El cel acabó con tradición familiar
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El cel acabó con tradición familiar
Deveras que la tecnología ha influido en nuestra vida cotidiana.
Y bien.
Sobre todo en las tradiciones y relaciones familiares.
Me refiero concretamente al uso del celular.
Pues nada, resulta que gracias a que ahora, y desde hace ya un buen de años, los teléfonos móviles tienen la aplicación de cámara fotográfica, el álbum de fotografía, que no podía faltar en los hogares de buena familias, ya no existe.
Lo sepultó el desarrollo tecnológico.
Lo digo con conocimiento de causa.
Cada vez es más difícil encontrar en las casas de las familias modernas un álbum familiar.
Y esto a mí me da en la nariz, porque parte de mi trabajo, sobre todo cuando se trata de armar el perfil de algún personaje, cualquiera que usted se imagine, es pedirle, durante las sesiones de entrevista, que me muestre su álbum familiar, las recuerdos de su infancia, de su vida, vaya, perpetuados en el papel.
Eso me permite a mí hurgar un poco en el pasado, en la historia de mi personaje para pintarlo mejor, con más detalle, en mi texto.
Y entonces yo digo:
En la fotografías el enfermero del psiquíátrico en su bañera, con su patito, cuando tenía dos años.
La lideresa mengana bailando en una posada con Humberto Moreira.
La niña superdotada sutanita, en su piñata de cinco años, disfrazada de princesa.
Y ya no puedo hacer eso.
Porque ya en ninguna familia, sobre todo las milenials, se usa el álbum de fotos, puro celular.
Me pregunto si este desgraciado artilugio habrá cambiado también en algo las dinámicas familiares.
Sí, de las familias que en sus ratos de convivencia se ponían a ver en torno al álbum las fotos a blanco y negro de los abuelos, de la boda de los padres, del bautizo del niño.
Y se reían embriagados de nostalgia y melancolía.
En mi familia todavía lo hacemos, y seguido.
No, no piense que soy un cursi, un pasado de moda, pero como dijo Cantinflas, me da coraje.