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Dichos y dicharachos

Si alguien me hubiera dicho que me dedicaba a la paremiología, no habría yo entendido nada. Y es que siempre me ha gustado reunir refranes, apuntar los dichos y los proverbios que oigo, anotar los proloquios que escucho de labios de la gente. Y de eso, de los refranes, se ocupa la paremiología.

Tengo una buena colección paremiológica. Leyéndola y releyéndola encuentro consejo y diversión. Hay un dicho que afirma: “Los dichos de los viejitos son Evangelios chiquitos”. A más de su sabiduría, sin embargo, contienen esas sentencias populares mucho gracejo, y a veces picardía picante.

He aquí algunos de los más sabrosos dichos que he recogido a lo largo de los años, tanto en Saltillo como en el campo de nuestra región:

“¡Ora sí, violín de rancho, ya te agarró un profesor!”.

Se usa cuando una empresa que estaba en malas manos es tomada por alguien muy capaz.

“Desayuna como rey, come como príncipe, y cena como mendigo”.

Aconseja comer mucho en la mañana, al iniciar la jornada del trabajo; poco al mediodía y casi nada en la noche, pues es riesgoso ir a la cama con el estómago lleno.

“Buena cuenta es toma y daca, todo lo demás es caca”.

Vi ese refrán en un letrero tras el mostrador de una tienda de rancho. Apercibía contra los peligros de fiar, es decir, de vender a crédito. Este dicho es más ingenioso y tiene mayor sabor popular que el resobado “Hoy no se fía, mañana sí”.

“La cabra: en el monte latosa, en la mesa sabrosa, y en la bolsa ruidosa”.

Declara esta sentencia que criar cabras es asunto fatigoso y de mucho trabajo, pero que da buena carne para comer y buen dinero cuando se vende el animal, su leche o sus cabritos.

“Es como la bacinica, nomás pa’ una cosa sirve”.

Indica que hay personas que, como “la borcelana”, “la taza de noche”, “el tibor”, “la necesaria” o “la perica”, que de todas esas maneras se nombraba a la bacinica, sólo sirven para algo, y para nada más.

“Peso que no da tres, pa’ qué es”.

Invocaban este dicho los usureros de Saltillo -los hemos tenido muchos y famosos- para justificar sus réditos exorbitantes.

“Más ara el dueño mirando que veinte yuntas jalando”.

Es equivalente del refrán español que dice: “El ojo del amo engorda al caballo”.

Y, finalmente, este dicho expresivo, contundente:

“Aire por atrás, nomás el que sale es bueno”.

Advierte contra las corrientes de aire que se reciben en la espalda.