El Acorazado y La Fragata

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El Acorazado y La Fragata

En el año de 2002 del astillero del Conacyt salió una flota de acorazados para surcar las aguas de la ciencia y la tecnología, uno de esos grandes navíos se llamó “Fomix-Coahuila,” el cual fue equipado con un fondo inicial de 16 millones de pesos; la mitad fue aportado por el Conacyt y la otra parte por el gobierno del estado. Se trató de los Fondos Mixtos.

Este arsenal de fuego y tonelaje, destinado al fomento de la ciencia y la tecnología no tenía precedente en la historia de Coahuila, fue implementado bajo un enfoque de demanda; esto significó que se iban a atender problemas reales de la entidad, y no los proyectos personales de los investigadores, como era la costumbre.

 En Coahuila se trabajó reuniendo a los representantes de las secretarías y organismos estatales para que plantearan los problemas que pudieran resolverse recurriendo a la ciencia y a la tecnología. Por su parte, personal del Coecyt se encargó de exponer los objetivos del Fondo, aclarar dudas y orientar a los funcionarios involucrados.

Una vez cubierta esta etapa, se elaboraban y difundían las convocatorias para que quienes contaran con la capacidad, presentaran proyectos para la solución de la problemática expuesta. Concursaban investigadores de los centros públicos y privados de investigación y de las instituciones de educación superior; eran convocatorias abiertas, en las que podían participar académicos de todo el país, adjudicándose los proyectos a las mejores propuestas.

 La figura para operar estos recursos fue el fideicomiso, el cual fue operado por personal ya existente en el Coecyt, por lo que no hubo creación de nuevas plazas, habiendo sido auditado tanto por la federación como por el estado. Fue muy importante la eficiente labor realizada en este sentido, por el licenciado Alejandro Herrera, del Consejo Estatal. Sin embargo, a pesar de su gran tonelaje y poder de fuego, aquella mole de acero sufrió un cuello de botella, no se debió a falta de dinero, la limitante fue la escasez de evaluadores para revisar los proyectos, lo que hizo que el acorazado se desplazara con cierta lentitud, aunque nunca se detuvo.

Ante esta situación, surgió la idea en el propio Coecyt, de construir una fragata, que si bien con menor capacidad de fuego, contase con una mayor velocidad y flexibilidad de desplazamiento, logrando así una sinergia positiva con el acorazado.

Se habían acumulado ahorros por dos millones de pesos en el 2004; alrededor del 10 por ciento del presupuesto que entonces manejaba el Consejo, equivalente a que el día de hoy el gobierno del estado tuviese excedentes por 5 mil millones de pesos. ¡Oh ilusión! Al término de un evento en Torreón, se le planteó la idea al Gobernador Enrique Martínez, quien de inmediato la autorizó, aportando el estado otros dos millones de pesos. El acuerdo fue implementado diligentemente, por nuestro común amigo y colega, el licenciado Luis Antonio Valdés en la Secretaría de Finanzas. Esa decisión, con el paso del tiempo habría de adquirir una importancia inusitada. 

Así surgió un fondo propio de Coahuila para el fomento de la ciencia y la tecnología; el Foncyt, cuyos objetivos iniciales fueron:

1.- Apoyar con becas para la elaboración de tesis de maestría y doctorado, 2.- La realización de estancias de investigación, tanto en el extranjero como el país.

Por ejemplo, si un investigador requiriese el uso de laboratorios o equipos no disponibles en su centro de trabajo, podía hacerlo en otro, durante plazos de entre tres y seis meses, y 3.- Apoyo a proyectos de innovación. En las tres modalidades, el Foncyt aportaba el 50 por ciento y la institución participante el otro 50 por ciento.

Ahora que los submarinos de la 4T hundieron los fideicomisos, entre ellos el “Fomix-Coahuila,” aquella veloz y ágil fragata salió ilesa, y seguirá navegando ofreciendo apoyos para la realización de estas actividades esenciales, manteniendo abiertas las alternativas a los investigadores y académicos, pese a las decisiones absurdas de AMLO.

En una muestra de incongruencia, la actual directora del Conacyt, se benefició de apoyos por más de 17 millones de pesos de los fideicomisos que ahora critica, y los legisladores de Morena, pasaron por alto la carta de más de 700 investigadores internacionales, que pedían salvar los fideicomisos. Entre los firmantes figuraban historiadores de la talla de Alan Knight y John Womack, Jr. ¿Qué pensarán de esto los académicos e investigadores que votaron por la 4 T?