El balance
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El balance
Hagamos un deslinde respecto a los efectos de la liberalización comercial en la economía coahuilense. En materia de crecimiento económico, productividad y generación de empleo, mostró mejor desempeño que la economía mexicana en su conjunto. Sin embargo, las tasas de incremento del producto interno bruto (PIB) han sido más inestables e inferiores a las registradas en décadas pasadas. Más importante aún, están por debajo del potencial asociado a los recursos disponibles.
Los patrones de especialización productiva del estado no se modificaron como consecuencia de la integración al mercado internacional, pero sí se profundizaron, especialmente en la industria.
Así ocurrió en los sectores; automotriz, metalmecánica, manufactura de productos de minerales no metálicos, minería y generación de energía eléctrica. El posicionamiento relativo de las industrias metálicas básicas disminuyó ligeramente, pero sigue siendo una actividad estratégica en la entidad.
El patrón de especialización industrial de Coahuila le ha permitido conformar algunas cadenas productivas, las cuales si bien se han debilitado, aún hoy día constituyen una de sus principales fortalezas. Pero la mayor especialización, ha elevado los niveles de volatilidad del crecimiento.
También en el sector terciario ocurrieron transformaciones relevantes. Si bien su importancia comparativa con respecto a la presencia nacional de ese sector disminuyó, pues la dinámica del terciario en el país superó a la registrada en Coahuila y su participación en la estructura económica de la entidad se mantuvo virtualmente estancada, estas actividades siguen siendo las de mayor aporte absoluto al PIB estatal, superando el 50 por ciento del total.
Los servicios profesionales, de limpieza y el comercio al por mayor, se beneficiaron del avance en las prácticas de subcontratación. Por su parte, la demanda de los servicios de transporte, almacenamiento y telecomunicaciones, se fortaleció con el dinamismo de las exportaciones.
Con niveles salariales por encima del promedio nacional, el aumento en el empleo vinculado a las actividades exportadoras también contribuyó a la ampliación de la demanda efectiva. Este factor, combinado con las mayores exigencias en el mercado laboral, propulsó la dinámica de los servicios educativos.
Otro tanto ocurrió con las gasolineras, cuya expansión se benefició no solo del aumento en la capacidad de compra de los consumidores locales, sino de la progresión del parque vehicular y de un nuevo marco normativo en la asignación de concesiones para la operación de estaciones de servicios.
De igual forma, varios segmentos del comercio al por menor experimentaron una gran transformación: En paralelo al incremento en el poder adquisitivo de los consumidores, en pocos años desaparecieron múltiples establecimientos medianos y pequeños, buena parte de los cuales operaban en la economía informal. Estos fueron reemplazados por grandes cadenas nacionales e internacionales en los ramos de tiendas de autoservicio, supermercados, tiendas de conveniencia y departamentales. La modernización de la oferta en el sector, tuvo la ventaja de captar un mayor porcentaje del gasto de los consumidores del estado en los propios mercados locales, especialmente en Saltillo, cuyos habitantes intensificaron la compra en la capital de Coahuila de bienes y servicios que anteriormente se adquirían mayoritariamente en Monterrey o en los Estados Unidos de América (EUA), especialmente muebles para el hogar, electrodomésticos, ropa y alimentos. El costo; la menor presencia de actores locales en los derechos de propiedad en esos sectores.
Las actividades secundarias y terciarias realizadas en Coahuila están más concentradas que la propia población, pues en las seis ciudades en la cuales habita el 83.6 por ciento de los coahuilenses (Torreón, Saltillo, Monclova, Piedras Negras, Acuña y Sabinas), se aglomera alrededor del 97 por ciento del valor agregado y del empleo generado en los cinco clústers industriales más importantes en Coahuila. En el caso de los servicios, en las cuatro ciudades más pobladas (las señaladas en el párrafo previo, excepto Acuña y Sabinas), en las cuales coexiste el 74.8 por ciento de los coahuilenses, se aglutina casi el 90 por ciento del valor agregado en el sector terciario.
Durante la era TLCAN, con excepción de la generación de energía eléctrica, el resto de los sectores con fuerte presencia en Coahuila observaron un desempeño competitivo positivo, pero con tendencia decreciente. Con mayores niveles de productividad, la economía estatal tiene que crecer cada vez más rápido para generar los mismos empleos. En algunas industrias estratégicas, como la automotriz, se registraron periodos de aumento en la producción con reducción neta en el nivel de empleo. A esta tendencia se yuxtaponen la ralentización económica reciente y cambios demográficos y sociales, entre los cuales sobresalen; una estructura de población en la que ganan importancia las cohortes en edad de trabajar y en la cual participan con mayor intensidad en la población económicamente activa las mujeres, los jóvenes y los adultos mayores.
Con la liberalización del comercio exterior de la economía mexicana, el mercado externo, particularmente el de los EUA, se convirtió en el principal destino de la producción manufacturera de la economía de Coahuila. Como resultado de esta mayor articulación, la economía coahuilense reproduce, de manera amplificada, el ciclo de los negocios allende el Bravo.