Usted está aquí
Despiden con mariachi al sacerdote exorcista de la Diócesis de Saltillo
Los restos de José Luis del Río y Santiago, sacerdote exorcista de la Diócesis de Saltillo, fueron colocados en el mausoleo de la parroquia del Santísimo Cristo del Ojo de Agua.
Horas antes, el mismo ataúd recorrió las parroquias cercanas al templo que lo acogió a su llegada de Monclova. La multitud caminó detrás del féretro en marcha fúnebre con cantos y alabanzas.
Entre los cientos de seguidores, el ataúd blanco se abrió paso para llegar a los pies de la figura del Cristo Crucificado de la parroquia de Ojo de Agua. Ahí lo esperaba una decena de sacerdotes quienes oficiaron una misa en su memoria.
A unos minutos de haber comenzado la misa, los aplausos interrumpían la voz que salía de la bocinas dentro de la templo, hasta que el obispo Francisco Villalobos, con su longevidad y lentitud, comenzó el rito. Fue este último quien adjudicó la responsabilidad a José Luis del Río de realizar misas de liberación y exorcismos.
“Oremos en un momento de silencio dándole a Dios el alma de José Luis y que a nosotros nos acompañe a sobrellevar el dolor de su partida”, dijo Villalobos antes de que el silencio dominara. Durante el acto solemne decenas de personas quedaron afuera escuchando la misa desde las bocinas debajo de toldos que colocaron para el evento.
Decenas de coronas de flores que fueron llevadas por los vecinos y seguidores del sacerdote estaban recargadas en la pared norte del edificio de ladrillo. Después de casi dos horas de la despedida solemne, se dio el último adiós y el llanto y los aplausos fueron aumentando de tono. El ataúd fue llevado hasta una carroza que ayudaría a trasladar el cuerpo hasta el mausoleo que se encuentra el principio de las largas escalinatas del templo.
Las personas se arremolinaron alrededor del lugar para ver por última vez los restos del sacerdote, a la par que un mariachi hacía más doloroso el momento. El llanto fue cada vez más generalizado debajo de las sombrillas que utilizaban las personas para cubrirse de los rayos del sol.
Eran casi las 12:00 en punto cuando Las Golondrinas desde la garganta de los músicos y la mayoría de las personas, sonaban durante la colocación de la losa de concreto que resguardaría por siempre los restos de este hombre dedicado a su religión. Los medios de comunicación se arremolinaron ante del cierre para captar las últimas imágenes.
Durante este trayecto, algunas mujeres se desmayaron, necesitando el auxilio de las personas alrededor.