Don José Alfaro, el ventrílocuo que ayudaba a los pobres y divertía a la gente

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Don José Alfaro, el ventrílocuo que ayudaba a los pobres y divertía a la gente

El ícono de Saltillo, don José Alfaro Padilla , falleció esta mañana, a causa de un infarto. Fotos: Vanguardia/Archivo
El ícono de Saltillo, don José Alfaro Padilla, falleció esta mañana, a causa de un infarto

Quien circula con frecuencia por la mañana, por el crucero de la Clínica 2 del IMSS en Saltillo, podía ver a don José y su compañero “Beto” pedir dinero para donarlo a los enfermos que más lo necesitan, pero lamentablemente ya no lo verán más.

Don José Alfaro Padilla falleció esta mañana a causa de un infarto en el hospital Muguerza de Saltillo.

Dos semanas atrás, el médico le recomendó reposo absoluto a Don José, quien no obedeció pues seguía teniendo la misión de ayudar a los niños con su muñeco ventrílocuo “Beto”, quien ahora se ha quedado sin su mejor amigo, de la misma manera que Saltillo se ha quedado sin uno de sus figuras urbanas más importantes.

El día de ayer don José aún acudió a la esquina de Hinojosa y el Bulevar V Carranza en donde ya no se le verá más.

José Alfaro Padilla cumplió 74 años de edad el 19 de marzo, y en octubre cumpliría 34 años de ayudar a los pobres y divertir a la gente con su compañero 'Beto'.

Su vida y su legado

“Mi papá era herrero, en ese tiempo había pocos y él tenía mucho trabajo, ganaba muy buen dinero, pero a nosotros nos tenía a medio comer”.

El hombre de ojos azules, cabello completamente blanco por las canas, piel tostada por el Sol y ahora llena de arrugas, estudió solamente hasta tercero de primaria. 

Tal vez el “medio comer” en que los tenía su papá a él y sus hermanos, lo obligó a acostumbrarse a comer una, máximo dos veces al día, y a tomar sólo unos tres vasos de agua a la semana. Ahora dice que no le gusta tomar agua, aunque se exponga al Sol unas cinco horas diarias, comenta que prefiere tomarse un refresco.

Lo altruista lo sacó de su madre, a quien siempre le gustó ayudar a la gente, dar a los que lo necesitan, “creo que de ahí viene lo mío, yo lo traigo desde siempre, si no hiciera eso de donar lo que gano a diario, no me sentiría yo”.

Hombre de gran talento

Desde los siete años descubrió que tenía el talento de cantar, aunque nadie en su familia era cantante. Su mamá lo llevaba a las carpas para que hiciera presentaciones, incluso en tres ocasiones participó en concursos y ganó algunos premios. 

A los 12 años comenzó a trabajar en la panadería La Reina como hornero, para después –a los 18- aventarse con “la cantada semiprofesional”. Cantaba cualquier género en bares, fiestas de 15 años o bodas, bailes públicos o ferias.

Pero no sólo canta, también compone sus canciones, y luego comienza a cantarme a capela la canción que se le ocurrió inventar cuando, a los 66 años, le gritaron: “ponte a trabajar viejo güevón”.

“Viejo, me has gritado viejo porque hoy gozas de tu plena juventud, estas canas con el tiempo ya las podrás tener tú (…) si el dinero lo comprara todo, todo, te compraba toda tu juventud, para gritarte cuando pases: viejo, viejo, como me gritaste tú”, canta y sus ojos se ponen brillosos, luego se limpia las lágrimas.

A los 29 años trabajó como payaso, me platica y después afirma que a él le gustan los trabajos alegres, pues le gusta hacer reír a la gente. 

Como payaso trabajó unos 11 años, a los 40 comenzó a recolectar dinero en los cruceros con sus muñecos de ventriloquía porque, reitera, él no trabaja con títeres, los títeres son diferentes.

Seis muñecos lo han acompañado a lo largo de tres décadas, todos hechos por él mismo: “Chema”, “Mario Bros”, el que se parecía a “Salinas de Gortari”, “Memín Pinguín”, “Raulito” y “Beto”, quien ha sido su compañero en los últimos 15 años.

Altruismo

Desde la primera vez que se colocó en un crucero, en octubre de 1986, ha donado el 70 por ciento de lo que recolecta a los que más lo necesitan.

Aunque desde hace cuatro años estába enfermo de la presión y requiería medicamento especial, nunca dejó de donar, pero su enfermedad se complicó y la debilidad que sentía fue más recurrente, así como los fuertes dolores que le dan en el pecho.

“Es hora de pensar un poco en mí, en mi salud, que lo que me gane sea para mi medicina, para mis chequeos”, comentó recientemente.

Don José no tienía servicio médico, por eso cada vez que se sentía mal debía pagar por las revisiones con el doctor y las medicinas.

Esta mañana presentó dolores intensos en el pecho que lo llevaron a la sala de urgencias del Hospital Muguerza donde posteriormente falleció a causa de un infarto.

Descanse en paz, Don José Alfaro Padilla.