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Desastre del PAN en Coahuila
Mientras exista la iglesia católica en México siempre habrá un partido conservador. Ya sea con tal nombre, como en los tiempos de Lucas Alamán, o como Sinarquismo, Cristiada, Partido Demócrata Mexicano o Partido Acción Nacional. Porque siempre habrá quien esté en contra del laicismo, del colectivismo y del socialismo. Los panistas son así, tradicionalistas, enemigos del aborto, de la propiedad pública y del Estado interventor. Nos guste o no, es una convicción válida y actual.
Es la derecha que triunfó en Yucatán, que ganó en el Bajío de Chihuahua que sigue vigente, y no así el panismo de Coahuila y Nuevo León cuya fortaleza quedó en el pasado al convertirse en comparsa de Morena, de la izquierda aberrante que los cobijó, la izquierda que con su PAN hoy se está comiendo la derrota electoral.
Es el caso de los políticos que en Nuevo León desertaron del PAN para irse a Movimiento Ciudadano y a Morena, asunto que derrotó al panista Fernando Larrazábal para la gubernatura. Igual pasó con el expanista Felipe de Jesús Cantú a la alcaldía de Monterrey por Morena. Totalmente contra natura. Fracaso total.
Aquí en Coahuila el desastre panista es aún peor. Los tránsfugas del PAN en La Laguna, ahora morenos, descarrilaron la candidatura de un expresidente nacional del PAN, Marcelo Torres Cofiño. Y es que otro panista con nombre muy acorde a la derecha, Fernando de la Asunción –papá del “Niño Azul”– mandó al tercer lugar a don Marcelo de Jesús, de sacro nombre también.
Aquí en Saltillo el panismo vergonzante, traidor, lame suelas de Morena y adocenado de Guadiana, mandó al tercer lugar a la panista Tere Romo, que se la jugó en serio con el PAN, cuyo presidente, Jesús de León Tello, resultó ser un fiel representante de las almas corvas, del que Tere nunca esperó nada bueno, sino mal agüero y mala saña, acorde a su precaria personalidad. Este león de papel hundió al PAN en Coahuila.
Cierto es que la vieja guardia panista ya no existe. Menos en Coahuila donde quedan pocos ejemplos a seguir: Lorenzo Burciaga, Esther Quintana, Rogelio Carbajal, Juan Antonio García Villa, Alberto González Domene, Luis Rico y los finados Juan de Dios Castro, lagunero, y Carlos Paéz Falcón.
Hoy vivimos la degradación de un partido que siempre sustentó su acción política en los preceptos del derecho y la moral. ¿Se imagina usted si otro conservador ejemplar, el coahuilense Pablo Emilio Madero Belden, al dejar el PAN se hubiera ido al Partido Comunista? Se fue al Partido Demócrata Mexicano, del sinarquismo, nada irracional como el panismo en la “izquierda” de Morena, la de don “Tancredo” Guadiana, el “Niño azul”, José Ángel Pérez y el farsante Reyes Flores Hurtado.
Y decimos que son tancredos y farsantes por lo distante que están de la vieja guardia panista. Esa que tenía los rasgos distintivos del sabio griego, del profeta judío y del legislador romano. Aunque decirlo parezca una exageración.
Vea usted a los panistas de Reyes Flores y Guadiana. Dios nos libre que sea uno de ellos el que contienda por la gubernatura en el 2023. Puro cascajo. Son los conservadores ambiciosos dentro de Morena que criticó AMLO tras la derrota. Sin importarles el gran dolor de los mineros de Múzquiz, hoy festejan con grupos musicales su aventura electoral. Villanía sin grandeza. Miseria humana sin redención. No es derecha digna para Coahuila.