esta ocasión, tienen un aspecto más monstruoso también y provocan más “sustos de salto”. Este tipo de sustos son un problema en las películas de terror y para entender por qué hay que explicar su naturaleza.
Se le conoce como “sustos de salto”, o “jump scares” en inglés, a esos provocados por un ruido estridente luego de un momento de largo silencio. Es decir, en esencia son sustos que no requieren de un terror psicológico, ni de construir el terreno, ni de presentar alguna amenaza real (el ruido puede venir de cualquier cosa), mientras sea un ruido fuerte, que llega luego de un silencio sepulcral, garantiza que la persona saltará de su asiento, más por el sonido que por miedo. Es un elemento válido en el terror, si se usa con cuidado, pero también es el camino fácil y más obvio. El susto seguro que no necesita trabajarse y que hasta un video de YouTube puede lograr. La cantidad de “jump scares” en “El Conjuro 2” es bastante nutrida.
Pero Wan sabe crear atmósfera. Por ejemplo, en la primera película podía parecer que estaba a punto de soltar un “susto de salto”, pero no lo hacía. Había silencio, era de noche, se veía a la gente dormida, la casa sumida en tinieblas y luego de unos segundos la escena cortaba hacia otra. No había fantasmas, ni nada. Esto hacia que nos quedáramos a la expectativa, sabiendo que había un peligro ahí que no podíamos ver. Es más, cuando los primeros sustos de “El Conjuro” llegaban, se trataba de cosas que no se veían: un rincón oscuro, la pierna de una niña jalada por una mano invisible. Pocas escenas así hay en la segunda parte, cuya filosofía parece ser “más de todo”.
Pero más no es necesariamente mejor. Y no es casualidad que las mejores escenas de “El Conjuro 2” sean en las que no podemos ver claramente. Cuando Ed Warren habla con el espectro del anciano, de espaldas a la niña y ella (o la voz que habla por ella) está fuera de foco, cuando la niña habla por primera vez con alguien que nadie puede ver en la oscuridad y la escena donde la sombra de la monja amenaza a Lorraine. Esa, de hecho, es un claro ejemplo de cómo estas situaciones pierden fuerza al mostrar demasiado, pues al final vemos el aspecto de la monja y su extraña dentadura, lo cual ya está de más. Con sólo ver sus manos salir del cuadro basta para hacernos temblar. Wan entiende esto, pero no sabe bien cómo ir más allá.
Pero hay más cosas que sobran. Por ejemplo, jugar con la idea de que quizá todo sea una farsa de la familia o meter al mencionado Hombre Torcido, cuyo aspecto también decepciona un poco. De igual manera, la cinta también explica demasiado. Hay momentos de los que no necesitamos que se nos diga palabra por palabra qué sucede, podemos entender de manera visual, como también hizo la primera parte, por ejemplo, cuando el collar conecta la casa embrujada con la casa de los Warren. Por otro lado, el ritmo también cambia, pues mientras que el otro filme mostraba todos los elementos sobrenaturales sólo hasta el final, construyendo los sustos de menos a más, aquí vemos mucho y muy pronto, lo que le quita un poco de peso al clímax.
Y estas son las razones por las que la película no es tan buena como la primera. Me disculpo por enfocarme en los aspectos negativos, pero es que esta cinta es de verdad buena y tenía que dejar en claro por qué no es excelente, ni perfecta, ni supera a su predecesora. Y es que con todo lo antes mencionado, “El Conjuro 2” es una secuela sólida, hecha con cuidado y que cumple con su función de asustar. Además, es bastante meritorio que James Wan vuelva al terror de alto presupuesto, que no necesita de cámaras escondidas, ni adolescentes con celulares moviéndose por todos lados para dar miedo. Terror genuino que viene de la historia y la atmósfera, quizá anticuado para algunos pero muy efectivo.
El dato
> Director: James Wan.
> Elenco: Vera Farmiga, Patrick Wilson, Frances O’Connor, Madison Wolfe, Simon McBurney, Franka Potente.
> Género: Terror.
> Clasificación: B15
> Duración: 134 minutos.