Desperdicios y otros datos

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Desperdicios y otros datos

La Organización de las Naciones Unidas acaba de publicar que el 20 por ciento de los alimentos en el mundo se desperdician. Esto es un insulto ante las necesidades actuales de la población que ha visto cómo el precio de los alimentos no ha dejado de subir en los últimos doce meses de una manera constante. La pandemia ha ocasionado un uso inadecuado de recursos, sobre todo por la sorpresa con que llego a los países.

El desperdicio de alimentos en México es peor que el promedio mundial, pues alcanza el 34.7 por ciento del total producido, de acuerdo con el Centro de Estudios para el Desarrollo Rural Sustentable y la Soberanía Alimentaria de la Cámara de Diputados. La cifra por sí sola es escandalosa. Si se toma en cuenta que al menos 50 millones de mexicanos están en situación de pobreza nutricional, ya se podrá encontrar una explicación adicional de por qué en México el coronavirus es más letal que en otras partes del mundo.

Por otro lado, y para completar el cuadro del problema, los productos alimenticios han elevado su precio al menos un 30 por ciento durante este primer año de pandemia, lo que ha complicado el manejo de la enfermedad, pues ha tomado a la población mal alimentada. Por desgracia, las despensas otorgadas por los gobiernos a todos los niveles son un festín de carbohidratos, que sólo contribuyen a incrementar el riesgo de enfermedad, como lo ha sostenido la Organización Mundial de la Salud.

Otro desperdicio importante de México, es el del dinero federal gastado o tirado en energía. Las recientes publicaciones sobre la deuda de Pemex, la empresa paraestatal mexicana, que asciende a 481 mil millones de pesos al cierre de 2020. La cifra por sí misma resulta muy difícil de dimensionar para cualquiera, pero con ella se podrían comprar dos veces todas las vacunas necesarias contra el coronavirus para la población del país o cuando menos el presupuesto asignado de al menos tres municipios. Los ejemplos de equivalencia podrían ser más, pero el punto importante es lo que se está dejando de hacer porque se quiere rescatar una empresa que está quebrada, aunque no se quiera aceptar este hecho.

Para terminar de sustentar el argumento anterior, la información más reciente dice que Pemex tuvo un incremento considerable de la deuda reconocida en los estados financieros con sus proveedores de un 43.2 por ciento, al cierre de 2020. Pese a las grandes inyecciones de capital del gobierno federal, la petrolera no se ha podido recuperar, ni se recuperará, pues además tiene una deuda financiera por 113 mil 200 millones de dólares.

Otro desperdicio importante dentro del sistema económico mexicano tiene que ver con la electricidad. La reforma eléctrica aprobada por los senadores esta misma semana ha generado discusiones entre los expertos sobre el rumbo de la política energética con la actual administración. Producir electricidad con gas es más caro que con carbón o combustóleo, pero ambos son sumamente contaminantes para el ambiente. Sin embargo, con la reforma se pretende utilizar el combustóleo que en estos momentos se acumula sin ningún uso, pues ya nadie literalmente lo compra. Además, al ser un desperdicio del proceso de obtención de petróleo, va a haber suficiente al menos en los siguientes quince años, más los inventarios actuales. Este hecho, entre otros, es un incentivo para la actual reforma que tendría un doble efecto. Por un lado, se podría utilizar el excedente de combustóleo y por el otro bajar los precios y garantizar producción de electricidad. De las otras secciones de la competencia de la Comisión Federal de Electricidad, mejor no decir nada. Hay que recordar que la electricidad no se puede almacenar, por lo que normalmente siempre hay excedentes que se pierden en la red de distribución para evitar apagones, que en países desarrollados es entre el 1 y el 3 por ciento del total. Para el caso mexicano, este dato ronda entre el 2 y 4 por ciento.

Para finalizar el tema del desperdicio, se dan despensas que engordan y no nutren, eso sí, muy baratas; se da dinero a los que menos tienen, pero se ha incrementado la pobreza; los sindicatos tienen recursos, pero hay escasez en sus agremiados. Los niveles de desperdicio se han incrementado a pesar de ser momentos que demandan un uso más cuidadoso de todo lo que se tiene.

En épocas tan complejas como la actual, es importante la orientación del gasto, tanto de las familias como de los gobiernos. Para que la economía crezca, además de la inversión, se requiere inteligencia para gastar correctamente y evitar desperdicios. México puede ser un país rico por todos los recursos renovables y no renovables que tiene, pero que se usan ineficientemente. Y ahora parece que se desperdician hasta las oportunidades de progresar ya que, en lugar de promover las energías limpias, se regresa al pasado, a aquello que contamina y ocasiona enfermedades para las cuales no se tienen recursos para curarlas. Se está desperdiciando tiempo con relación a las vacunas, no se sabe si se pagaron o simplemente se están recibiendo a cuentagotas por la buena voluntad de otros países. El magnate mexicano Carlos Slim compró la vacuna de AstraZeneca para que México tuviera una vacuna sin depender de nadie. Ya está el ingrediente base aquí en el país, pero no hay frascos de vidrio para envasarla. Desperdicio de recursos de la peor manera posible. Se pierde tiempo valioso para recuperar una economía enferma.

Resulta sorprendente que se hagan mejores proyecciones para el futuro cuando el presente sigue dando muestras de graves problemas. El optimismo por sí mismo no es una medicina lo suficientemente potente para cambiar el destino enfermo de una economía, pero en México tenemos tanto, que hasta lo tiramos por las mañanas. Hasta eso se desperdicia.