El abogado que lee la Biblia

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El abogado que lee la Biblia

Le pido entrevistarlo. Accede con gusto. Sólo, dice, “que sea en aproximadamente una semana maestro Cedillo, ando de un lado a otro, incluyendo el DF. Pero regresando con gusto. ¿Y de qué sería el tema de la entrevista?” Preguntó. 

Dos vertientes, le espeté vía telefónica: la fuerza que está obteniendo en Coahuila el partido por el cual fue a la urna como candidato a diputado federal, Partido Encuentro Social y dos, su victoria como abogado defensor de la familia del joven asesinado hace ya un año, Erick Javier Santillán Fernández, estudiante universitario.

Caso juzgado el cual acaparó reflectores por todas las circunstancias públicas. 

El abogado Pacheco no lo duda, responde en un tris y transcribo textualmente sus palabras: “Mire, se pronunció la sentencia: Culpable de homicidio calificado. La justicia de Dios echó abajo toda la obra de maldad. Toda la gloria es para Dios nuestro señor”.  Fue el juicio oral más  largo de los tres que se han realizado en Saltillo, casi el año completo. Y es la primera sentencia condenatoria por homicidio en Saltillo que se dicta en la nueva modalidad de juicios orales. El juicio no era sencillo, se acusaba de homicidio calificado a un ex militar y en el momento de los hechos, policía en activo, Danny Daniel Montoya Barrientos. 

Tres juezas, Rebeca Monsiváis, Presidenta; Lucía Escareño y Graciela Nava en decisión unánime, declararon culpable por el cargo referido a Montoya, quien asesinó con ventaja al estudiante de Jurisprudencia la madrugada del 1 de noviembre de 2014 al atropellarlo con su camioneta oficial, arrástralo nueve metros sobre el pavimento de la colonia 26 de marzo de Saltillo y después, pasarle por encima una ocasión más. Una manera bárbara de morir. No de morir, una manera bárbara de ser asesinado.

El ex policía se desempeñaba como agente de la Policía Investigadora de la Subprocuraduría Especializada en la Investigación y Búsqueda de Personas No Localizadas. Aquel día, el alcohol hizo su parte, la noche fue larga y un hecho tras otro (prepotencia, generosas libaciones, camioneta oficial, impunidad...) llevó a una pelea callejera donde el policía dio muerte al estudiante enfrente de su familia. Luego, vendría lo peor: intentó esconder su crimen, resguardando su vehículo y pidiendo a un compañero de guardia, activara el “Código Rojo” para hacer pasar la muerte como una agresión. Dentro del juicio, este compañero dijo la verdad. Sólo dijo la verdad.

Esquina-bajan

Y esta verdad —única, sin matices— es de la cual habla este abogado quien funda su triunfo y blasón en dicho juicio, en Dios y su palabra: la Biblia. Me cita el viejo Salmo 23, el cual todo mundo recordamos, “Jehová es mi pastor, nada me faltará…” pero no todos perpetuamos su cierre poderoso: “Aunque ande en valle de sombra de muerte,/ no temeré mal alguno, porque tú estarás conmigo;/ tu vara y tu cayado me infundirán aliento. / Aderezas mesa delante de mí en presencia de mis angustiadores…” El abogado Pacheco se enciende y su voz y ojos adquieren brillo cuando recuerda las audiencias  representando a la familia y repite, “escuché las últimas palabras del Salmo, ‘aderezas mesa delante de mí en presencia de mis angustiadores…’ Dios aderezó la mesa para su gloria.” 

Casi un año. Apenas por días, el juicio duró casi un año. Tres jueces llevaron el caso, las cuales, acota el abogado Pacheco, “fueron de un profesionalismo de respeto. Sin favoritismos, muy profesionales, las cuales hacen pensar que el nuevo sistema acusatorio de juicios orales puede funcionar muy bien”. No fue sencillo. Fueron 44 testigos desfilando ante las jueces y los abogados de una y otra parte. Peritos médicos, testigos de cargo, de descargo, vecinos, la familia y su dolor. El leer puntillosamente las pruebas, los interrogatorios, corroborar todo… Preparar el juicio. Un año de trabajo que el abogado Pacheco dice, fue victoria de Dios y no de él. 

Y cita la Biblia, Oseas 4, 6: “Mi pueblo fue destruido, porque le faltó conocimiento…” y el conocimiento, la educación, dice, “es lo que nos hace mucha falta, maestro. No callarnos ante las injusticias, luchar en contra del sistema. No podemos perder cuando el mayor es Cristo…” Habla de tres puntales básicos: dignidad, integridad y libertad. Y repite su dogma hacia la calidad de las tres juezas que evaluaron: Rebeca Monsiváis, Lucía Escareño y Graciela Nava. 20 años de sentencia por homicidio y pagar 94 mil pesos por los costes a Eduardo Pacheco… 

Letras minúsculas

Los cuales el abogado ganador… condonó el día del veredicto por “misericordia”.Volveré al tema.