Distractores

Usted está aquí

Distractores

Ilustración: Vanguardia/Esmirna Barrera
¿Qué ofrecen los candidatos presidenciales en torno a las energías limpias? ¿Cómo pretenden encarar el estrés hídrico?

¿En qué estarán pensando los estrategas de los partidos políticos ahora que la ciudadanía observa grandes incongruencias entre sus principios y sus actos?

¿Cómo lograrán ser tomados seriamente aquellos candidatos que no han sabido de lealtades más que consigo mismos?

Los mexicanos frente a las elecciones de julio estamos agobiados ante tanta información contradictoria, ya no sabemos con claridad quién es quién. Los candidatos se dicen amparados por la verdad y apoyados por la sociedad.

Sabemos que se repiten las mismas historias triunfalistas, pero ya su estructura es tan conocida que nadie las cree, lo que podría provocar un desaliento entre los electores que tal vez prefieran con más ganas que nunca quedarse en casa y no emitir su sufragio.

Aunque las estimaciones sobre la intención de voto por las casas consultoras especializadas planteen pronósticos manejando estadísticas sobre los probables ganadores de la contienda electoral a nivel nacional, nada garantiza que las personas vayan a las urnas y eso sería patético porque demostraría que nuestra democracia sigue siendo institucional.

No han iniciado las campañas políticas y ya en todos los círculos sociales hay especulación sobre lo que ocurrirá.

Recientemente participé en la Ciudad de México en una inesperada reunión de empresarios que abominan de aquellos candidatos que pudieran pertenecer a las fuerzas de la masonería como si estuvieran apestados, aducían que el catolicismo puede mantener a la sociedad unida y que los masones son maquiavélicas almas dignas del infierno (aclaro que no soy masón).

Estos empresarios y otros grupos de interés semejantes en los que abundan ciudadanos de más de 50 años de edad no serán el fiel de la balanza en las próximas elecciones. 

Pero si los millennials (personas de 21 a 34 años) y la generación Z (jóvenes de 18 a 20 años) salen a votar, ellos serán determinantes en los resultados.

En el proceso electoral que se avecina habrá 15 millones de nuevos electores, lo que da una suma  total de 35 millones de voto joven.

La generación X (de 35 a 49 años), los baby boomers (de 50 a 64 años) y la generación silenciosa (personas de 65 años y más) con mucha suerte podremos influir en nuestras parejas. En contraparte, los jóvenes con intereses distintos a los de los candidatos deberán ser convocados con propuestas globales en donde menos es más, y la retórica sale sobrando aunque les ofrezcan becas universitarias.

Los mensajes mesiánicos y pseudoapartidistas son distractores que ofenden nuestra inteligencia porque pretenden desviar nuestra atención hacia la problemática nacional.

¿Qué ofrecen los candidatos presidenciales en torno a las energías limpias? ¿Cómo pretenden encarar el estrés hídrico? ¿Qué planes tienen para frenar la contaminación atmosférica? ¿Qué propuestas no populistas tienen a favor de la inclusión social?

La OCDE organizará el 12 y 13 de marzo el foro “Un futuro con crecimiento e inclusión”, y allí se darán cita los “punteros” en la carrera presidencial. Veremos qué dicen al respecto.

Mientras tanto vienen los tiempos en que nos inundarán de spots interminables sobre las bondades de sus candidaturas. ¡Qué gasto económico tan inútil y poco sustentable!

A pesar de todos los distractores, me gustaría que los comicios que se anuncian como los más competidos de la historia reciente se abarroten de electores