Un “hat-trick” del francés André-Pierre Gignac, otro de su compatriota Andy Delort y un autogol de Darío Verón le dieron el contundente triunfo a Tigres, que se impuso 7-2 en el global.

El Universitario fue un carnaval bañado de lluvia y goles, pero también del futbol que ofreció Tigres para contentar a una expectante afición que volvió a ver ganar a su equipo después de cuatro fechas.

Una afición que también observó la resurrección de Gignac, quien se despachó con una catarata de anotaciones tras una larga sequía que lo habían puesto en el centro de todos los cuestionamientos.

Solvencia, puntería y control fueron los atributos que tuvo anoche Tigres para masacrar a Pumas y avanzar a las Semifinales.

El cuadro de Ricardo Ferretti fue un equipo macizo y demostró tener mucho oficio y colmillo en estas instancias donde la ventaja juega de su lado.

Y en tal sentido marcó diferencias de entrada, casi desde el vestidor, cuando a los 3’ Gignac aprovechó una precisa habilitación de Javier Aquino, para definir de tres dedos y festejar una anotación después de dos meses de sequía.

Cuando más se le cuestionaba, el francés asomó la cabeza otra vez y no sólo recuperó su sello goleador, sino que también fue determinante para jugar con y sin pelota.
Con el 1-0 a su favor, Tigres hizo lo que mejor sabe: controlar sin exigirse y responder con latigazos cuando las circunstancias le acomodan el escenario.

Prácticamente, al partido le sobraron 87 minutos. Primero, porque Pumas fue demasiado inexpresivo y con un futbol liviano se le hizo muy cuesta arriba el resultado para tan poca propuesta.

En realidad, todo fue a pedir de Tigres, que al 25’ encontró el 2-0 después que Darío Verón empujara el balón contra su propia portería tras un centro de Juninho. Y en otra acción de peligro, Ismael Sosa sacudió el poste derecho de Miguel Palacios.

Pumas sólo disparó una sola vez sobre el marco defendido por Nahuel Guzmán en la primera parte. Lo hizo vía Fidel Martínez recién a los 41’, toda una demostración de esterilidad ofensiva de un equipo que necesitaba ganar.

En la segunda parte, Tigres fue una máquina de anotar. Sin desesperarse y esperando el momento justo para gatillar, llegaron otros dos goles más de Gignac (74’ y 78’) y uno de su amigo Andy Delort (88’) para sentenciar un juego sobre un Pumas reducido a papel y que no ofreció equivalencias futbolísticas.