El club de los poetas inmortales
Por: Quetzali García
Ilustraciones: Alejandro Medina
Fotos: Héctor García
Diseño: Édgar de la Garza
Edición: Quetzali García
Estoy frente a 5 guerreros y su maestro. No tienen heridas visibles de guerra, porque dejan que sus cuadernos absorban todos los golpes. Hablan como quien no ha sufrido, pero le ha ganado la batalla a los años y a todo lo que está mal en este país. Parecen felices. Se las han arreglado por décadas para escapar de las estadísticas de la muerte, la pobreza y últimamente de la depresión. Son “adultos mayores”, un término que debe evitarse según los manuales de periodismo. ¿Pero cómo evitar mencionar la grandeza de estas personas que sobrevivieron a la Guerra Fría, a varias amenazas nucleares y económicas, a los sismos? No se puede. Son adultos mayores coahuilenses que le ganaron a todo y fueron premiados por sus textos a nivel nacional.
Quisiera acercarme como corresponsal de guerra, preguntarles de sus hazañas, de sus batallas y cicatrices, pero creo que está fuera de lugar. Vengo -que quede claro- a preguntar por sus premios y su vida después de ingresar al Instituto de Educación Integral al Adulto Mayor. Porque de una clase de esta escuela, salieron los primeros lugares del premio de relato que da la Secretaría de Marina. “Memorias de el Viejo y la Mar”. Así titula el Ejército Mexicano al certamen nacional donde personas mayores de cincuenta y cinco años pueden darle gusto al gusto y poner por escrito cualquier cosa que les recuerde al océano. Y de Saltillo, aunque usted no lo crea, sí del mero centro de una ciudad sin mar, salieron los premiados.
Y es que en esta esquina del desierto, doblando la calle de Urdiñola hay un pedazo de libertad para quienes decidan minimizar su edad y doblar la esperanza. Es el Instituto de Educación Integral al Adulto Mayor. El fotógrafo llegó antes que yo a una oficina con las paredes tapizadas de invitaciones a cursos. Baile latino, yoga, clases de Italiano. Lo atendieron con una sonrisa las secretarias y un guardia, cuya edad oscilaba los 70 años, le pidió todos sus datos. A lo mejor pensaron que era uno de tantos alumnos equivocados. Por la pachanga que se vive en los salones, seguido llegan a preguntar por los costos de la “escuela de verano para los niños”. Qué rojas se ponen las secretarias al decir que el lugar está especializado en mayores de… y no en las criaturas, que a lo mejor pueden mandar a los abuelitos de los niños que -cosa rara- se quedan nomás mirando.
Héctor García, el fotógrafo, pasó como uno de tantos jovencitos despistados que llegan a pedir informes por error. Se escudó atrás de su cámara y para cuando llegué y lo encontré con una cara extraña, supe que esta no sería como otras historias. Foto, pregunta, fotos. No. Y pensaba en eso cuando vi una fila de señoras y señores al ritmo de zumba bailando por los pasillos. Qué ganas de tener cincuenta y cinco o más. Qué ganas…
Subimos unas escaleras desconcertados por esta escuela donde se borra el estereotipo de vejez a un punto de humillarnos. Con qué fuerza hacían sus ejercicios los señores, un par de guapas nos rebasó en un santiamén. “Como me ves, te verás”, me daban ganas de decirles, pero no aplicaba el dicho porque no eran chiquillas las que pasaron, corre y corre, por el barandal, eran unas damas que fácil me llevaban un par de décadas y el triple de escalones. Conforme se desdibujaban estos límites absurdos de lo que conocía por edad, supuse que de la clase de escritura también me llevaría una lección.
Otra vida.
El salón es amplio y hay tres sillones súper cómodos que destacan entre las sillas. Por cuestiones periodísticas, le agandallé el asiento, en cuanto se paró, a una señora y comprobé que era mullido.Qué ganas de tener cincuenta y cinco o más… Me hubiera quedado dormida, por lo suavecito, pero atrás de los sillones reposaba una biblioteca que se antojaba más exquisita que el asiento. Y como metiches somos y en el librero andamos, me paré a ver qué títulos podían sorprenderme mientras esperábamos que el grupo de teatro terminara su módulo.
Actores y actrices, daban un último repaso al guion, disimulando, expectantes por la presencia del hombre con la cámara y yo que me perdía en Julio Torri, Sor Juana Inés de la Cruz y Luis Spota, todos en ediciones con letras amplias y hojas cuidadísimas.
Ni ver a Julio Torri en persona me hubiera estremecido tanto. Porque cuando acordé, ya los tenía de frente. Estaban los cinco escritores sobrevivientes a todo y su maestro, próximos a presentar una novela cada uno en un país donde apenas se leen tres libros al año. Y eso, considerando a los Peña Nieto, que cambian títulos o inventan que leyeron éste o aquél. Acostumbrada al ego de los artistas locales, esperaba que se apresuraran en contar la grandeza de su obra y de su vida. Pero, no… Me preguntaron cómo estaba, por mi nombre, que dónde prefería que se desarrollara la entrevista. El señor Manuel Laborde incluso me cedió su asiento. Explicamos la dinámica. Fotografías y después las preguntas. Se acoplaron a lo que disponíamos el fotógrafo y yo. Movieron con fuerza las sillas y en un minuto reacomodaron el salón para la sesión. De nuevo, todo ocurría en un despliegue de fuerza inesperada. ¿Somos nosotros el problema? Sí, los que decimos ¡ay, no van a poder, ayúdales!, los que nos apresuramos antes de saber qué quieren o no hacer. Jubilé mis prejuicios para verlos como personas, por si todavía no quedaba claro.
Dar clases a estas mujeres y hombres, gigantes del desierto parece difícil. Imponen. Esperaría uno entonces que su maestro fuera un hombre aún mayor. Pero es un jovencito que ostenta dos licenciaturas y la sonrisa de la persona más humilde del mundo. Sus alumnos se deshacen en elogios. Don Manuel dice que esta clase le salvó la vida. A él, un sociólogo, respetado catedrático de la Universidad Autónoma Antonio Narro.
Cuentan las malas lenguas, que en otro salón, hace muchos años, el renombrado escritor Jesús de León, dando clases en la Facultad de Letras, les decía a los jóvenes ante la falta de inspiración: “Si no tiene de qué escribir, váyase con un trailero y regrese en veinte años”.
Le comento esta anécdota al maestro y le invierto la pregunta ¿cómo es dar clase a los alumnos que ya amaron, sufrieron, qué ganaron, que ya saben hasta manejar el trailer? Y me contesta que es un continuo aprendizaje... para él y que ciertamente... a sus alumnos que parecen tener tanta sabiduría como curiosidad, sólo les faltaba usar las herramientas de la palabra para que encontrasen su voz. Y él, Alejandro Arévalo, lo consiguió con un programa diseñado a partir de los géneros literarios. De su mano han escrito desde cuentos y poemas hasta una novela que será presentada este martes 2 de Julio en el mismo salón.
Y ahora, un fragmento de las conversaciones maravillosas y las historias de vida de estos grandes sabios:
Gloria de León Vega. Era maestra de inglés y publiqué antes en Monterrey. Se mudó a Saltillo.
"Yo soy soltera, no tengo hijos y nunca le puse atención a la edad, ni a la vejez. Hasta que empecé con algunos problemas de salud. Eso me hizo reflexionar. Se llegó mi jubilación y continúo creando porque hay que mantener la mente ocupada. Escribo desde hace tiempo, gané algunas cosas. Y sigo porque hay algo más. La enseñanza de llegar a la madurez es que me faltan cosas por escribir."
María del Socorro Guerra, se dedicó por 45 años a ser maestra."Me jubilé y me llegó el tiempo de hacer algo diferente. Empecé con lo socialito, pero resulta que esa tranquilidad no me llenó. Tenía la inquietud de escribir algo. Yo no pensé que había curso de creación literaria. Yo era muy inquieta. Yo dije, no es posible quedarme así. Me encanta leer. Y con el taller, supe aquí está lo que había buscado. Ahorita, si me preguntas qué quiero hacer de aquí en delante te puedo decir que es escribir".
"Yo soy Manuel Laborde, fui profesor de la Narro por 32 años y me jubilé. Y estaba muy tranquilo, cuando me enteré de esta escuela. Conocí los cursos y esto ha cambiado mi vida, yo siento haber renacido gracias a Alejandro. Yo no sabía escribir, sólo mi tesis, no sobre cómo se debe escribir un cuento corto, novela. Hoy tengo una razón más para seguir viviendo. Ha habido un cambio muy notable. Yo pensé -cuando trabajaba- que la tercera edad era un final. Pero no, es un principio. Yo estoy ahora con una nueva vida. En la novela que escribí pongo que tuve cuatro vocaciones. La cuarta es ser escritor. ¿Quieren saber las demás? "
Hay que esperar la publicación de su obra este 2 de julio a las 12:00 pm en la presentación de fin de curso del taller de Creación Literaria.
Blanca Rosa Rivera.Empleada del Seguro Social, hasta los 45 años. "Viví siempre muy presionada porque quería estar en casa para cuidar a mi hija que tiene parálisis cerebral. ¿Qué hacía yo para mí? Nada. Tuve que hacer una pausa y reflexionar para darle una calidad de vida a mi hija. Por algunas pláticas me informan de esta escuela. Venía a la clase de baile pero una lesión en las rodillas fue lo mejor que me pudo pasar ¿Por qué ? Dejé el baile para tomar el taller de teatro y después tuve la inquietud de hacer la novela por mi hija. El profe me prometió que me iba a apoyar. El profe tiene mucha paciencia. Su modo de enseñarnos es lo mejor. Cuando cumplí 60 años empecé a vivir y pude reflejar todo lo que quise hacer antes. Y ahorita soy una tremenda, hago de todo y me encanta.
Aquí , Manuel hace un apunte "Ese texto sobre su hija, no es novela. Ella está escribiendo cómo rehabilitó a su hija, eso es parte de su vida, es autobiográfica. Relata un proceso de cómo le ayudó a su hija a rehabilitarse. Eso con todo respeto… no es novela. Es mucho más que una novela. Un escritor, reconociendo a otro. Qué belleza.
Carlos Ramírez Garza de 80 años fue Ingeniero de mantenimiento, jefe de seguridad en General Motors y "mis últimos 35 años en Saltillo los llevé como pastor bautista. Eso me llevó a siempre pensar en la posibilidad de escribir. Me retiro y entra la cuestión de ¿ahora qué? A raíz de eso obtengo el primer lugar en poesía a nivel municipal, regional y estatal. El año pasado no se convocó, pero estamos preparándonos, yo todo se lo debo a mi mánager". "Tenemos que pensar en lo que quisimos haber hecho pero por la vorágine del día a día no hay tiempo." La voz de Carlos me seguirá por días. Quiero escribir como ellos. Quiero hacer lo que nunca puedo. Es ahora o nunca.
Consejos para ti, que no vas a tener jubilación:
Aunque tengas que trabajar, deja un espacio para hacer lo que te gusta.
Las cosas se tienen qué hacer ahorita.
Lucha contra las leyes inhumanas.
No te encajones en las situaciones actuales.
Usa tu creatividad.
No pienses que no puedes salir de ahí.
Busca una actividad provechosa.
Innova y busca actividades remuneradas.
Acepta la realidad.
Recuerda ser como las hormigas, guarda para el invierno.
Ahorra el 20% de cada cantidad que ganes.
Si te gastas todo lo que tienes, nunca vas a tener.
EL VALOR DE TU SONRISA
Nada cuesta una sonrisa,
y mucho puede lograr.
la puedes dar si traes prisa,
o si eres lento al andar.
Puedes estar ocupado,
con mil pendientes qué hacer.
Sonreír nunca ha costado
un minuto que perder.
Si estás triste, te reanima,
si contento, es natural,
si un peso sientes encima,
te aligera ese costal.
Sonreír es de esas cosas
que uno no puede ocultar.
Es como el eco en las rocas,
que no tarda en regresar.
Derrite bloques de hielo,
ablanda hasta a un pedernal,
quita lo nublado al cielo,
da a un principio, buen final.
Nada cuesta una sonrisa
y mucho puede lograr.
Si tu vida la realiza:
la vida vas a ganar.
Manuel Laborde Cancino
Te quiero
Te quiero en silencio,
en cada amanecer,
en las mañanas frías,
en las tardes lluviosas.
Te quiero a cada instante,
en cada respiro, en cada latido,
en un suspiro.
En la humedad de tus labios,
en el sudor de tu frente,
en tu hablar atropellado,
en tu presuroso andar.
Te quiero todo el día,
a todas horas,
todas las noches de luna estrellada,
te quiero conmigo a mi lado,
tú en mí y yo en ti.
Gloria de León
TÚ EN ÉL
Ha sido grande el dolor
de perder al hijo querido.
Una espada atravesó tu corazón
y lo ha dejado mal herido.
Y entre lágrimas recuerdas
cuando le enseñaste a hablar.
Aferrado de tu mano
él aprendió a caminar.
Y si alguna vez en el camino
con piedra él tropezó,
en tus brazos encontraba
el consuelo a su dolor.
También le enseñaste a compartir
y a entonar esa canción,
de dar gracias a la vida
por todo lo que Dios le dio.
Tu mirada en su mirada
hasta el alma podía llegar;
y la dulzura en su palabra
es la que te oyó expresar.
Todos eran sus hermanos
porque lo aprendió de ti,
y cuando él iba a las fiestas
también tú estabas ahí.
Y aprendió a perdonar
porque tú se lo enseñaste
¡Madre, enséñame a mí!
¡Moldéame cómo a él moldeaste!
Antonieta Hernández
NO MÁS
Pensativa y triste caminaba
temiendo llegar a su destino
para encontrar en casa como siempre,
a su tirano y lento asesino.
Como su nombre lo dice,
Ángel, su salvador abrió su mente,
no más le decía contundente
decide, el “hasta aquí” es lo siguiente.
Después de soportar su malévola mirada
y escuchar lo que tanto hería sus oídos,
tomó la decisión acertada,
su cara se iluminó con una sonrisa como trino.
Voy a cerrar esa puerta
dejar atrás lo vivido,
tomó su maleta y sin voltear
salió en busca de su esencia.
La tarde caía, hermosa y soleada
al tiempo que su alma se abría
a esa belleza inesperada
que la vida y Dios le ofrecía.
Su mente repitiendo
en un susurro candente,
“no más” “hasta aquí”
suspira dirigiéndose hacia lo trascendente.
Mary Guerra Cuellar
ANTE LOS 80,s
El paso de los años es,
en muchos casos, sólo tiempo.
Sin embargo bueno es,
parar y hacer un recuento.
De aquello que pudo ser,
siempre habrá algún momento
y considerar lo que pude tener.
Bueno será también, hacer un alto.
Si fallé, tendré mejor talante,
mi mejor esfuerzo haré.
Es mejor mirar delante
que decir, yo soñaré.
Siempre habrá mejor terreno
aunque no sea en este estero.
Ya lo dijo el Nazareno,
sigue adelante, yo te espero.
Aquí estoy en mis ochentas,
agradeciendo a Dios por ello.
No se trata de hacer cuentas,
es cosa de pensar en ello.
De un bello salmo recordad,
que al hablarnos de la edad,
dice que llegar a los setenta,
es saludable y tiene valor,
mas llegar a los ochenta,
representa trabajo y ardor.
Ya me siento de esa edad,
los huesos de arriba duelen,
los demás huesos también.
Sí, gran fatiga representa
y puedo decir con seguridad,
que hay molestia y afrenta.
Si la fatiga arremete,
buscaré de donde asirme.
Ya lo dijo el gran Arquímedes,
“Denme un punto de apoyo
y el mundo les moveré”.
Es la confianza que busco yo
En este alto que hoy hacemos,
ha de aparecer algún revés.
Sin duda muchos logros,
mas tambien habría traspiés.
No des, me dicen, al desánimo lugar.
Adelante, aún hay mucho por lograr.
Carlos Ramírez Garza
A mi niña
Sólo de pensar que
dejaría de verte,
mi corazón desaparecerá,
se cubriría de tristeza
y de lágrimas sin cesar.
Hoy quiero disfrutar
tu risa, tu amor, todo,
para no perder cada minuto de ti.
La vida es corta
para algunas personas,
por eso me gusta ser
tu cómplice en tus aventuras.
y llenarme cada día.
Nunca cambiaré nada
de tu historia,
pues con la mano
en el corazón,
la volvería a vivir.
Eres mi todo,
mi esencia, mi vida,
que día con día vivo,
y te abrazo con fuerza.
Quisiera nunca soltarte,
pues dentro de mí,
vivirás con intensidad,
por toda la eternidad.
Blanca Rosa Rivera Guerrero.
El club de los poetas vivos
Los estudiantes presentarán cinco novelas, resultado de su paso por el taller. La invitación es abierta
a todo público. Vale la pena leerlos, entenderlos.
Presentación de la Antología de Novelas
2 de Julio 2019 12:00 pm
Biblioteca del Instituto del Adulto Mayor
Pedro Agüero S/N, Zona Centro.