A don Héctor ya le han saqueado su casa 7 veces, afectado tiene identificados a dos malandros

Usted está aquí

A don Héctor ya le han saqueado su casa 7 veces, afectado tiene identificados a dos malandros

Inseguridad. La huerta de don Héctor Recio ha sido visitada por los delincuentes en innumerables ocasiones; se han llevado lo que han querido a plena luz del día y la Policía Ministerial le pide los nombres de los delincuentes para investigar. Jesús Peña
Los pandilleros ya le tomaron la medida al dueño de una huerta allá por el Puente Moreno

Tal parece que a los pandilleros de las colonias Mario Ortiz Rodríguez y Diana Laura Riojas, al sur poniente de la ciudad, ya les gustó la huerta de don Héctor Recio Dávila para meterse a robar.

Pues son siete las veces que, violando las puertas de acceso al paraíso terrenal de Héctor, los delincuentes le sacan todo género de objetos.

Y ya cargaron hasta con la reja que custodiaba la entrada a esta propiedad, ubicada en el sitio conocido como Puente Moreno.

Siete veces ya le han robado los vándalos a Héctor Recio y él dice que está harto, cansado de tanta impunidad y no está dispuesto a perdonar 70 veces 7.

Los ladrones le han birlado de la huerta un venado disecado, una guitarra, un refrigerador antiguo, una parrilla eléctrica, una mesa, una pistola de diábolos, una televisión, una videocasetera, herramienta, en fin.

“Se han llevado lo que han querido. Se engolosinaron tanto robando, ‘ya abrimos, ahora sí que todo esto es nuestro’, empezaron a sacar todo”.

Una vez, hace apenas semana y media, forzaron la puerta de la cocina con un hacha; otra, hicieron un boquete en la pared de un cuarto de adobe antiguo y la otra más, qué cree, destruyeron las protecciones que hacían de tragaluz y se colaron por el techo de una bodega.

La gente tiene miedo de denunciar. A todos ya les han robado, ya la gente no deja sus casas solas y tiene miedo porque los tienen de vecinos”.
Héctor Recio Dávila

Y así, fuerzan puertas, rompen ventanas…

“Y cada destrozo implica traerse al albañil o al herrero”, se queja.

Actos que los cacos realizan a plena luz del día, sin esperar siquiera a que caiga la oscuridad cómplice.

La última vez sacaron hasta un elegante y bonito mueble de sala de tres piezas y una pintura de un metro por un metro y medio. 

Ante la nula actuación de los guardianes del orden, que siempre brillan por su ausencia en estos sectores tan alejados de la mano de Dios, don Héctor se ha dado a la tarea de investigar por su cuenta y riesgo, sobre todo el riesgo, las identidades, domicilios y modus operandi de los pandilleros.

“No hay vigilancia y hay impunidad. Yo no sé qué piensa la autoridad, la verdad es que estamos a merced de la delincuencia, no está uno tranquilo…”, dice molesto.

De esa investigación, la investigación de don Héctor, se desprende que a uno de los pandilleros le apodan “El Gocu” y al otro “El Pelón”, sujetos, éstos que viven en la calle Eulalio Gutiérrez de la colonia Mario Ortiz, asentamiento resultado de la colonización impulsada por las lideresas priistas en terrenos de lo que antaño fueran los viñedos del Álamo de don Nazario Ortiz Garza.

Drogadicción. Los delincuentes roban para vender los objetos y comprar drogas. JESÚS PEÑA

“Es una colonia pequeña, pero hay mucha gente, ahora sí que, sin oficio ni beneficio”, dice Héctor.

“El Pelón” y “El Gocu”, en complicidad con otros esquineros de Ampliación Rincón de los Pastores y la Diana Laura, son los rateros del barrio y toda la gente del barrio, que también ya ha sido víctima de sus atracos, les tiene miedo.

“Los vecinos de la colonia me dieron a entender que ya los tienen hasta la madre el tal ‘Gocu’ y ‘El Pelón’, pero sus familiares los defienden. La gente tiene miedo de denunciar. A todos ya les han robado, ya la gente no deja sus casas solas y tiene miedo porque los tiene de vecinos, tiene hijas jovencitas y tiene miedo de que un día les vayan a hacer algo, que las vayan a golpear en la calle o se les vayan a meter y las vayan a violar. Yo creo que la Policía está esperando que pase algo así”, advierte.

El único, y no es por darle coba, que se atreve a enfrentarlos, es don Héctor que una vez persiguió a “El Gocu” para arrebatarle el botín, que horas antes, se había llevado de la huerta.

“Voy bajando al puente y veo que un cuate iba corriendo con un costal y era el tal “Gocu”, lo persigo, le doy alcance, forcejeo con él, me dice ‘no me pegue, no me pegue, le ayudo a levantar las cosas’, reconociendo que había robado, le decía yo a la gente que le hablara a la Policía para que lo detuvieran.

“Vamos pasado por su calle que se llama Eulalio Gutiérrez, y “El Gucu”, grita ‘ayúdenme’, sale un pelao agarrando piedras para intimidarme a mí y con la intención de ‘voy a salvar a mi cuate’, dije ‘no, ya con dos no voy a poder’, ya no pude retenerlo y corrieron ellos, no se detuvieron, igual me pudieron haber agarrado. Ya llegó la Policía, la Policía Municipal llega siempre al último, dicen, ‘mira, nosotros somos preventivos, a mí no me digas nada’”,    

Según las pesquisas realizadas por el propio Héctor, estos pandilleros tienen el hábito de robar y luego vender los objetos para comprar resistol, thinner, y drogarse.

Son hijos no deseados entonces desde chiquitos están en ese camino, saben que hacen mal, pero ya están mal de la cabeza”.
Héctor Recio Dávila

Sí, ese resistol amarillo que sirve para pegar madera y desmantelar cerebros. 

“Son hijos no deseados entonces desde chiquitos están en ese camino, saben que hacen mal, pero ya están mal de la cabeza porque además todo el tiempo se la viven inhalando y como tienen la protección de la familia, nadie les hace nada”.

Los malvivientes tienen su cuartel, una especie de observatorio, su observatorio, en una casa abandonada que queda por el puente del ferrocarril y colinda con el Arroyo “La Encantada”. Desde ahí planean sus atracos, observan los movimientos de don Héctor cuando entra y sale de su propiedad en su camioneta, y entonces aprovechan para robarlo. 

“De ahí del puente tiene muy bonita vista toda esta parte y ahí están ellos sentaditos, viendo el panorama ‘mira, ya salió la camioneta, ya entró la camioneta”.

Total, que a don Héctor lo tienen ya bien checado.

En otras ocasiones los vecinos de Los Berros y Nacozari habían denunciado a VANGUARDIA la oleada de robos por parte de los pandilleros adictos al crico que roban y venden lo robado para comprar la droga.

Y eso que a la entrada de la colonia Diana Laura, otra zona conflictiva, se hallaba una de esas casetas móviles de la Policía Municipal, pero, por lo visto de nada sirvió.

Don Héctor Reacio está desesperado, los robos le han afectado de tal manera que ya tiene temor de dejar sola su huerta de Puente Moreno para hacer sus pendientes en Saltillo y encontrar su propiedad saqueada.

“Siempre que voy a Saltillo regreso con el temor de que se hayan metido”, dice.

Al punto de la desesperación Héctor ha recurrido a la ayuda de la Policía Ministerial, pero no le resuelven nada y al contrario le piden que haga la chamba de ellos.

“La Ministerial, que se supone que es la que debe investigar, me dice, ‘nomás que necesitamos que nos traigas el nombre’, seguramente voy a ir (con los pandilleros), ‘¿traes tu credencial de elector?’”.