Educar para formar

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Educar para formar

Fernando Savater se ocupa en su libro “El Valor de Educar” de ese proceso que involucra a padres y autoridades para caminar de la mano por un sendero que para el estudiante pareciera a ratos pletórico de abrojos cuando, de unos y de otros, no hay adecuada orientación.

Es el de la educación un tema permanente en las agendas pues, como se dice en el discurso, se forman generaciones para el futuro de la sociedad, la cual está en permanente construcción.

El filósofo lo tiene muy claro: “Conviene afirmar”, dice, “sin falsos escrúpulos, la dimensión conservadora de la tarea educativa”. En tiempos como el que vivimos, escuchar hablar de la palabra “conservadora” pone en alerta a más de uno.

Pareciera que el tal adjetivo de conservador deviniera en algo ofensivo y fuera de toda proporción, cuando lo que se busca, se escucha decir, es precisamente lo revolucionario, lo que va siempre para adelante, lo que viene a transformar todo un proceso social.

Veamos el sentido en que lo define Savater: “La sociedad prepara a sus nuevos miembros del modo que le parece más conveniente para su conservación, no para su destrucción: quiere formar buenos socios, no enemigos ni singularidades antisociales”.

¿Qué es lo que busca el ser humano y lo ha hecho desde tiempos inmemoriales? Su conservación. “El grupo impone el aprendizaje como un mecanismo adaptador a los requerimientos de la colectividad”. En la idea de Savater, en sociedad se desea conformar individuos socialmente aceptables y además, y en gran medida gracias a ello, es posible precaverse de alguna desviación potencialmente destructiva.

Los padres desean proteger al niño, y en ese mismo sentido se aplican a obtener de la educación el proceso que lo hará. El proceso conservador que permitirá el no sentirse agredido, como fue desde los primeros tiempos de la humanidad. El vivir en una sociedad donde se respeten los valores que la sociedad misma ha proclamado y considera son los que la han hecho sobrevivir.

Dice Savater que, a este respecto, “tan intrínsecamente conservadora resulta la educación oficial que proclama el respeto a las autoridades, como la privada y marginal del terrorista, que enseña a sus retoños a poner bombas: en ambos casos se intenta perpetuar un ideal”.

Al educar, la transmisión de los valores de la educación oficial son los que esta sociedad considera deben ser continuados.

En este sentido, cabe hacer la pregunta. ¿Hacia dónde se inclina la balanza de la educación en la actualidad? ¿Qué valores son los que se buscan continuar transmitiendo en esta sociedad? Hoy por hoy, uno de los propósitos de nuestro País, que intenta alinearse al concierto de naciones, es hacer que los estudiantes sobresalgan en contenidos que, pensamos se insiste machaconamente en ello, están por los suelos en las evaluaciones: las asignaturas de Matemáticas y Español.

Resulta sintomático que la materia de Civismo haya sido y continúe siendo hasta hoy una de las asignaturas poco favorecidas. Un mínimo de horas clase, si es que, como ocurre en muchos casos, no se han cancelado.

Y resulta paradójico, pues en la sociedad contemporánea, los contenidos de esta materia deberían trabajarse continuamente en el aula. Si diéramos por hecho que se trabaja en ella desde los hogares, y pudiéramos contar con que en las escuelas fuera materia decisiva para pasar los cursos, la sociedad hallaría en ello esperanza para fortalecerse.

Si deseamos, como lo expresa Savater, continuar conservando valores que tenemos como altos, la educación cívica es de importancia definitoria en esa dirección.

PAISAJE NEVADO

En la víspera de la primavera, desde las copas del árbol de los chabacanos y perales, aparecen, en contraste, paisajes de invierno formados por las florecillas que adornan ahora los jardines en la ciudad.