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El Bayer Múnich de la época nazi desata polémica
BERLÍN. El papel del Bayern Múnich durante el nacionalsocialismo (1933-1945) ha desatado una polémica en Alemania,tras publicaciones que cuestionan la extendida y favorecedora imagen del club durante este periodo.
“Mientras que otros equipos se aproximaron rápidamente a los nazis, el FC Bayern mantuvo la distancia“, se lee en el apartado dedicado al nacionalsocialismo en el museo del club, donde se repasa la historia del equipo desde su fundación en el año 1900.
Sin embargo, el historiador Markwart Herzog rechaza esta y otras versiones acerca de la historia del Bayern y contradice las tesis de los historiadores Dietrich Schulze-Marmeling en su libro de 2013 -“El Bayern y sus judíos”- y Nils Havemann en su obra de 2005.
El trabajo de investigación de Herzog “corrige” la supuesta imagen del Bayern como un “refugio de la resistencia” contra los nazis, y apunta a que la vinculación en el imaginario popular del Bayern con la resistencia al nazismo guarda mucha relación con la icónica figura de Kurt Landauer, presidente del club en diversos periodos.
“La heroica historia del FC Bayern no es tal”, resume Herzog a partir de diversos documentos.
Landauer, judío y presidente del Bayern cuando este alzó su primer campeonato de liga en 1932, dimitió de sus funciones con la llegada de Hitler al poder y cuatro de sus hermanos fueron asesinados por los nazis.
Además, fue internado cinco semanas en Dachau en 1938, en mayo de 1939 logró escapar a Suiza, y con el final de la II Guerra Mundial, fue elegido de nuevo presidente del Bayern en 1947 hasta 1951.
Según Herzog, “el FC Bayern no fue durante el periodo nacionalsocialista mejor o peor que otros grandes equipos”, dado que “se posicionó pronta e incondicionalmente con el nuevo Estado” para poder “seguir jugando”.
Por su parte, Schulze-Marmeling mostró su desacuerdo respecto a la publicación de Herzog y reafirma la posición que ya defendió en el pasado.
Según Schulze-Marmeling, el Bayern “fue de los últimos” en aplicar las disposiciones nazis y niega que hasta ahora se considerara al conjunto bávaro un modelo.
“Nadie ha afirmado que la historia (del Bayern) fuera heroica”, dijo, pese a que Herzog cita declaraciones del propio Schulze-Marmeling, de 2013, en las que sostiene precisamente eso.
Según Herzog, en abril de 1933, apenas un mes después de que dimitiera Landauer, el club firmó la “Declaración de Stuttgart”, que estipulaba la expulsión de los socios judíos.
Herzog sostiene a lo largo de 1935 comenzó la “arización voluntaria y concienzuda” de la entidad muniquesa, cuando el Bayern modificó sus estatutos para rechazar a los socios con un padre o abuelo “no ario”, con excepciones para combatientes de la I Guerra Mundial.
“En 1943, por primera vez, llegó a la presidencia un candidato afín al régimen (nazi)”, reza otra frase en el museo, afirmación que desestima Herzog, puesto que contradice el hecho de que Richard Amesmaier (nombrado presidente en julio de 1935) fuera miembro del partido nazi y de la SA, su sección de asalto, así como su predecesor, Karlheinz Oettinger, declarado simpatizante nazi.
En estos hechos coinciden Herzog y Schulze-Marmeling, pero este último critica el supuesto afán de protagonismo de Herzog: “Siempre hace lo mismo, presentar información como si fueran descubrimientos. Ya se sabe que Oettinger simpatizó con los nazis y que Amesmaier era miembro del partido nazi”.
Para Herzog, esta intencionada reinterpretación de la historia tiene su principal origen en Siegfried Herrmann, sucesor de Landauer como presidente del equipo bávaro.
Los archivos del club fueron severamente dañados en 1944 tras un bombardeo, de modo que cuando Herrmann escribió una historia del club con motivo de su 50 aniversario lo hizo a partir de sus recuerdos marcando hasta hoy la visión que se tiene del Bayern durante el nazismo.
Schulze-Marmeling ha reconocido no haber consultado los documentos originales al considerarlo “innecesario”, puesto que “todo aparece detallado minuciosamente en los documentos del club”.
Herzog critica que los actuales cronistas del Bayern tomen como fuente el escrito de Herrmann y que no acudan a los documentos originales.