‘Desconstruir’ México

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‘Desconstruir’ México

Todo comenzó cuando anunciaron en la radio un mensaje de Andrés Manuel López Obrador en tanto me encontraba paralizado en el estacionamiento más grande del mundo, el Distrito Federal. En otras ocasiones, cuando repentinamente me sorprendía un comunicado de dicho personaje, todo lo que yo alcanzaba a escuchar era lo siguiente: “Andrés Ma…” A partir de ese momento tenía el privilegio de disponer de diferentes estaciones a lo largo del cuadrante ciertamente democrático… ¡Qué placer implica el hecho de apretar un botón para dejar de escuchar una voz ya sea de un político ladrón, como si hubiera de otros, o de una esposa regañona, como si hubiera de otras, o la de cualquier individuo indeseable, como si no nos rodearan un buen número de sujetos que deberían tener un botón de off en la frente…! Un click basta. Se acabó la tortura. A otra cosa…

Pues bien, como les decía, cuando me encontraba absolutamente inmóvil, como siempre, en medio del tráfico, en ese momento, a saber porqué, vinieron a mi mente en tropel los siguientes razonamientos:

Si usted, amable lector, que pasa la vista por estas breves líneas, y yo, decidiéramos construir un edificio llamado México y usted, el encargado de proporcionar los fondos se los roba o los desvía a otros menesteres y yo, el responsable de la construcción, echando mano de los escasos recursos que llegan a mi cuenta de cheques dentro de nuestro convenio mercantil, los utilizo para comprar materiales de construcción, mismos que aprovecho para edificar otro inmueble absolutamente desvinculado de nuestro proyecto común, el resultado es la nada y la nada se llama México porque los gobernantes han entendido el ahorro de la nación como un jugoso botín y entienden sus cargos públicos como la mejor oportunidad para hacer negocios privados. Lo anterior, por un lado, por el otro, los contribuyentes de impuestos locales o federales recurren a maniobras legales o ilegales para evitar el pago de impuestos con el argumento de que si los funcionarios van a disponer ilícitamente de dichos fondos cometiendo todo género de peculados, pues en ese sentido es mejor, mucho mejor, según ellos, que el tesoro que lo desfalquen los contribuyentes. ¿Cinismo o realidad?

Así las cosas, con el solo hecho de salir a la calle se comprueba la existencia de esta alianza perversa implícita que ha hecho de México el gran desastre porque cada quien cuenta con una justificación para apuñalar a México. ¡Qué diferente sería la realidad si en nuestro país existiera un auténtico Estado de Derecho, en donde los funcionarios públicos que hoy se dedican impunemente al peculado fueran encarcelados uno tras otro como ha acontecido en Guatemala, en Costa Rica y en el Perú! ¡Qué país tan distinto tendríamos si los contribuyentes pagáramos nuestros impuestos con la certeza de que se convertirán en carreteras, en puertos, aeropuertos, universidades, hospitales ó instituciones de investigación científica y tecnológica en lugar de asistir cotidianamente a la increíble comprobación de que los tributos van a dar al bolsillo de funcionarios podridos carentes de la menor piedad y del sentido del honor.

¿Quién tiene más culpa, el que se niega a pagar porque se roban los impuestos o el que se los roba una vez recaudados? ¿Cómo construir así el país con el que soñamos?

fmartinmoreno@yahoo.com