El arte en las prisiones femeninas
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El arte en las prisiones femeninas
En gran medida, en México los centros penitenciarios femeninos son distintos a los masculinos, evidentemente éstos son más violentos que los de mujeres. Todos, las y los internos, son sometidos a malos tratos, viven con grandes carencias de alimentos, de agua y las familias de ellos y ellas tienen que pagar por la comida que reciben, por sus medicamentos, su ropa y sus cobijas, en fin por todo lo que un ser un ser humano necesita para sobrevivir, todo lo pagan sus familias o las mafias, porque además, ahí no hay trabajo para todos.
Los centros penitenciarios deberían de existir para reeducar a ellos y ellas, más no es así y la función de castigar y vigilar predomina sobre cualquier otra, la readaptación casi desaparece, es invisible, ellos son personas estigmatizadas y lo que se observa es la pérdida de los derechos más elementales como son el derecho a la educación, a la salud, al trabajo, a la palabra, de ahí que implementar proyectos de arte en esos centros pudiera parecer extravagante pero no lo es porque ante esas pérdidas, ellas han manifestado la urgencia de hacerse oír, de tener voz. El grupo “Mujeres en Espiral”, acudió al llamado de las internas del centro Santa Martha Acatitla, el más grande del país, esa organización tiene 10 años de trabajar para darles voz a las mujeres internas.
Los centros de rehabilitación femeninos del país sólo representan el 5 por ciento, el resto son masculinos, por lo que se cree que ellas no necesitan mucha atención, pero ahí es en donde hay más carencias.
En muchos casos los centros femeninos se ubican en los traspatios de los reclusorios masculinos por lo que ellas dependen de esas instalaciones en los servicios de salud y no hay un enfoque de género para responder a las necesidades de ellas, al contrario de lo que pudiera esperarse, se fomentan los estereotipos del sistema patriarcal dándoles a la internas clases de costura, cocina o maquillaje, de manera que el arte puede romper con esos paradigmas creando una nueva cultura de encuentro en la empatía.
Los murales del centro de Santa Martha Acatitla comenzaron con el que las mismas internas denominaron “El grito”, que es en el que expresan sus dolores, lo que significan sus encierros y lo que ocurre dentro de ellas.
El segundo mural fue denominado “Fuerza, tiempo y esperanza”, el tercero, “Caminos y Formas de la Libertad” y al cuarto lo designaron como “Acción Colectiva por la Justicia”. En la construcción de los murales las internas están manejando ya un léxico y una propuesta para exigir sus derechos y aprendiendo a litigar por ellas, a través del arte nutren una posibilidad creadora para deshacer y rehacer la cárcel y el género y las formas de silencio que les son impuestas, ahí están haciendo nuevas maneras de representarse mediante el arte para rebasar la violencia de género y cambiarla por una pedagogía del placer, de lo lúdico, de la delicia, aprendiendo técnicas para pintar con la asesoría de la Facultad de Derecho de la UNAM y de un grupo de artistas de Mujeres en Espiral.
Por su parte la Secretaría de Cultura implementa programas para sensibilizar al personal técnico penitenciario que trabaja con los internos, los cuales viven también situaciones de violencia ya que los cambian con frecuencia y están lejos de sus familias.
Las internas son víctimas del desamor, de la pobreza y de tantas necesidades y derechos que la sociedad mexicana les niega e igual los centros de rehabilitación, pero ellas están abriendo puertas para hacer más sostenible su mundo mediante un proceso de reeducación y concientización.
“En la cárcel no hay principio ni final, sólo tu propia mente”
Nelson Mandela