Drogas, violencia y cifras
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Drogas, violencia y cifras
Esta semana el Gobierno de Colombia encabezado por Juan Manuel Santos presumió al mundo que se había registrado en dicho país la mayor incautación de droga en la historia del mundo, al hallar la policía nacional un cargamento de 12 toneladas de cocaína, en el departamento de Urabá, el cual supuestamente pertenece a la organización dominante en dicho país que es el Clan del Golfo, también conocido como los Urabeños o el Clan de los Úsuga.
Si bien cualquier decomiso, sobre todo uno de esta envergadura, constituye un duro golpe a las organizaciones criminales que se dedican al narcotráfico, lo cierto es que la cifra también nos deja entrever una realidad preocupante. Ya que, si una organización es capaz de enviar al exterior 12 toneladas de cocaína, eso significa tres cosas, primero: que la demanda de cocaína sigue estable e incluso posiblemente haya crecido, segundo: que en Colombia siguen existiendo organizaciones criminales con una capacidad operativa importante y tercero: que la producción de cocaína en Colombia sigue en niveles altos.
Por ende, cuando las autoridades dan a conocer que en determinado año se registró una cifra récord de decomiso de droga, no necesariamente significa que las autoridades están haciendo mejor su trabajo, también puede significar que ese año la producción y el tráfico de droga aumentó tanto, que la probabilidad de que se lleven a cabo decomisos aumentó en la misma proporción.
Por tal motivo, quizá sin darse cuenta, Juan Manuel Santos le mostró al mundo que el negocio del narcotráfico en Colombia sigue boyante, a pesar de que en los últimos 30 años muchas organizaciones criminales, grupos de autodefensa y guerrillas han sido desmanteladas. Es decir, cambian los actores, pero todo parece indicar que el negocio persiste a gran escala.
Además del hecho de que en materia de seguridad pública se debe ser muy cuidadoso a la hora de leer las cifras delictivas y los indicadores sobre los resultados de las operaciones en la lucha contra la droga, el caso colombiano ofrece importantes lecciones para México, ya que a pesar de que dicho país ha llevado cabo una estrategia exitosa para desarticular organizaciones criminales, lo cierto es que, a pesar del cambio de actores, el negocio siempre ha encontrado los causes para reconfigurarse.
Dicho de otra manera, la respuesta al problema no está en los actores, sino en la persistencia de los incentivos, por lo que no importa cuántos narcotraficantes atrapes o cuántos cargamentos incautes, si la demanda por el producto sigue estable, siempre surgirán nuevas personas dispuestas a substituir a los que han sido arrestados.
Lo que tenemos que cambiar son los incentivos, ya que, si los incentivos, que son ingresos desorbitados permanecen estables, difícilmente países como México, Colombia, Perú, Bolivia, El Salvador, Honduras o Guatemala, podremos resolver el problema de la violencia que generan las organizaciones criminales.
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@victorsanval