Hoy cumple 100 años la Constitución y hay razones para recordarla. Fue una excelente carta de defensa de los mexicanos con una visión radical en cuanto a protección de obreros, campesinos y mujeres. Ha sido modificada 600 veces y no quedan impunes más que 22 de sus artículos. No me ocuparé de la Carta Magna porque han aparecido buenos artículos y programas televisivos sobre su origen y alcances.

Murió don Lorenzo Servitje, uno de los hombres poderosos de México. Sus empresas rebasaron los límites geográficos de la Nación para instalarse en otros países. Su hijo declaró que ahora va sobre África.

Recojo dos aspectos de don Lorenzo: él propició la represión a dos personajes que hacían de la televisión un medio de información serio y valiente. Me refiero a Carmen Aristegui y Javier Solórzano. Dentro de sus polémicos programas (Círculo Rojo), una noche dieron la voz a tres personajes raros, todos varones, que dijeron ante la audiencia que un hombre había abusado de ellos sexualmente cuando niños.

Todos eran exitosos en la industria o la academia. Los vi con cierto malestar (¿qué nos traen estos morbosos periodistas?), pero me ganó la valentía de los entrevistados. Un empresario poblano no pudo contener los sollozos y empezó a llorar recordando al sacerdote que lo obligó a hacer cosas indebidas que no explicó porque lo envolvía el llanto. Otro era un filósofo respetado que declaró que estaba ahí porque su esposa e hijas lo presionaron a denunciar al padre Marcial Maciel, fundador de los Legionarios de Cristo, porque lo había usado sexualmente. Don Lorenzo Servitje llamó a la televisora y dijo que si no suprimían a Carmen y Javier, retiraba sus anuncios. Salieron.

Luego vino lo que sabemos. Juan Pablo II apoyó a Maciel, pero Benedicto XVI lo condenó en vida prohibiéndole hablar en público y confesar. En la Iglesia es un castigo enorme, pues a un sacerdote se le conoce como servidor de la palabra. Evitar que hablara era suprimirlo. Era un monstruo y murió condenado. El Papa formó una comisión de estudio de la Legión y canceló el voto de secrecía creado por Maciel en su orden para protegerse de denuncias. Maciel se caracterizó por repartir millones de dólares entre cardenales de Roma. El único que rechazó su “limosna” fue el cardenal Ratzinger (luego Benedicto).

El otro aspecto del señor Servitje nos conduce a la gordura de los mexicanos, la diabetes, la hipertensión y sus consecuencias. Y en este tema no está solo. Lo acompañan Coca Cola y Sabritas (Pepsi Cola). Esas empresas han acabado con la salud de todos. Lo que diga la Secretaría de Salud no importa, mientras permita que los que causan las enfermedades más frecuentes sigan de plácemes.

El día de hoy serán ingeridos millones de litros de bebidas azucaradas acompañadas con toneladas de papitas, chicharrones, cacahuates y fritos mientras se observa el futbol americano. Se ha establecido una relación entre juego y comida chatarra. Hace años un ruso demostró la correlación entre un estímulo y la necesidad de alimento. Una vez establecido no se requiere de propaganda. La televisión creó la relación.

Es momento que nuestro paisano Luis Narro Robles se ponga a estudiar las causas de nuestras enfermedades y sea consecuente. Sabemos que la diabetes tiene, en algunos casos, origen genético, pero ahora el crecimiento es exponencial, y familias cuyos ancestros no padecieron de la desgraciada herencia cayeron en el flagelo. Yo tengo problemas con el corazón y no echo la culpa a nadie, pero no deseo que otros enfrenten ese problemón. He desechado no pocos alimentos que en otros tiempos eran mi delicia, abandoné hace largos años el cigarro y hago ejercicio, aunque no como debería. He vivido bastante, así que no tengo pleitos con la vida ni con los demás. El Gobierno sí tiene obligación de cuidarnos. Ahora percibe mil millones de pesos diarios por el gasolinazo; debería pensar en la salud, la educación, la vivienda… y no nada más en las elecciones del Estado de México y en las de 2018, porque para esto decretó el gasolinazo.