El Ateneo en la sociedad
Usted está aquí
El Ateneo en la sociedad
Se festejan los aniversarios –de personas, de acontecimientos, de instituciones– más que porque la Tierra completa su viaje alrededor del sol, porque las efemérides evitan olvidar lo importante.
La solemne ceremonia de instalación y apertura del Ateneo Fuente, el viernes 1 de noviembre de 1867, a las 19:30 horas, se efectuó en medio del regocijo popular.
Tal acontecimiento es un hito en la historia, no únicamente local o estatal, sino también nacional. Y no nada más por su aspecto estrictamente educativo.
El colegio se nutrió de la forma de ser de la sociedad de Saltillo, pero también de los principios del liberalismo, al tiempo que ayudó a moldear el perfil de Coahuila y de lo coahuilense.
El Ateneo Fuente es el centro de enseñanza superior por excelencia, en el que se condensan las más vigorosas tradiciones culturales de la sociedad coahuilense desde su creación hace 150 años.
En siglo y medio de existencia, el icónico plantel fue laboratorio de ideas y cuna de esperanzas; se moldeó la conciencia de numerosas generaciones y se alcanzó la función liberadora del espíritu.
A raíz de la caída del Imperio y del triunfo de la República, el Ateneo fue para Saltillo un símbolo de verdadera libertad, por eso tomó el nombre de Juan Antonio de la Fuente.
Y es que ese coahuilense ilustre, miembro de la generación más brillante de la historia de México –escritores, historiadores y poetas convertidos en soldados–, fue un patriota recio e indomable.
Excepcional, sin duda, fue que tras el triunfo de las armas en Querétaro, donde pelearon tantos coahuilenses, en Saltillo el gobernador Andrés S. Viesca no pensaba en vengarse de sus enemigos.
Envainada la espada, el reto de los leales a Benito Juárez era consolidar a México como una nación libre en la que un Gobierno de instituciones fuertes sirviera a toda la sociedad.
De ahí que fuera tan importante educar, en todos los niveles y por toda la geografía, a los jóvenes que habrían de custodiar y acrecentar el desarrollo del País en esa “segunda Independencia”.
No es coincidencia, pues, que el triunfo de la República frente al Segundo Imperio y la gestación del Ateneo Fuente se concretaran en 1867, año crucial de la historia mexicana.
El vehemente anhelo por educar a la nación nace de la filosofía liberal que seguían los patricios de la guerra y la paz, y que es un antecedente de las Leyes de Reforma y la Constitución de 1857
El Ateneo Fuente es la materialización de las ideas del grupo juarista. El 11 de junio de 1867 el general y gobernador Viesca expidió la Ley Reglamentaria de la Instrucción en el Estado.
Esa Ley reglamentaba bajo los principios liberales la Instrucción Pública, Primaria, Secundaria y Superior de Facultades; lo que incluía suprimir la enseñanza religiosa de las escuelas públicas.
La legislación señalaba también las fuentes de financiamiento con que se arbitrarían los fondos para el sostenimiento de la actualmente orgullosa Escuela de Bachilleres “Ateneo Fuente”.
Asimismo, se estipularon las condiciones para cursar, en el mismo plantel, las carreras profesionales de Medicina y Jurisprudencia.
El programa educativo del Ateneo entregó a la Sociedad una educación desprovista de prejuicios, a fin de dejar atrás el fanatismo que hacía de las personas mecanismos sin ser propio.
Pero la Sociedad de Saltillo y Coahuila ya poseían –poseen– un antídoto contra ese riesgo: la educación impartida en el Ateneo Fuente era –es– liberadora.
La educación se sustentaba –se sustenta– en la “Verdad”, el blasón que el colegio con siglo y medio de existencia corona en su escudo de armas: Veritas.