Deuda con la Sierra de Zapalinamé

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Deuda con la Sierra de Zapalinamé

Ante la presencia de la majestuosa Sierra de Zapalinamé, los pobladores de Saltillo han hecho de ella uno de sus más bellos paseos campestres.

De uno de esos domingos, acostumbrados a excursiones, surgió la leyenda “La Osa Enamorada” que relata el historiador Vito Alessio Robles. Había acudido a la sierra, en la boca de San Lorenzo, un grupo numeroso de familias saltillenses. Cuenta que una orquesta ejecutaba valses, polcas y danzas luego de haberse organizado la comida a la sombra del tupido follaje de los árboles.

Un boticario, de notable fealdad, cuenta la leyenda, había decidido adentrarse por la boca de San Lorenzo y cuando todo mundo se marchaba ya, él simplemente no aparecía. Se extendió el manto nocturno, y por más que lo buscaron no apareció. Siguió sin aparecer. Se unieron a la búsqueda al día siguiente campesinos y leñadores conocedores de la intrincada serranía. Nada.

La leyenda coloreó de amor la historia: una osa se habría enamorado profundamente de él y no lo dejaría escapar, pues, según el relato, habría sido conducido a una alta cueva, raptado por ella.

La historia, como buena leyenda en la que existe el elemento fantástico y el elemento real, se registró en un momento determinado e inscrita en él, no en la época actual, formó parte del imaginario de los saltillenses.

Nos proveyó de una historia que contar, que relatar, de un lugar que para todos sus habitantes se nos ofrece como un magnífico elemento de identidad y pertenencia. Todos los días, ante nuestra mirada, es la Sierra de Zapalinamé un rostro maravilloso con el cual comenzar y concluir la jornada.

Historias fantásticas como esta y su presencia estética fortalecen su importancia en nuestras vidas.

Es la que nos provee del agua que hace que el valle sobreviva. Ubicado en el cañón de San Lorenzo, existe un predio conocido como “El Aguaje”. Lo componen formaciones geológicas que proceden del Jurásico Superior y el Cuaternario, formaciones que hacen posible se filtre abundante agua al subsuelo. Esto permite, ha permitido por más de 400 años y en una ciudad que acaricia el millón de habitantes, la recarga constante de los acuíferos.

La organización que por tantos años ha cuidado y protegido la flora y fauna de Coahuila, Profauna, tiene en comodato desde el 23 de julio de 2012 la propiedad denominada “El Aguaje”, cuya compra hizo en 2008 el gobierno del Estado.

Hoy por hoy, noticias del Cañón: del pasado 16 de febrero al 22 de abril está en marcha el proyecto “Respira San Lorenzo”, convocado por la asociación Conservación San Lorenzo. Se busca atraer el apoyo de los saltillenses para lograr la adquisición de predios que serán resguardados y destinados a la conservación.

Ojalá que nuestra población –que le debe tanto a la Sierra de Zapalinamé, a sus historias, desde su mismo imponente nombre; a su belleza y a su fuente de vida– le entre amorosamente al proyecto y permanezca atenta y vigilante.

Cualquier acto en el cual se vea involucrada la horadación de sus faldas debe ser visto como un atentado a nuestra propia supervivencia y la de las generaciones que siguen detrás de nosotros.

Tan importante ha sido la Sierra de Zapalinamé en nuestras vidas que debemos considerar como una deuda la que tenemos con ella. Y empezar a pagar esa deuda es respetar sus espacios, obligar a que se respeten y hacer, en general, lo que está a nuestro alcance para poder contribuir en su protección, desde la aportación económica hasta las labores de promoción y limpieza en las que ya muchos están comprometidos.

Hoy la Sierra de Zapalinamé no es solamente un paisaje a la distancia. Hoy debemos entender que está en nuestras casas, gracias a lo que en ese majestuoso entramado ocurre diariamente, el milagro de la vida.