Después de Navidad

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Después de Navidad

Trascender es permanecer en el corazón de las personas. Estas palabras se las escuché a una muy reconocida persona; una mujer que su talento y entrega la han llevado a     superar todos los obstáculos a que se enfrentó, y que su prominencia actual no la ha envanecido, sino, por el contrario, la ha convertido en una mujer profundamente humana; consciente de la realidad actual y que por ello convoca a quienes  tiene la oportunidad de escucharla, a ser responsables, cada uno en su momento, de la vida de los demás.

En un principio se puede pensar que esto no tiene nada que ver con la Navidad. No es así, en esta hermosa época de fiestas, regalos, palabras de amor; todos nos formamos una gran lista de buenos propósitos a realizar. Pasada la euforia, mecánicamente pasamos a la rutina y ésta nos envuelve olvidando ser mejores seres humanos y pensar en quienes la vida les ha negado la oportunidad de escoger un mejor camino, porque  su pobreza material y espiritual es tal que equivocadamente se  trocan en personas poco deseables y repudiados por una sociedad que los ha abandonado y a los que juzgamos con bastante crudeza; generalmente impactados y contagiados por  la prensa y la televisión. Y nos limitamos a hacer crudos comentarios y difundimos las acres noticias pero no hacemos nada positivo por el bien común del que, de alguna forma algo tuvimos que ver en ello, al no ayudar al que lo necesita ya sea económicamente según nuestra capacidades o con un buen consejo a tiempo y una muestra de solidaridad, y así nuestras promesas generalmente quedan en palabras pronunciadas por la emoción del momento y el ejemplo de Cristo Jesús, quien obedeciendo al Padre, entregó Su vida por nuestra salvación pasa a ser historia.

Han pasado  59 años desde aquel día en que recibí la visita de los padrinos de bautizo de mi hija. Eran portadores de un gran regalo para ella: las figuras de un hermoso Niño Dios y sus padres San José y la Virgen María.  No son de cerámica fina ni cualquier otro  material caro, sin embargo, los he conservado como algo precioso y único. Cuando mi hija se casó, en la primera Navidad le propuse que si quería llevárselos. Significan mucho para mí, me contestó, pero han sido suyos todos estos años y esta casa es su lugar. 

Le agradecí profundamente  su desprendimiento de algo que amaba; desde entonces tuvieron para mí doble significado; el saber que ya podía sentir que eran míos y el amor de ella al cedérmelos. Cada año los saco de la caja en que los guardo con infinito cuidado para colocarlos en su lugar en el pino. Creo que ya luzco anticuada porque mi pino sigue luciendo esferas y adornos que en algún tiempo hicimos toda la familia y que se han ido acumulando. Todas tienen un significado y un recuerdo de las Navidades pasadas. Admiro, es cierto, los hermosos decorados que ahora se estilan, sin embargo para mi me parecen sumamente costosos y, en mi opinión, han perdido mucho de la esencia y propósito para  el que fueron creados; en realidad lucen como un bello adorno navideño.  

Cada año al guardarlo le digo a mi niño: gracias por una Navidad más. Tú si zabras si nos veamos el próximo. Espero que hayan disfrutado mucho de esta hermosa celebración, que no tiene parangón, y que recuerden cumplir con los propósitos que  en los momentos felices se hicieron. Porque, como siempre, al final…

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