Deshonestidad intelectual y oportunismo

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Deshonestidad intelectual y oportunismo

Una de las características más ampliamente compartidas por quienes integran la clase política de nuestro País es la deshonestidad intelectual, entendida ésta como la incapacidad para hacerse cargo de las decisiones propias y de las consecuencias inherentes a éstas.

Carentes, por regla general, del escrúpulo necesario para evitar contradecirse, nuestros políticos son víctimas permanentes –salvo honrosas excepciones– de la esquizofrenia discursiva a la cual les conduce el oportunismo.

Un buen ejemplo de lo anterior es la “cruzada” iniciada por el senador Luis Fernando Salazar en contra de Mónica Aralí Soto Fregoso, magistrada de la Sala Superior del Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación, a cuya ponencia se asignó el proyecto de sentencia a partir del cual el pleno de dicho Tribunal decidirá, en definitiva, la controversia postelectoral local. Para el legislador, de filiación panista, Soto Fregoso es hoy indigna de confianza, aunque hace apenas un año sí fue digna de su voto para llegar al cargo.

Para “documentar” su posición actual, Salazar Fernández “exhibió”, en una conferencia de prensa –el 7 de noviembre anterior–, dos “descubrimientos” en el pasado de la magistrada Soto: ser hija de un conspicuo militante del PRI en Baja California Sur, su estado natal, y haber recibido, ¡hace ocho años!, un diploma firmado por Enrique Ochoa Reza, cuando aquel se desempeñaba como Director del Centro de Capacitación Judicial Electoral del TEPJF.

A partir de la referida conferencia de prensa, en la cual fue flanqueado por una decena de sus compañeros de bancada, Salazar ha emprendido una agresiva campaña, a base de memes, infografías y videos, en contra de la magistrada Soto, campaña con la cual buscaría desacreditar, a priori, el proyecto de resolución a cargo de aquella, en caso de resultar desfavorable al PAN.

Ante las “evidencias” exhibidas por Salazar, uno podría sentirse tentado a respaldarle, si no fuera porque existen otras evidencias a cuya vista queda clara la esquizofrenia discursiva del Senador. Repasemos algunos hechos:

1. La magistrada Soto Fregoso fue electa para el cargo el 20 de octubre de 2016 y de su designación son responsables los 97 senadores con cuyo voto contó, entre ellos Luis Fernando Salazar. Vale la pena aquí destacar un dato: la votación se realizó a partir de siete ternas remitidos al Senado por la Suprema Corte de Justicia, es decir, Salazar y sus compañero tuvieron otras dos opciones para escoger, pero decidieron votar por Mónica Soto de forma unánime, pues el acta de la sesión no registra un sólo voto en contra de ella.

2. En la sesión de aquel 20 de octubre, el veracruzano Fernando Yunes Márquez presentó al pleno el dictamen de la Comisión de Justicia relativo a la idoneidad de quienes aspiraban a magistrados. Compañeros de bancada, Yunes y Salazar, a juzgar por los tuits intercambiados entre ambos, son grandes amigos. El coahuilense incluso se dirige a él como “tocayini”.

El hoy Alcalde electo de Veracruz, al referirse al trabajo de la Suprema Corte, dijo textualmente desde la tribuna: “Mi más sincero reconocimiento a nuestro más Alto Tribunal, por la transparente y profesional integración de estas ternas. La selección de los ministros es la mejor garantía de que la decisión que hoy tomará esta soberanía es la correcta”.

3. Más adelante, el mismo Yunes destacó un hecho relevante relativo a las mujeres a ser designadas para el cargo. Debido, expuso, a la forma en la cual la Corte integró las ternas, no podrían ser designadas sino dos mujeres y por ello: “los integrantes de la Comisión de Justicia les hemos solicitado a los integrantes de la Junta de Coordinación Política del Senado que las dos mujeres que sean designadas el día de hoy, sean designadas para nueve años en su encargo”.

4. Ninguna de las “evidencias” expuestas por Luis Fernando Salazar en su conferencia del martes pasado es un “descubrimiento”, sino información pública al alcance de todo mundo desde antes de la designación de la hoy magistrada Soto Fregoso.

Ante estos hechos, las preguntas surgen solas:
¿Por qué Luis Fernando Salazar no solicitó el uso de la tribuna durante la sesión del 20 de octubre de 2016 para demandar la eliminación de Soto Fregoso del proceso de selección? ¿Por qué avaló con su silencio el reconocimiento realizado por su correligionario y amigo al elogiar la “transparente y profesional” integración de las ternas por parte de la Corte? En última instancia, ¿por qué no recurrió, por la vía jurisdiccional, la designación de Soto Fregoso?
De espaldas a tal posibilidad, Salazar votó –hasta en dos ocasiones– por la designación de la magistrada a quien hoy acusa de parcialidad y cuya reputación parece empeñado en destruir como fórmula para “torcerle el brazo” al Tribunal Electoral y, de esta forma, ver favorecidos los intereses de su partido en la disputa postelectoral coahuilense.

Por ello, la respuesta a las interrogantes anteriores es evidente: lejos de ser un demócrata, como pretende presentarse ante nosotros, Salazar es uno más de esos políticos caracterizados por la esquizofrenia discursiva, la deshonestidad intelectual y el oportunismo mediático. (continuará…).

¡Feliz fin de semana!

@sibaja3
carredondo@vanguardia.com.mx