Digámosle no a la nueva chifladura de nuestro Rey Julien del manglar

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Digámosle no a la nueva chifladura de nuestro Rey Julien del manglar

AMLO quiere volver a tirar dinero con la revocación de mandato. Pero solamente los ciudadanos podemos activarla. Así que basta no pedirlo para evitar el desperdicio

Para quienes integramos una sociedad con aspiraciones democráticas resulta agraviante atestiguar cotidianamente los desplantes despóticos de un gobernante a quien las reglas de la democracia simplemente no le importan un carajo.

Ya no debe sorprendernos a estas alturas, pero tampoco puede dejar de indignarnos, ver cómo se dilapidan los recursos económicos, siempre escasos, en ejercicios estrambóticos, hilarantes en personajes ficticios como el Rey Julien -de la saga Pingüinos de Madagascar- pero inadmisibles en gobernantes del mundo real.

El asunto se agrava cuando a la vocación por las ideas estrafalarias se le suma la determinación por fugarse siempre hacia adelante, tal como ocurrió esta semana con nuestro Rey Julien del manglar, quien lejos de arredrarse por el escandaloso fracaso de su consulta gansito ya dobló la apuesta:

“…es la primera consulta constitucional que se lleva a cabo en la historia de nuestro país, es algo realmente trascendente, es el inicio formal, legal, de un proceso de participación ciudadana en el marco de la democracia participativa”, dijo desde el púlpito de la misa tempranera el lunes pasado.

Como el monarca lémur de la saga inventada por el estudio Dreamworks, quien jamás acusa recibo del desastroso resultado de sus decisiones estúpidas, López Obrador siempre se las arregla para encontrar virtud ahí donde solo puede existir reproche:

Es un triunfo el que 6 millones 474 mil 708 ciudadanos hayan participado ayer, independientemente de lo que decidieron votar, aun con todo lo confuso de la pregunta pues la gente sí se dio cuenta de lo que se trataba”, aseguró impávido el sumo pontífice de la transformación de cuarta.

“…además nunca había participado tanta gente en una consulta de las que se han registrado históricamente, fue algo muy importante, trascendente”, añadió con rigor de Perogrullo. Y aquí sí, pues ni cómo rebatirle: en efecto, nunca había participado tanta gente en una consulta… ¡porque nunca antes se había realizado una!

La postura presidencial es equivalente a haberle encomendado a una persona la organización de un torneo de futbol llanero y habernos vistos obligados a suspenderlo, porque no hubo equipos ni para jugar la final desde el primer partido, sólo para escuchar al promotor argumentar: “apenas estoy calentando… denme chance ahora de organizar los Juego Olímpicos y ya verán”.

Y eso justamente pretende ahora nuestro Perseo de Pantano, quien ya arrancó la promoción del siguiente ejercicio con el cual busca distraernos del desastre contumaz de su gobierno: la revocación de mandato.

“…No dejen pasar la oportunidad de participar”, conminó a quienes se abstuvieron de acudir a las urnas el domingo anterior y auguró desde ahora mejor destino para su siguiente chifladura, “porque se le va a preguntar a la gente si quiere que continúe el Presidente o que renuncie”.

Ni un solo gesto de contrición, ni un asomo de arrepentimiento, ni el más mínimo rubor por haber provocado el desperdicio de 530 millones de pesos con la no consulta para no enjuiciar a nadie. Para el Rey Julien macuspano se trata de un motivo de celebración.

No es novedad, como ya se dijo. El episodio de la no consulta forma parte, junto a la no rifa sin avión, de los ejercicios estrafalarios a cuyo análisis deberemos dedicarle tiempo suficiente cuando el mal trago haya pasado y el mesías tropical haya sido despachado a su rancho.

En tanto, vale la pena preguntarse cuál debe ser nuestra actitud frente a la intención de volver a tirar dinero a la basura con otra consulta igualmente inútil cuyo único propósito es inflamar el ego -ya de suyo descomunal- de nuestro pigmeo intelectual.

Porque para el presidente (con minúscula), lo de la revocación de mandato no es un derecho del pueblo sino un privilegio suyo; no es un instrumento para permitir a la ciudadanía ejercer su soberanía, sino la oportunidad de esta para quemarle incienso.

La Constitución es muy clara: a diferencia de la inútil consulta del domingo, solamente los ciudadanos podemos solicitar la revocación de mandato. No puede hacerlo el Rey Julien, ni los partidos, ni los integrantes del Congreso de la Unión, ni los parlamentos estatales. Solamente los ciudadanos.

Con el más reciente dato de la lista nominal de electores, se requieren poco más de 2.8 millones de firmas, recabadas en al menos 17 entidades federativas del país, y cumpliendo el requisito de representar al menos el tres por ciento de los electores de cada uno de esos estados.

Basta entonces con abstenerse de solicitarlo para evitar un nuevo derroche de recursos. Así de fácil es, al menos en este caso, concederle el capricho a míster “yo siempre tengo otros datos”.

Volveremos al tema.

¡Feliz fin de semana!

@sibaja3

carredondo@vanguardia.com.mx