El algoritmo, el bot (60T) y tu voto

Usted está aquí

El algoritmo, el bot (60T) y tu voto

Todos andan detrás de tu voto, tu like, tu retuit, tu click y eventualmente atrás de tu cerebro, atención y tu cartera. Esto no es novedad para muchos de nosotros, pero es probable que de vez en cuando se nos olvide, estando en un aparente confort con nuestras rutinas y grupos de contactos relativamente sin cambios.

Como nunca antes, las campañas de mercadotecnia, así como las políticas, usan herramientas que evolucionan más rápido de lo que un panista ardido se vuelve “pepemidista” o de lo que un funcionario electo brinca como chapulín al siguiente hueso (puesto). Antes, en los procesos electorales, nos preocupaba la pinta de bardas, los anuncios en las calles, el acarreo, la publicidad desmedida, la compra del voto, el lonche, el frutsi, la tarjeta Monex. Ahora, nos sigue preocupando esa misma “tecnología electoral” de manufactura priista –ya contagiada como influenza al resto de los “honorables” partidos políticos–, pero hay que agregar a la lista la fragilidad que implican las redes sociales, el internet, el contenido que se propaga sin mayor consideración con tecnología que ha cerrado la brecha de la (des)información y democratizado la cultura FAKE. 

Democracias mucho más maduras que la mexicana han sido influenciadas gravemente con la manipulación que se hace de la información. Es difícil pensar que nuestro sistema electoral, con sus autoridades cuestionadas, está listo para prevenir y contrarrestar uno o varios ataques de desinformación y propaganda que afecten notablemente el resultado de un proceso electoral como el de julio próximo. 

Descifrar quién está detrás de campañas de ese tipo es prácticamente imposible, y los recursos, tiempos y voluntad necesarios no podrían lograr prevenir o incluso revertir un posible fraude o intromisión ilegal.

El contenido que recibimos en redes sociales es predecible y hecho a la medida de nuestras costumbres, preferencias y patrones de compra y navegación. Si tú eres priista, difícilmente recibirás publicidad mala del PRI; si tú navegas los sitios de Aeroméxico o de Liverpool, muy probablemente te aparecerán anuncios de esas empresas; si en Twitter siempre opinas a favor de las Águilas del América, el contenido que te salte estará sesgado hacia las Águilas. Al paso del tiempo, tus huellas cibernéticas ayudarán a quien genera contenido y publicidad a entender tu “DNA digital” y prever tus aficiones y tus fobias. Con esa información, quien tiene presupuesto puede lanzar campañas enfocadas, ya sea con ejércitos de bots humanos o incluso bots reales (algoritmos y programas computacionales diseñados para moldear percepciones y plantar dudas). 

Enfrentamos una realidad donde difícilmente sabremos cuál es la verdad. Incluso entre grupos relativamente informados y educados se ve el uso frecuente de información falsa y análisis sesgados. 

No parece haber antídoto más que nuestra curiosidad por la verdad y nuestro apetito por ir más allá del meme simpático. Tomemos en cuenta que el bot no tiene que ser ruso para que haga daño y que esos algoritmos y bots van a ir tras nuestro voto. Abramos la mente lo más posible, seamos cuidadosos con la información que diseminamos y procuremos corroborar versiones. Esa es la última línea de defensa contra esta nueva amenaza.

@josedenigris
josedenigris@yahoo.com