Calificación: 8.5 de diez

Ha llegado la más nueva adición de Marvel a su ahora bastante amplio Universo Cinematográfico: el Doctor Stephen Strange. Sí, adivinó, un hombre que luego de un trágico accidente adquiere poderes especiales. Ya sabe, la clásica historia de superhéroe. Sólo que aquí no se parece a nada que haya visto antes. Y lo digo en serio, visualmente esta película es brillante, aprovechando los elementos digitales en una manera que ninguna otra cinta de este subgénero ha hecho antes. Pero eso no es todo, este personaje es más que un simple héroe, pues aunque su historia de origen pueda sonar gastada, no sólo logra sentirse original, sino que consigue crear, con su filosofía, una profunda conexión dramática con el espectador.

La cinta cuenta sobre un brillante neurocirujano, quien se entretiene aceptando sólo los casos más complicados de sus pacientes, aquellos que de verdad le supongan un reto intelectual. Arrogante y adinerado como Tony Stark, su vida toma un giro cuando un accidente automovilístico le deja sus manos destrozadas. Incapaz de volver a operar, cae en depresión y se empeña en encontrar una cura. Devastado, termina en algún país oriental, buscando un lugar llamado Kamar-Taj, donde aparentemente tienen el milagroso método que requiere. Ahí descubrirá que hay capacidades más allá de las físicas, universos alternos y magia más allá de su comprensión. Su entrenamiento lo llevará a enfrentarse con una amenaza que podría acabar con el planeta como se conoce.

Marvel Studios sigue construyendo su universo, sigue metiendo personajes y conjuntando historias en lo que ahora se conoce como la Fase 3 de su proyecto, la cual desembocará en dos películas de los “Avengers”. Sí, vivimos en la época dorada de los cómics en el séptimo arte. Aunado a las poco afortunadas películas de DC, habrá más de una persona que ya se sienta un poco cansada de tantos personajes con capa. En otro escenario, le diría a esa persona que se mantuviera alejada de “Doctor Strange”. Si no le gustan los héroes, lo mejor es decir que esta película no es para él. Sin embargo, algo extraño sucede, resulta que esta película funciona tan bien, que creo hasta esa persona podría llegar a disfrutarla.

Se siente como algo aparte, como una historia deliberadamente diferente, que busca explotar otros ámbitos. Ya vimos a todo tipo de personajes con poderes, armaduras voladoras, etcétera. Ya vimos a Thor, ya vimos al Capitán América, a Hulk, ¡hasta viajamos al espacio con los Guardianes de la Galaxia! No es descabellado decir que en cuanto a Marvel, ya lo hemos visto todo. Pues así como la Ancestral (Tilda Swinton), le muestra al Doctor Strange (Benedict Cumberbatch), así esta película nos enseña que nuestra realidad es sólo una parte de lo que hay debajo. Todavía hay nuevos secretos en el mundo de los superhéroes. Todavía, si se me permite afirmarlo, pueden llegar a sorprendernos.

¿Cómo? Pues con el más antiguo secreto de todos: contar una buena historia. Primero que nada repasemos un elenco digno de ovación. Podrá usted ver que mencioné a Tilda Swinton y a Benedict Cumberbatch, ambos actores con una trayectoria sobresaliente. Pues bien, ellos vienen acompañados de Rachel McAdams, Mads Mikkelsen y Chiwetel Ejiofor, cuyos méritos también son bastantes. Y aunque Marvel ya ha incluido actores de renombre en sus elencos, como Anthony Hopkins y Robert Redford, nunca se habían visto tantos nombres importantes juntos en una sola cinta. Todos ellos debutan en Marvel y todos ellos (o al menos la mayoría) son aprovechados en todas sus capacidades histriónicas.

La historia, en apariencia sencilla, se vuelve un drama complejo. Doctor Strange es un personaje arrogante que tiene todo un arco dramático. Comienza siendo un tipo altanero y su propia actitud termina por arruinar su vida, hasta que encuentra la solución. Y el hecho de que esta solución sea espiritual, le da una tonalidad distintiva a la cinta. La película trata sobre magia, dimensiones alternas y demás aspectos de ficción. Sin embargo, la manera en que todos esos elementos se nos presentan es por medio de filosofía que recuerda mucho a las películas de artes marciales. Una filosofía lógica, bien escrita, que no sólo nos hace pensar que un hombre de ciencia como Strange puede llegar a creer, sino que logra absorbernos a nosotros también.

Porque con todo y la fantasía que nos rodea, la sabiduría de la Ancestral y los ingeniosos diálogos que se presentan a lo largo de la historia, tienen un peso dramático en la vida del protagonista. El cambio de Strange no es simplemente aprender a abrir portales y crear armas de luz, sino curarse mentalmente de su altanería, crecer de verdad en su interior. Ese es el corazón de la cinta y el elemento humano que logra que todo lo demás funcione. Pero aunado a esto, uno pensaría que las escenas de acción ya sólo serían más de lo mismo. Pues aquí es donde está la mayor sorpresa de todas: esta película es visualmente impresionante. La alteración de realidades, dimensiones y demás, hacen que las batallas se lleven a cabo en escenarios alucinantes que cuesta trabajo describir, pero que seguramente lo dejarán con la boca abierta.

Está película forma parte ahora del resto de Marvel Studios, pero es muy enfocada. Strange es el protagonista y es el que mayor peso tiene, pero los dramas de Ancestral y del villano, interpretado por Mikkelsen, también son bastante poderosos. Aquí posiblemente nos entreguen a uno de los mejores villanos de Marvel desde Loki. Ahora bien, quizá es en el enfrentamiento donde la cinta se tropieza más. Las ambiciones de este ser son complejas y hasta comprensibles, pero no deja de culminar en una lucha final que se siente bastante floja. Es cuando Doctor Strange ya se transforma en el superhéroe que debe ser, que esta cinta pierde mucha fuerza. Cuando el viaje termina, cuando ya se domina todo, no queda más que decir. Pero el viaje sin duda es digno de recordarse.
 

El Dato

> Director: Scott Derrickson.
> Elenco: Benedict Cumberbatch, Tilda Swinton, Chiwetel Ejiofor, Rachel McAdams, Mads Mikkelsen.
> Género: Superhéroes.
> Clasificación: B
> Duración: 115 minutos