El canto siempre llama
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El canto siempre llama
No importa el idioma en el que se cante, ni la religión y tendencia política de los cantantes, el canto nos llama
Resulta una experiencia especial escuchar el canto de las voces humanas. Más de un amigo me ha confesado su interés por saber cantar ante la imposibilidad de hacerlo por gracia de la genética. Alguno de ellos lo ha logrado con el propósito de entonar canciones sencillas. El canto es una las más espléndidas expresiones que posee la humanidad.
Desde los cantos místicos y religiosos hasta los populares; pobres y ricos, intelectuales y no cultivados gozamos al escuchar cantar y participar en cantos colectivos.
Desde hace tiempo existe la posibilidad de cantar afinada o desafinadamente en fiestas caseras y hasta en centros sociales gracias a los karaokes, que son aparatos que tienen miles de pistas musicales grabadas, acompañadas con sus respectivas letras en una pantalla. En estos casos, los escuchas cautivos tenemos que aguantar a prófugos del bel canto y podemos disfrutar de las voces de buenos cantantes amateur.
Pero cuando escuchamos voces educadas y sincronizadas, el sentido del oído entra en un estado de celebración. Así ocurrió en las Grutas de Bustamante (descubiertas en 1906), en la presentación del grupo vocal La Cor dela Plana, gracias al apoyo del Festival Santa Lucía.
Este grupo de franceses, fundado hace 16 años, cautivó con su espectáculo a los presentes a pesar de que cantaron en lengua occitana. Provenientes de Marsella, Francia, cautivaron con la precisión de su canto a capella acompañándose, por momentos, de tamboras y de la percusión de sus manos, aplausos y hasta con golpes en el piso con sus pies.
Las voces en lo individual no resultaban poderosas, pero al unirse permitieron una experiencia única. Algunos de ellos hablaban castellano, así que la interacción con la gente de Bustamante, Nuevo León, se hizo posible después del espectáculo.
Un día antes, los cubanos que integran la Compañía Folclórica de Camagua, Cuba, habían dado cátedra de sus dotes como cantantes con temas caribeños y algunos con influencia africana, pero ahora lo que los franceses cantaban eran temas desconocidos.
Manú Théron explicó, durante el concierto, el significado de los temas como el de “Promerienc”, “Naus gojatas” y “Dieu vos Grand”. Ya en la convivencia con bustamantenses y para despedirse de ellos cantaron el tema “Cu-cú”, que habla sobre una mujer que le “pone los cuernos” en la luna de miel a su persignado esposo mientras éste duerme. La picardía y el buen humor de los cantantes destacó en la convivencia. ¿Y por qué no mencionarlo?, ellos también fueron agasajados con las voces locales de los integrantes del Mariachi San Miguel y de un fara fara integrado por jovencitos.
Para mi sorpresa, los artistas solicitaron probar el mezcal de “La Guadalupana”, que es el único rancho de vino que sobrevive de las docenas que había y que representa una bebida que se producía en el pueblo desde tiempos virreinales. Así que Manú y sus compatriotas Sebastián Spessa, Pierre-Pascal, Lenk-Santini y Benjamín Novarino-Giana se dieron permiso para pasarla de lo mejor. Incluso bailaron con las damas colaboradoras de la fundación Mundo Sustentable e hicieron coros con el tema “El Rey”, del compositor mexicano José Alfredo Jiménez.
Luego de su visita, los cantantes enviaron un mensaje que habla de su alegría por esta experiencia: “Muchas gracias por la hospitalidad, el cabrito y todo lo que descubrimos en aquella tarde muy agradable y deliciosa. Esperamos volver pronto… un saludo mezcalizado de todo el grupo”.
El canto siempre llama a la armonía y a la convivencia entre las razas de la humanidad. No importa el idioma en el que se cante, ni la religión y tendencia política de los cantantes, el canto nos llama a un reencuentro con nosotros mismos.