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El calvario del cáncer en una pandemia, mujeres comparten su testimonio de lucha

El problema no es la detección, sino lo que viene después: falta de tratamiento e infraestructura hospitalaria, indiferencia de funcionarios, término de programas y un largo etcétera
20 casos de cáncer de mama se detectan en Coahuila por semana, tomando en cuenta datos del Boletín Epidemiológico Nacional. ESPECIAL

Cancelación de quimioterapias, falta de radiaciones, desabasto de medicamentos, indiferencia de funcionarios, falsa propaganda, término de programas, falta de infraestructura, hospitales inconclusos, falta de estudios oncológicos… VANGUARDIA entrevistó a seis mujeres con cáncer de mama quienes narraron cómo la pandemia COVID-19 y un Sistema de Salud en crisis desde hace años se han convertido en otros de los síntomas de este padecimiento en México.

De acuerdo con cifras del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi), en el 2019 Coahuila ocupaba el tercer lugar en México de muertes por cáncer de mama, después de Chihuahua y la Ciudad de México. La entidad registra 20 fallecimientos por cada 100 mil mujeres mayores a 20 años. La media nacional es de 14.08 casos.

Incluso durante esta pandemia se han reducido las detecciones de cáncer porque las mujeres temen contraer el virus en las clínicas ambulantes. Fundaciones, como Casa Rosa A.C, señalan que se debe al miedo de acudir a un centro de salud al ser una población en riesgo.

El tiempo es fundamental para quien padece cáncer, pero las pacientes deben enfrentar muchas carencias.

 

VUELVE LA PESADILLA

María del Rosario Prado Herrera, en diciembre del 2018 le confirmaron que tenía cáncer de mama en las clínicas del IMSS. Comenzó con las quimioterapias en febrero 2019.

Pero, debido a una quimioterapia equivocada, no veía resultados después de ocho intervenciones. Ante la situación consiguió entrar al programa del Seguro Popular para ser atendida en Monterrey.

Pero la enfermedad no fue lo único que María del Rosario debió enfrentar. Cuando su pareja sentimental se entera que tiene cáncer, decide dejarla y le pide que se vaya de casa. María se va vivir con su padre, quien ahora se hace cargo de los gastos del tratamiento y da acompañamiento moral a su hija.

Al no ver tampoco resultados en Monterrey, vuelve al IMSS en Saltillo durante el 2019; le comenzaron a salir llagas en la piel por el fuerte tratamiento, pero se negaron a operarla porque el tumor era muy grande y no había especialistas cirujanos plásticos disponibles.

A finales del año pasado, su tumor pesaba casi dos kilos. Encontró al doctor cirujano Jaime Temes en Monterrey a través de una fundación. Éste se ofreció a operarla junto con otros dos especialistas por 150 mil pesos. Después de la cirugía, el doctor le dijo que ya no tenía cáncer, pero tenía que recibir radiaciones como parte del tratamiento para evitar la propagación.

Desde marzo de 2020, espera que le marquen por teléfono del IMSS para recibir radiación, pero le dijeron que debido a la pandemia no es posible. El pasado mayo le confirmaron que el cáncer regresó a falta de radiación.

“Yo hablaba y hablaba a la Clínica 73. Hablé con el director para decirle que necesitaba radioterapia. Me tocó después ir de nuevo con el doctor Jaime Temes, para revisión, pues la cicatriz tenía un color anormal. Al parecer había vuelto la enfermedad”, señala.

El doctor Temes la envió a la Clínica 25 en Monterrey para recibir atención de urgencia, pero a la fecha sigue esperando y cada miércoles y lunes esperar aparecer en la lista para acceder a la radioterapia.

“No tengo tiempo para esperar. Desde marzo hay gente en lista de espera y todavía no los pasan. Yo hablo todos los días, pero no hay lugar para radioterapia. Ya me siento desesperada. Los dolores son insoportables”, narró María.

Después fue a revisión con el oncólogo que pertenece al Seguro Popular, el cual le confirmó que desde la cirugía realizada en Monterrey le habían dejado bordes y el cáncer volvió.

FALTA DE ESTUDIOS

A Juana María Sánchez Malacara le detectaron cáncer en noviembre del 2018; entró a cirugía en enero del 2019 en el IMSS, en Saltillo. Posterior a la cirugía le recetaron ocho quimioterapias para después realizarse análisis oncológicos cada tres meses para ser monitoreada y verificar que el cáncer no regresara. Desde que inició la pandemia no ha podido realizarse dichos estudios.

“La última vez que fui, fue hace como dos semanas y me dijeron que fuera los últimos (días) de julio. A mí el doctor dijo que tenía que hacerme los análisis cada tres meses. Nos dicen que ahorita no se puede por lo el COVID-19. Se trata de nuestra salud. Ahorita estamos con la incertidumbre si el cáncer mutó”, señaló.

Si Juana no accede a estos estudios no puede tener una cita con el oncólogo para saber su estado de salud actual. La última ocasión que se hizo los análisis fue en enero del 2020, cuando el doctor le recomendó que hacerse otros en marzo, los cuales le siguen negando argumentando incapacidad de atención ante la pandemia.

FALTA DE MEDICAMENTO

Juana Aracely tiene 43 años de edad y también es derechohabiente del IMSS. Sus problemas iniciaron desde el diagnóstico durante el 2017, ya que los estudios en la Clínica 89 sólo le decían que se trataba de una “bolita de grasa”.

Aracely denuncia que inclusive el doctor que la atendió le dijo de manera despectiva que su padecimiento era debido a que ya era una mujer vieja.

“Hasta me da pena decirlo. Me dijo que lo mío se debía a que yo ya era viejita, y que por eso las manchitas que salían en los estudios se debían a mi vejez”, cuenta.

Fue hasta que el seno de Aracely comenzó a crecer de manera anormal y manifestar diferentes síntomas como abscesos en el cuello y problemas para respirar, por lo que tuvo que realizarse estudios de manera privada en donde le confirmaron el cáncer.

Después de recibir desaires de la dirección de la Clínica 89 del IMSS y de haber pasado dos años en ir y venir al presentar los primero síntomas, por fin recibió la atención y por fin le diagnosticaron cáncer mediante una biopsia la cual también estuvo mal hecha.

“Un día me sentí mal y fui a urgencias. El urgenciólogo me dijo que me vendaron mal la biopsia y el líquido se me fue a la cabeza. Me dijo que necesitaba una quimioterapia de urgencia. Me dieron ocho quimioterapias. Esta última vez que me la hizo, mis venas están muy quemadas. Mis venas ya no soportan ni el agua”, señaló.

Tras algunas quimioterapias su estado de salud no era el mejor, por lo que comenzó con el tratamiento de Capecitabine en enero del 2020, mismo que debe durar un año para realizar otro diagnóstico.

“Me debo tomar siete pastillas diarias de 500 miligramos que equivale a una quimioterapia. Desde el mes de marzo resulta que no hay medicamentos. Yo iba muy bien. Hasta julio le hablan a mi esposo para decirle que ya hay. Le hablaron el viernes por la noche, pero no pudo ir. El lunes por la mañana ya no había medicamento. Le dijeron en farmacia, que ellos no podían guardármelo”, señaló.

Este medicamento tiene un costo entre 8 mil y 10 mil pesos y el esposo de Aracely, quien trabaja para sostener la economía de la familia, le recortaron el sueldo al 70 por ciento por la pandemia.

TÉRMINO DE PROGRAMAS

Aquilina Palomo Ibarra tiene 67 años y es trabajadora doméstica. Ella pertenecía al programa Seguro Popular el cual terminó con la entrada del Instituto Nacional de Salud y Bienestar (INSABI); una acción del Gobierno Federal por presuntos malos manejos de recursos y actos de corrupción dentro de dicho programa.

Ella debía recibir atención en el Hospital San José, en Monterrey, al no existir un hospital oncológico en Saltillo pese a haberse presentado como finalizado en 2017. Ahora se desconoce cómo recibirá el tratamiento, pues el INSABI sigue sin ser claro en el procedimiento para acceder a estas atenciones de manera gratuita, ocho meses después de que se anunciara el término del Seguro Popular.

El febrero hubo declaraciones de Juan Antonio Ferrer, director del INSABI a nivel nacional, para otorgar atenciones gratuitas a este tipo de padecimientos catalogados en Gasto Catastróficos dentro del Seguro Popular. Con la llegada de la pandemia las reglas no quedaron claras sobre cómo se accedería a este recurso.

Aquilina no puede acceder a estudios en laboratorio ni al tratamiento de pastillas para el cáncer que tienen un valor de dos mil pesos y cada mes tiene que comprarlos. Además, necesita una inyección que ayuda a detener la propagación de la enfermedad con un valor de 4 mil 500 pesos.

Hasta el mes de junio recibió atención aún gratuita. Ahí fue cuando le dijeron que ya no habría acceso al medicamento.

“Me están dando las pastillas para el cáncer y me están dando unas pastillas para los huesos porque el cáncer se me pasó a los pulmones. Entonces, para eso me estoy poniendo una inyección para que no avance.

“El día que terminó el programa hasta al doctor me dijo a donde me tenían que dar el pase y pues yo no tengo ISSSTE ni nada. El doctor nos dijo que el gobierno ya no estaba pagando el hospital San José. A todos nos dieron de baja. La mayoría son de ranchitos”, cuenta.

NO HAY QUIMIOTERAPIAS

María Luisa Gonzales Cantú tiene 57 años y en mayo del 2019 fue diagnostica con cáncer en una institución privada. Ella es derechohabiente del ISSSTE. Después de varios días de estudios en instancias privadas y públicas le detectaron un tumor triple negativo, uno de los más agresivos. Los doctores le dijeron que sólo intentarían alargarle la vida.

La atención hasta aquí fue excelente en el área de oncología de esta institución. El problema fue cuando desde Saltillo la enviaron al hospital 20 de Noviembre de la Ciudad de México a recibir radioterapia.

El ISSSTE, al no tener hospital para este tipo de especialidades en la ciudad, los envía hasta la Ciudad de México, viajes que los derechohabientes deben solventar. María asegura que en su enfermedad ha gastado alrededor de 2 millones de pesos debido a deficiencias de la institución.

La desesperación de Luisa comenzó pues si pasaban seis meses sin recibir radioterapia ya no sería candidata. En el mes cinco, la recibió.

María Luisa viajaba sola hasta la CDMX, con los dolores y síntomas del cáncer. No podía pagar el acompañamiento de alguno de sus hijos. Recibió 25 radioterapias.

Regresó a Saltillo y la doctora le receta una quimioterapia oral para seguir alargando su vida, con calidad. Un mes antes de terminar el tratamiento, durante marzo, el ISSSTE le anunció que derivado de la pandemia el medicamento no había llegado. Dicho tratamiento, fuera de la institución, tiene un precio de 30 mil pesos.

“Yo conozco mujeres que llevan seis meses sin recibir quimioterapias. Yo sé que las células mutan, y si pasa el tiempo son daños muy severos. No hay para un PET (tomografía por emisión de positrones). No hay para nada. Me han recetado estudios urgentes y no hay. Me han enviado hasta Monterrey a hacérmelo, y allá en Monterrey me dicen que no hay, que se descompuso la máquina. Fuera del área de oncología es excelente, pero fuera de ahí el trato es inhumano. Sí hay metátesis no voy a reparar en demandarlos”, dice la paciente.

De acuerdo con el testimonio, hay gente que tienen dos años esperando un PET y muchos pacientes se quedan callados. Luisa cuenta que una amiga murió hace algunos meses por falta de atención.

“Somos un mundo y no pasa nada. Todas andan de vuelta a vuelta. Siempre se descomponen las máquinas. De hecho falleció una compañera hace poco. Ella dejó pasar mucho tiempo con falta de quimio. Se le desplomó un pulmón y falleció”, señaló.

Actualmente el problema se extiende también en las clínicas de otros municipios del ISSSE en Ciudad Acuña y Allende.

SIN PET

Flor Idalia Márquez tiene 43 años. También es derechohabiente del ISSSTE y tras ser detectada con cáncer fue enviada a la Ciudad de México para realizarse las radioterapias durante dos meses, tiempo que estuvo en esa ciudad.

Idalia fue tratada con Trastuzumab y cada dosis tiene un valor en el mercado de alrededor de 60 mil pesos. Idalia estaba inscrita desde el 2018 al tratamiento en el ISSSTE, y se suponía que la adquisición del medicamento estaría garantizado hasta que los terminara.

En octubre del 2019 comenzaron los problemas con el desabasto. Su dosis sólo alcanzó hasta diciembre del año pasado. La última tuvo que conseguirla por su cuenta, pues en enero ya no había.

Después de enero del 2020, Idalia tenía que realizarse un PET para escanear su cuerpo y una vez más tuvo que viajar a la CDMX. La cita la pidió desde noviembre, pero le negaron el estudio que con un particular tiene un valor de 30 mil pesos.

Lo intentó en varias ocasiones y durante marzo, cuando inició la pandemia, le rechazaron la solicitud de estudio argumentando que estaban en enfrentando una epidemia. Ahora el estudio deberá hacérselo este septiembre, mes en que las autoridades del Hospital 20 de noviembre del ISSSTE en CDMX le dieron cita. Flor Idalia ahora tiene una sospecha en uno de sus pechos.

“Debí de haberme hecho el estudio más tarde en mayo. Es un escaneado que permite saber si hay metástasis o, en mi caso, una ligera sospecha que ahora tengo en mi pecho”, dice Idalia.

Ahora le recetaron un tratamiento llamado Anastrozol que, de enero a la fecha, el ISSSTE sólo le ha entregado en dos ocasiones y las demás las ha tenido que comprar con su dinero.

“La explicación dice que hubo un desabasto a nivel nacional. Las filas son tremendas. Yo he tenido que estar formada desde las cinco de la mañana y ya hay 100 personas. Aunque haya llegado no he alcanzado y hago filas y no hay. En farmacias convencionales cuesta entre 2 mil y 3 mil pesos”.

Idalia ha recibido apoyo para comprar el medicamento de diversas asociaciones.

Somos un mundo y no pasa nada. Todas andan de vuelta a vuelta. Siempre se descomponen las máquinas. De hecho falleció una compañera hace poco. Ella dejó pasar mucho tiempo con falta de quimio”.
María Luisa González Cantú.

CAMPAÑAS DE DETECCIÓN

La mayoría de las entrevistadas a quienes se les preguntó sobre las campañas de detección, señalan que son importantes, pero que una vez que se detecta el cáncer, el verdadero problema es el seguimiento y conseguir servicio médico de calidad.

“Sí hay apoyo en la detección, pero si te fijas en todas las campañas te dicen que te explores, que te hagas un ultrasonido mamario. El problema del cáncer está en el seguimiento. Es un problema acceder a radiaciones, a quimioterapias. Es un martirio. Es un sufrir. No hay atención. Yo también soy derechohabiente del IMSS, y nunca me hablaron”, señala Idalia.

HOSPITAL ONCOLÓGICO

Sobre el Hospital Oncológico inconcluso en Saltillo, la mayoría expresó que era una lástima no haber nunca podido pisar esta institución en la que se han invertido más de 600 millones de pesos, pero nunca se ha podido abrir. 

“Es muy lamentable que los hayan inaugurado como dos veces y que yo no haya podido pisar ese instituto. Es una falacia. No sé qué nos falta. Gritarlo. Han jugado con nuestro dinero”, señaló María Luisa.

Hasta ahora el único funcionario que ha declarado al respecto es el delegado Leopoldo Santillán del IMSS, señalando que se tiene que atender con oportunidad revisando todos los casos.

“Hemos tenido problemas con medicamentos oncológicos. Nosotros hemos subsanado algunas. Si bien son quejas en Coahuila, estos caen en algunos asuntos de nuestros pacientes que reciben atenciones en otros estados como la (Clínica) 71 o las que están en Nuevo León.