El arte de la simulación

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El arte de la simulación

A esos “azulillos” (dijera con enjundia Jesús Berino Granados) eso de la simulación les sale muy bien. Previo al inicio de la precampaña panista circularon en medios y redes sociales las fotografías que mostraban la supuesta unidad de los aspirantes a la candidatura para Gobernador de Coahuila. Sonrientes se abrazaban, posando sin tapujos en la foto pal Face, mientras su comandante en jefe Ricardo Anaya pregonaba a los cuatro vientos la indivisibilidad de aquel sólido grupo. El primero en brincar la tablita fue el autodenominado “Gallo de Acero”, quien prefirió bajarse del barco para regresar a malgobernar Monclova. Más tarde, Silvia Garza Galván omitiría el sencillo trámite de solicitar licencia como Senadora de la República en el tiempo establecido por la ley electoral, y de esa forma se autodescalificaba en el camino hacia la ansiada candidatura; pese a esta circunstancia, el nombre de la Senadora fue llevado a la encuesta que realizó la cúpula panista para designar al candidato “más competitivo” de ese instituto político.

Quienes sí se separaron de sus correspondientes encargos fueron Luis Fernando Salazar e Isidro López Villareal. El primero de ellos hizo la rabieta de su vida al conocer que los resultados de la encuesta no lo favorecían; despotricó en contra del proceso interno del partido albiazul calificándolo de “amañado” y se le fue a la yugular a su líder nacional. Más tarde volvería a la escena pública, y en emotiva y casi lacrimógena conferencia de prensa, abrazaría al contrincante ganador para una nueva foto, que ni tardo ni perezoso hizo circular en las redes. 

Por su parte, el alcalde sarapero Isidro López tardó dos meses en regresar a trabajar (si es que alguna vez lo hizo) tras su malograda aventura política. Después del proceso en el que Guillermo Anaya fue ungido candidato panista, decidió permanecer callado; tan calladito que pudo aventarse 55 días de “asueto”, mientras su suplente, José Ángel Rodríguez Calvillo, le buscaba la cuadratura al círculo. Al respecto, nos informan que Chilo ya regresó. Algunos testigos afirman que lo vieron entrar a las oficinas de la Presidencia Municipal y participar en una sesión de cabildo para retomar su puesto; sin embargo, hasta la fecha casi no se le ha visto en actos públicos. Lo que sí hizo el jefe de la comuna a su regreso, fue “echarse para atrás” declarando que Saltillo no le entraría con los recursos que pone cada Municipio para la construcción del más grande cuartel militar con el que contará Coahuila. Hecho curioso considerando que Isidro, por un lado, habla de estar a favor de las acciones para mantener la tranquilidad en la entidad, y por el otro se niega a hacer la aportación que le corresponde a la capital para esta causa. Respecto al mismo tema, quien también se “rajó” como los meros machos fue el todavía alcalde de Sabinas, Ignacio Lenin Flores Lucio, para mayores señas, personaje extraído de la alianza PAN-UDC. Sí, mamá, el partido que heredó aquél que dijo que se iría “por la libre”, pero al final le patrocinaron “la de cuota”.

Aquí en confianza, la “unidad” panista resultó ser una simulación. Los aspirantes se dieron hasta con la cubeta, y las bonitas fotografías mostradas al respetable como símbolo de integración partidista quedaron hechas girones. Ahora, juntos o por separado, los representantes de la derecha coahuilense se mostrarán amables, comprensivos, honestos, cercanos a la gente y hasta cariñosos. Publicarán decenas de imágenes buscando transmitir falsos atributos; ensayarán la sonrisa y el saludo una y otra vez, hasta que éstos sean perfectos para cautivar a las masas. Omitirán hacer una propuesta concreta y, en su lugar, ofrecerán un vacío discurso aderezado con floridas palabras de nulo significado. Repetirán una y mil veces la palabra “cambio”, sin darle a ésta ningún sentido.

Así como el menudo “googleado” que presentó Guillermo Anaya en su cuenta de Twitter en un claro afán por mostrar sencillez, la empatía de los panistas con los coahuilenses de “a pie” será simulada. Ellos saben bien de esto. Tal vez en sus elegantes mesas de noche se encuentre un ejemplar del tratado político más leído de todos los tiempos: “El Príncipe”, de Nicolás Maquiavelo. Quizás éste se encuentre abierto en una de sus páginas cuyo párrafo inicial reza: “…hay que saber disfrazarse bien y ser hábil en fingir y disimular. Los hombres son tan simples y de tal manera obedecen a las necesidades del momento, que aquel que engaña encontrará siempre quien se deje engañar”. Ahí se los dejo para la reflexión.