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Diez años sin algún rastro, el misterioso caso de Madeleine McCann
Ana revolea los ojos cuando escucha el nombre "Maddie". "¡Basta! ¡Hay que terminar con este circo!", pide enfáticamente la mujer que vende desde hace años joyas que diseña ella misma en la rambla de Praia da Luz, en el sur de Portugal.
El décimo aniversario de la desaparición de la pequeña niña británica Madeleine McCann, el 3 de mayo de 2007, volvió a atraer en estos días a decenas de reporteros al coqueto balneario de unos 3,500 habitantes. Algunos no quieren saber más nada del caso, otros se preocupan por el turismo.
Los padres de Maddie, Kate y Gerry McCann, no son esperados en Portugal. Ya sintieron el descontento de algunos habitantes cuando, durante visitas previas, fueron abucheados. Los McCann describieron el aniversario que se aproxima como "un recuerdo horrible de un tiempo robado" y dijeron que la familia se estaba preparando para las próximas semanas.
"Es probable que sea estresante y doloroso, sobre todo porque volverán a aparecer en diarios, redes sociales y emisiones especiales nuevamente viejas historias, informaciones falsas, verdades a medias y mentiras lisas y llanas", escribieron en su página web "Find Maddie”.
Políticos de alto rango e incluso el entonces papa, Benedicto XVI, recibieron a los McCann, mientras que la autora de los libros de "Harry Potter", Joanne K. Rowling, y el empresario Richard Branson les brindaron apoyo financiero.
Sin embargo, todos los esfuerzos fueron, hasta ahora, inútiles: el destino de Maddie sigue siendo un misterio. Pero, ¿qué pasó con la pequeña que desapareció en mayo de 2007 poco antes de su cuarto cumpleaños de un complejo de vacaciones en la costa de Algarve?
La última gran búsqueda fue llevada a cabo por autoridades británicas y portuguesas en junio de 2014, justo al inicio de la temporada de vacaciones. Unos 40 funcionarios avanzaron con perros rastreadores, radares, topadoras y palas. El alcalde Victor Mata despotricó, los habitantes protestaron. La acción no tuvo ningún éxito: los cocker spaniel rastreadores Tito y Muzzy no encontraron más que huesos de animales.
Mark Rowley, director de investigaciones especiales en Scotland Yard, dijo esta semana que no se podía descartar que Maddie aún siga con vida. Por eso, añadió, se sigue investigando en colaboración con colegas en Portugal. Al parecer, las investigaciones británicas del caso de Maddie costaron más de 13 millones de euros. En marzo, el Ministerio del Interior en Londres aprobó dinero para otros seis meses.
En tanto, el turismo en Praia da Luz volvió a repuntar. A fines de abril, y a pesar de un tiempo relativamente fresco, están llenos los bares, los restaurantes y las playas.
"Sí, claro que me acuerdo de Maddie. En ese momento también sufrimos y esperábamos que fuera encontrada con vida", cuenta Megan, que visita la playa por tercera vez con sus hijos Daniel y Lucy y que es del condado de Leicestershire al igual que los McCann. Megan aclara que no tiene especial preocupación por sus hijos. "Se exageró un poco en ese momento, en todas partes desaparecen cada año cientos de niños, incluso en el Reino Unido", dice.
El ex investigador jefe portugués Gonçalo Amaral no quiere dar entrevistas, según su portavoz. Se ve como a una víctima. El comisario, apartado del caso pocos meses después de la desaparición, había escrito en su libro "La verdad sobre la mentira" que Maddie estaba muerta y que sus padres lo habían ocultado. Después de una batalla judicial de años, el Tribunal Superior de Portugal le dio la razón en febrero: Amaral no tiene que indemnizar a los McCann por un fallo previo y puede seguir haciendo sus afirmaciones.
En el Ocean Club cerca de la playa todo está bastante tranquilo. Hay pocos huéspedes en la piscina y en el bar de tapas. Los padres de Maddie habían ido a cenar a un restaurante cercano cuando su hija desapareció del departamento 5A del club. Los investigadores creen que fue secuestrada. Hoy día se considera descartada una posible participación de los padres. "No hay absolutamente ningún motivo para volver sobre ello", dijo Rowley.
A pesar de su enojo inicial, Ana, la vendedora de joyas, siente pena por los padres. "Espero que encuentren a Maddie", dice.