Devastación, desocupación y más

Usted está aquí

Devastación, desocupación y más

Desocupación, importaciones, exportaciones, inversión extranjera directa, producción y venta de automóviles, inversión fija bruta… y mejor dejémosle ahí, para no alargar la angustia.

No pecaron de pesimistas los analistas de Citibanamex cuando declararon días atrás que los indicadores económicos del País apuntaban hacia una devastación económica. Aunque el término se escuche muy fuerte no desentona en nada con el escenario actual.

Hacer un recuento de cifras de la actividad económica que se han divulgado en los últimos días sería un ejercicio de masoquismo. Hacia donde queramos voltear a ver los indicadores nos pintan un escenario poco menos que desolador. Desocupación, importaciones, exportaciones, inversión extranjera directa, producción y venta de automóviles, inversión fija bruta… y mejor dejémosle ahí, para no alargar la angustia.

 

El tema aquí ya no es discutir si aplica o no el término utilizado por Citibanamex, sino la profundidad de la devastación que atestiguaremos. Existen algunos riesgos que de materializarse llevarían a una devastación de niveles inimaginables. Esos escenarios no necesariamente serían consecuencia directa de la pandemia del COVID-19.

A continuación enlisto solo los que podrían ser los más graves de todos:

Vientos proteccionistas. Una etapa prolongada de parálisis en la actividad económica a nivel mundial será la excusa perfecta para que gobiernos alrededor del mundo -sobre todo aquellos de corte populista- tomen medidas tendientes a restringir el libre comercio. Con ello estaríamos cometiendo el mismo error que agravó la Gran Recesión de 1929-1932. Un recrudecimiento del proteccionismo a escala global o bien liderada por los Estados Unidos, restringiría aún más la actividad económica, con lo que nos estaríamos instalando ya en una de las épocas más lúgubres de la histórica económica.

Ataque a la autonomía del Inegi. En realidad apenas estamos en el inicio de los datos económicos de terror que vendrán después. Ya hemos visto que el Gobierno no es nada proclive a aceptar cifras que muestren una realidad económica diferente a su narrativa. Ya si de plano los indicadores los emiten ellos mismos, pues vaya usted a saber que arreglos les hacen. Solo así se entienden las cifras alegres del informe de finanzas públicas al mes de abril por parte de la Secretará de Hacienda. Cuando arrecien las cifras económicas negativas podemos esperar cualquier cosa para eliminar esos datos incómodos.

Control de cambios. Pensar que la trayectoria a la baja que está mostrando la paridad cambiaria continuará en las siguientes semanas sonaría muy  inocente. Conforme se vaya materializando la pérdida del grado de inversión del país, se acelere la salida de capitales, se recrudezca el discurso gubernamental antiempresas y los indicadores del mercado laboral muestren más fehacientemente la realidad, el desplome del peso será irreversible y la tentación de intervenir en el mercado cambiario será muy grande.

Aunque no nos guste pensar en eso, o no podamos concebirlo, es necesario entender que  las cosas se pueden poner peor.