Dominó constitucional

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Dominó constitucional

México es un parásito de los Estados Unidos. No somos viables ni autosostenibles porque no tenemos ley, ni Gobierno, ni tecnología propia y no producimos alimentos suficientes. Exportamos sudor de maquiladora, exportamos petróleo y exportamos gente. ¡Ah! También drogas. Estos “intercambios” son la transfusión que nos mantienen vivos.

Nuestros intelectuales se apanican: Trump nos cortará el catéter. Mi temor es que EU entre en caos y no haya nada qué meterle al tubito: de una u otra manera, RIP, we are dead.

Nuestro pecado de nacimiento es que mal copiamos el sistema de gobierno de los Estados Unidos. Nuestro pecado actual es que su democracia muestra grietas y nadie se preocupa. 

La sra. Clinton lleva a Chente Fernández y los Tigres del Norte para congraciarse con los mexicoamericanos. 

Millones de mexicanos aquí desean huir del PRI, ¿y ahora nuestros excompatriotas van a impulsar la creación de otro igual de aquel lado? Esto no es una exageración.

Gracias a Wikileaks, a la campaña y a los debates se ha clarificado el perfil diabólico del Partido Demócrata. 

Los demócratas y el PRI comparten los siguientes atributos: son corruptos, mañosos y desvergonzados; no son democráticos interna ni externamente, como demostraron con Bernie Sanders. Compran votos con dinero ajeno; les interesa el poder, no la gente y se apoderan de los medios de difusión lo más que pueden.

Con el estilo de hacer política del PRI mexicano, los demócratas van a reemplazar su sistema constitucional atacando los siete principios o columnas que lo sostienen. Éstas son el dominó. Saben bien que basta empujar una sola columna en la dirección correcta y todo el sistema se viene abajo. Ellos no lo piensan así, pero habrá dos Méxicos, con un PRI allá y otro PRI (o López o PAN, es igual) acá.

El sistema constitucional de los Estados Unidos de América fue construido así: 1. La soberanía popular escoge un 2. Gobierno limitado, que adopta la forma de 3. República constitucional democrática representativa, con una estructura de 4. Separación de poderes y 5. Pesos y contrapesos con 6. Revisión judicial para proteger el sistema de 7. Derechos y libertades individuales, con lo cual se cierra el círculo que empezó con la soberanía popular.

Los demócratas apuestan a tirar el sistema. Ya se apropiaron de los medios y van tras la elección presidencial (gobierno representativo). Para triunfar arman una coalición de personas que sólo ven por su interés particular y les vale sorbete lo que pase en otros ámbitos.

Los demócratas encontraron su jauja. Son los votantes unitemáticos, como las mujeres que abortan, los gays, los ambientalistas y, por supuesto, ahora los migrantes. A ningún grupo le platican las consecuencias de empoderar esta extraña mezcla.

El villano favorito de esta coalición es Donald J. Trump. Los medios le sacan trapitos viejos y esconden la revolución antipartidos que lo empuja. Trump trata de combatir a las cúpulas partidistas. No que Trump sea perfecto, sino que su causa es la correcta.

La verdad es que las personas no importan. La sra. Clinton y el sr. Trump pueden ser en lo personal igual de buenos o igual de defectuosos. Pero es un hecho que los demócratas utilizan a la sra. Clinton como los priístas a Peña Nieto, y saben que si ganan la elección no habrá poder que impida la operación “dominó constitucional”.

La Suprema Corte en manos de ministros activistas nombrados por los demócratas es consolidar Roe vs Wade que está permitiendo destrozar bebés viables segundos antes de que respiren; esa Corte luego permitirá despojar a los texanos de sus armas de cacería; finalmente convertirá a los Estados Unidos en el paraíso de las drogas de entretenimiento. 

El dominó constitucional acabará con los Estados Unidos que todos conocemos y quisiéramos emular.

javierlivas@prodigy.net.mx