Diálogo libresco

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Diálogo libresco

-No encuentro ninguna buena edición de “Madame Bovary”. ¿Ves algo por allá?

-No. Aquí están Dostoyevski, Chejov, Maupassant, Víctor Hugo y muchos otros, pero no Flaubert. No entiendo para que quieres otra edición de “Madame Bovary”…

-No la quiero para mí. Se trata de un regalo…

-¿Un regalo? Ah. Pero ¿a quién piensas regalar una novela tan triste?

-A una mujer que conocí en un Foury, ¿sabes? Resulta que es una gran lectora.

-¿En un Foury? Qué bien. ¿Cuál?

-Pues uno que está en la esquina de Allende y no recuerdo qué otra calle. Me pareció interesante que la trabajadora de una tienda de este tipo hubiese leído tanto. Mira. Por fin. Aquí está.

-Mmh. No confío mucho en esta editorial. Como que suele resumir las obras. ¿Ves lo delgado del libro? Aquí no está “Madame Bovary” completa.

-¿Tú crees? Quizá la tipografía es pequeña…

-A lo mejor es eso.

-Pero mira, allá, Alianza…

-Uy. Alianza. Prepárate. Ya sabes que es una editorial cara, cada vez más cara.

-Y que lo digas… Vamos a ver… Dante, Aleixandre, Cernuda, Freud, Salinger, Proust…

-Qué catálogo, ¿eh? “El mundo de Guermantes”… ¿Te interesa? Pero ya la conoces, ¿no? Te la pasas hablando de Proust.

-Sí, ya conozco “En busca del tiempo perdido”, pero me encanta este tercer volumen…

-Si no recuerdo mal, tienes la obra de Proust en esta editorial, ¿no?

-Sí, pero ya sabes: cuando busco un libro, jamás lo encuentro. Como dice Virginia: los libros parecen reproducirse como conejos.

-¡Ja ja ja! Es cierto. Y no sabes ni cómo… ¿Y por qué te gusta tanto este tercer volumen?

-Por varias razones, pero hay una que me seduce: la conducta de Robert de Saint-Loup ante el Narrador. En esta tercera parte de la obra, Saint-Loup está cumpliendo su servicio militar en Donciére y allá va el Narrador desde París porque, supuestamente, se ha enamorado de su tía, la Duquesa de Guermantes. Pero la relación entre ambos es tan ambigua que uno termina dudando si el enamorado está más prendado de la tía que del sobrino…

-¿Cómo? Ésa es una hipótesis muy atrevida.

-¿Atrevida? Pero para nada. A estas alturas todos saben que “Albertine” no es tal sino una combinación de personajes masculinos de los que Proust estuvo enamorado, particularmente de Agostinelli, su atractivo chofer.

-¿Y Saint-Loup es también una mezcla de personalidades reales?

-Ajá. Saint-Loup es una combinación de caracteres: amigos, conocidos, amores o amantes de Marcel.

-Sería un buen regalo para tu amiga del Foury.

-¿Tú crees? Bueno, para empezar, fíjate en el precio. Quinientos cincuenta pesos. Una locura, ¿no? Si compraras los siete volúmenes de “En busca del tiempo perdido” en Alianza gastarías de golpe unos tres mil quinientos pesos, quizá más…

-Uf. Demasiado dinero. ¿Dónde diablos están los editores ante el famoso y demagógico “fomento de la lectura”?

-Pues ni idea… Pero hay algo más. La lectora del Foury tendría que vérselas con una novela un tanto difícil. Porque, como sabes, esta obra no es una novela de aventuras a lo Alejandro Dumas, por lo demás un gran narrador… Y regalar un volumen intermedio me parece una mala idea. Otra cosa: “El mundo de Guermantes” es un tanto escabroso…

-¿Te refieres al tema de la homosexualidad?

-Sí, aunque también al estilo de Proust, que para muchos resulta excesivamente digresivo, lírico… Digamos arbóreo.

-¿Arbóreo? ¿A qué te refieres?

-Tú lo has leído. Uno de los rasgos estilísticos de Marcel es ése: navegar entre enunciados acumulativos, explicativos, incidentales, de manera que su sintaxis se ramifica a veces interminablemente. O casi.

-Y supones que tu reciente amiga no es capaz de comprenderlo…

-No lo sé. No pretendo subestimarla. No me hagas sentir mal, por favor.

-¿Y qué tal si la haces empezar por el principio?

-¿Te refieres al primer volumen de “En busca del tiempo perdido”?

-Por supuesto. Me refiero a “Por el camino de Swann”.

-Pero es igualmente complejo… Recuerda la objeción que hizo el despistado de André Gide a esas treinta y tantas páginas del inicio…

-Las del insomnio, sí. Pero el tiempo cambia y la humanidad asimila esos cambios, ¿no te parece? Para los chicos de hoy, el cubismo, por ejemplo, es algo natural.

-Es cierto. Como la tecnología digital, ¿no? Hoy los niños parecen nacer con un teléfono celular o una Tablet en las manos…

-Eso es. En cambio nosotros… Tuvimos que aprenderlo, corriendo tras el tren bala del progreso. Y apenas pudimos agarrarnos del último pescante.

-Con esfuerzo, por cierto, ¿eh? Mmmh… Creo que tienes razón. Regalaré a esta entusiasta lectora dos libros: “Madame Bovary” y “Por el camino de Swann”.

-¿En francés o en español?

-Hombre… No seas tan exigente. No me acusarás de antifeminista si se los regalo en español. Si se engancha con ellos, es posible que se anime a aprender francés.

-Y así podrá leer también a Baudelaire, a Mallarmé, a Rimbaud y a Valéry en su idioma original.

-¿Y qué tal si le obsequio “La Guerra y la Paz”?

-¡Pues ya se animará a estudiar el ruso, ja!

-¡Y yo también!

-Mejor, amigo. Así seremos tres. Siempre he querido leer a Dostoyevski y a la Ajmátova en su propia lengua.

-Pero ¿dónde estudiar ruso en Saltillo?

-…