Desplazamiento y dislocación

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Desplazamiento y dislocación

Un barco grande choca con la barca de madera de gente que emigra y mueren niños en el mar Mediterráneo. 

Se abren -acá- en tierra, las puertas del camión de mudanzas y salen migrantes descamisados que venían “amontonados” en el escondite rodante, sin luz ni ventilación.

Se descubren casi dos decenas de niños y adolescentes sin ninguna compañía adulta en el hacinamiento asfixiante de los -ahora- futuros deportables.

Población desplazada y dislocada. Expulsada, por la necesidad de supervivencia, de tierras en que crece el peligro de perder la vida. El desempleo y la amenaza de agresiones y robo los desesperan hasta invertir todo efectivo en un coyotaje voraz que los transporta sin protección. 

El migrante puede encontrar el milagro de llegar antes de que se complete la cuota humana de ingreso y la decepción de que se cierre la puerta en sus narices. 

Son los no aceptados, los que quedaron sin miel y sin jícara, entre la espada y la pared. La deportación resulta para ellos tan repugnante como tragarse su propio vómito.  

Volver a vivir más de lo mismo. Volverse a infectar de lo que querían curarse.

Son vidas frágiles. Casi siempre en peligro extremo. Ni posesiones ni ley, ni pared ni puerta los defiende. Son los excluídos. Los descartados. Son el desecho de las prosperidades secuestradas por minorías acaparadoras. Y cada uno y cada una son personas con toda la dignidad humana. Destinatarios de los bienes de la Creación, represados por sistemas económicos injustos y homicidas.

Duele mucho un hueso dislocado. Todo lo que está fuera de su lugar es incómodo e inadaptado, suena como una estridencia en un concierto. O se le discrimina con menosprecio, o se le tolera con frialdad, o se le permite convivir si puede dar mucho recibiendo poco.

La incivil civilización padece también dramáticas migraciones familiares e institucionales: del compromiso a la infidelidad o del servicio a la corrupción. Se intenta tachar valores, paradigmas, estructuras constitutivas con libertinajes que se disfrazan de libertad y abusos con apodos de derechos. Sin verdad, sin amor, sin justicia y sin auténtica libertad, la persona humana se degrada lastimando y queda herida por las violencias destructoras y letales. 

Salud, equilibrio, asentamiento, desarrollo, solidaridad, con sabio manejo de conflictos, es una meta desafiante para que tantos y tantas no se sientan como un desecho de falsas prosperidades perversas y excluyentes. Que a nadie falte tierra, techo y trabajo y pueda quedarse, en lugar de ser un fugitivo de su propia patria...