El colapso de la confianza
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El colapso de la confianza
Recientemente participé en una reunión del Consejo Consultivo Externo de la Facultad de Ciencias de la Comunicación de la UANL junto a una veintena de prestigiados comunicadores, consejo que preside el analista político y periodista editorial, Ángel Quintanilla.
Es un ejercicio poderoso el congregar a comunicadores con experticia para apoyar a través de foros académicos a los estudiantes de esta facultad que dirige Mario Rojo.
Para los lectores de fuera de Nuevo León y Coahuila podría parecer un tema menor el que exista una plataforma así, pero realmente contiene un gran valor el diálogo de saberes que se propicia, ya que incide en la construcción de las nuevas capacidades de los alumnos.
Este ejercicio resulta un buen ejemplo para toda la región de Latinoamérica.
Ramón Alberto Garza aseveró que no basta con preguntar a los jóvenes lo que quieren aprender, más bien habría que guiarlos en la difícil transición que hoy sufren los medios de comunicación convencionales: medios impresos que cierran, empresas televisoras sin rating, grandes pérdidas económicas que provocan el cese laboral de muchos profesionales de la comunicación.
Gilberto Miranda, joven editorialista, puso en la mesa un texto de Zygmunt Bauman sobre la confianza, mismo que reproduzco íntegro porque luego haré apreciaciones al respecto.
“Existe la creencia de que los líderes no sólo son corruptos o estúpidos, sino que son incapaces. Para actuar se necesita poder; ser capaz de hacer cosas; y se necesita de la política; la habilidad de decidir qué cosas tienen qué hacerse. La cuestión es que ese matrimonio entre poder y política en manos del Estado-Nación se ha terminado. El poder se ha globalizado, pero las políticas son tan locales como antes. La política tiene las manos cortadas. La gente ya no cree en el sistema democrático porque no cumple sus promesas”.
El más alto de los ejes torales de la Iniciativa Internacional de la Carta de la Tierra es el de Paz, No Violencia y Democracia. Es una plataforma que se puede lograr luego de alcanzar los componentes de los otros tres ejes que están vinculados al respeto por toda forma de vida, a la integridad ecológica y a la justicia social y económica.
Y México no es un país que se distinga por su democracia participativa. Esto significa que quienes están en el poder no han merecido nuestra confianza, lo que hace que seamos un país de desconfiados. Esto no es nada bueno porque se podría inferir que los mexicanos no confiamos ni en nosotros mismos…
El rol de los comunicadores es fundamental en la opinión pública porque guían criterio ciudadano y hasta pueden fortalecer la creación de masa crítica. Pero cuando los comunicadores carecen de ética y siguen una línea editorial que les es impuesta por los dueños de los medios de comunicación, tergiversan la verdad y con ello multiplican la desconfianza.
Entonces no basta que los jóvenes universitarios que estudian Ciencias de la Comunicación aprendan las precisiones tecnológicas de la comunicación digital, sino que es necesario que conozcan los valores colaterales a la sustentabilidad.
Si en nuestras relaciones personales y profesionales nos conducimos con ética, la confianza surgirá como los veneros que nacen en las faldas de las sierras, si no, seguiremos padeciendo la sed de confianza. ¡Con la falta que hace en estos tiempos confiar en alguien!