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El beso pasional
El beso romántico es una acción subversiva contra los ‘cortejos pactados’ entre familias. Hoy los cortejos pactados casi no existen, pero el beso sigue siendo un elixir embriagador. El beso pasional suspende la realidad y hace que el mundo se vuelva perfecto…
Aunque los besos han formado parte de muchos rituales sociales, lo que interesa en este caso no atañe al beso social o filial (dado en la frente, en la mejilla o en la mano), sino al beso pasional que los amantes se dan en la boca, con frecuencia como preámbulo del sexo.
¿Es el beso moderno un residuo del antiguo ‘cortejo sexual’, que según Darwin formaba parte de los rituales del apareamiento?
De ser cierto, cabría esperar que el beso en la boca fuese universal, y que estuviera presente en todas las épocas y culturas. Pero ese no es el caso. De hecho, habría que distinguir entre ‘sexo’, ‘amor’ y ‘cortejo’.
Veamos.
El sexo es el deseo de apareamiento presente en todos los animales. Pero los besos no están necesariamente vinculados al sexo.
El amor es un concepto universal que todo el mundo reconoce como tal. No existe ninguna cultura en el planeta que no tenga su propia idea de lo que es el amor. El amor y el sexo suelen aparecer entrelazados en obras como el Kamasutra, un manual sobre el arte de hacer el amor. Y el beso en la boca se presenta en el Kamasutra como parte del arte amatorio.
El cortejo, por su parte, puede incluir o no amor, e incluso puede o no incluir sexo. Es una práctica prenupcial que nació de las tradiciones dirigidas a garantizar el matrimonio, como un acuerdo entre familias.
¿De dónde vino?
El beso ‘romántico’ es una invención que viene, con toda probabilidad, de las tradiciones medievales del amor cortés. El beso está impregnado de amor ‘verdadero’ (no del amor ‘acordado ente familias’). Es una acción subversiva contra el ‘cortejo pactado’ entre parientes. La infidelidad, por ejemplo, comienza con un beso (y los besos se han usado para pactar muchas traiciones).
El beso, por supuesto, puede llevar al sexo. Pero ambos no suelen invertirse: nunca el sexo antes del beso.
El origen del beso podría ser una especie de ‘declaración de libertad’ ante las prácticas nupciales y amorosas anquilosadas. ¿Hay pruebas de ello? No directas, claro, pero sí hay montones de anécdotas que lo demuestran.
Las primeras historias donde aparece el beso romántico, que suelen representar a los amantes que buscan romper con las restricciones de la sociedad, son los que aparecen en los relatos, leyendas y canciones de los trovadores medievales: besos basados en la caballerosidad y la cortesía.
Un ejemplo clásico es la aventura amorosa del siglo XIII, de Paolo y Francesca, inmortalizados por el poeta Dante Alighiere en el Canto Quinto de su Infierno.
Se trata de Francesca de Rímini, cuya mano se concede en matrimonio a Giovanni Malatesta (también conocido como Gianciotto) para consolidar la paz entre dos familias enfrentadas.
El padre de la joven sabía que su hija rechazaría al feo y deforme Gianciotto, por lo que le pide al hermano menor de éste, Paolo, que rescate a Francesca. La joven se enamora al instante del apuesto Paolo, y ambos se besan apasionadamente, una imagen que luego influiría en muchas obras de arte, entre ellas la impresionante escultura El beso, de Rodin.
Al saber que Gianciotto, y no Paolo, será su marido, Francesca monta en cólera: no pueden privarla de su amor por Paolo.
El final trágico llega cuando el celoso Gianciotto, florete en mano, se dispone a matar a Paolo, y Francesca se interpone entre los dos hermanos.
La espada la atraviesa y acaba con su vida. Entonces Gianciotto, totalmente fuera de sí, pues amaba a Francesca más que a su propia vida, mata a su hermano.
Entierran a los dos amantes en la misma tumba, lo que simboliza su unión más allá de la vida mortal.
La historia de amor de Paolo y Francesca es potente y, al mismo tiempo, de una tristeza abrumadora. Trata del verdadero amor ‘romántico’, sellado con un beso, que trasciende la vida y la muerte, a pesar de que la sociedad ve su acción como un pecado.
Es lo que sucede en la versión shakespeariana de la tragedia medieval vivida entre Romeo y Julieta…
Después de besarse, Julieta le dice a Romeo: “Ahora tienen mis labios el pecado que han tomado de los tuyos”… Lo excelso del acto
Resulta sorprendente pensar que el beso podría haber surgido al mismo tiempo como un acto de amor y de desafío contra las costumbres anquilosadas de los cortejos obligados por dos familias, tal y como insinúa la historia de Paolo y Francesca, en el Canto Quinto de Dante.
Desde esa época, besar se ha convertido en la acción romántica por excelencia: el beso transporta a los amantes a otro nivel, muy por encima de lo mundano.
Solo cuando el romance concluye, el poder del beso se desvanece.
Como vivimos en una aldea global, el beso se ha extendido por todo el planeta, haciéndose un hueco en medio de las tradiciones y los cortejos.
Pero el beso sigue siendo un acto de amor subversivo, y tiene un gran significado, pues provoca una compleja serie de reacciones químicas que potencian los sentimientos románticos. El beso es un elixir embriagador. El beso cambia la vida de la gente.
Durante unos instantes, el beso suspende la realidad y el mundo se vuelve perfecto.
El beso: celebrémoslo siempre y confiemos en que nunca desaparezca.