Derecho a la pachequés

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Derecho a la pachequés

La nota de la semana la dio la Suprema Corte de Justicia de la Nación -en realidad los cinco miembros de su Primera Sala- al conceder el amparo de la justicia federal a un club de mariguanos sin vocación para sembrar, cultivar, poner a secar, enrollar en carrujos, prender fuego y consumir la cannabis con todas las de la ley.

Interesante caso el de los miembros de la agrupación SMART, a saber, dos abogados, un contador y una activista social, quienes decidieron integrar la Sociedad Mexicana de Autoconsumo Responsable y Tolerante y, desde ahí, desafiar las defensas del Estado Mexicano en contra de la mota.

Ignoro si los ahora muy famosos integrantes de SMART han dado vida jurídica a la agrupación de la cual son miembros, pero resultaría muy interesante conocer el texto del acta constitutiva de la misma, específicamente el apartado relativo a sus fines.

Porque si, como su nombre lo plantea, se trata de una sociedad de “Autoconsumo” pues uno piensa de inmediato en la protección legal del “consumo” como uno de los propósitos de la agrupación. Quién sabe si lograrían el propósito de hacerlo en forma responsable y si, una vez en el viaje, eso los convirtiera en personas tolerantes… Pero han conseguido lo primero: conquistar la protección jurídica para el consumo de la verde.

Peculiar circunstancia la de esta agrupación, pues la Corte ha sido muy clara al emitir su veredicto: la sentencia no debe entenderse como un permiso extendido a todos los amantes de la grifa para, como diría mi carnal, el abogado Arredondo, “quemarle las patitas al diablo”.

Eso se traduce en al menos tres cosas:

Primera: El amparo concedido por la Corte es puntual en señalar el alcance del mismo: protege el consumo de la María con fines exclusivamente recreativos… pero sólo tienen derecho al recreo quienes lo tramitaron.

Segunda: En línea con lo señalado en el párrafo anterior, los integrantes de SMART pueden sembrar su motita, cosecharla y darle todo el tratamiento necesario para convertirla en apetitosos -para los consumidores- carrujos… ¡Pero no pueden rolarla con la raza! Están obligados a fumársela, todita, nomás ellos.

Tercera: Los amparados pueden cosechar su yerba, almacenarla e incluso cargarla consigo -para casos de emergencia-, pero no pueden venderla, donarla, intercambiarla, usarla para el trueque por otros bienes… no estamos muy seguros en esta columna si podrían empeñarla en alguno de los múltiples negocios dedicados a los préstamos express de cash.

Y nada de lo anteriormente señalado tendría mayor relevancia si no fuera porque los promotores del histórico amparo han realizado una aclaración muy pertinente: nunca le han pegado al churro… y no tienen interés en hacerlo.

Queda claro con esto la vocación fundamental de estos mexicanos de excepción: lo suyo, lo suyo, es tramitar amparos con fines exclusivamente recreativos, lúdicos.

Debido a tal circunstancia, si bien los fans de la alfalfa han festejado por todo lo alto la decisión de la Corte, pues no termina de caerles muy bien el veinte respecto de cuál es el rock de los promotores del autoconsumo responsable y tolerante… sin consumo.

Porque seguro entre los muchos entusiastas reunidos afuera del máximo tribunal del País el miércoles pasado, había un buen número de almas caritativas puestas y dispuestas para donar la semilla, ofrecerse voluntariamente para ir a regar el plantío, apuntarse para la pizca y, desde luego, ansiosos por prenderse al extremo apagado del primer carrujo bendecido por un fallo de la Corte Suprema.

¡Ese viaje habría sentado jurisprudencia!

Pero cuando más alborotados estaban los amantes de la dama de la ardiente cabellera, los ganadores de la pelea más taquillera de la temporada salieron con su domingo siete: cuando el respetable ya coreaba aquello de “¡presten pa’ andar iguales!”, los del SMART echaron la cubetada de agua fría… ellos -y ella- son abstemios de la greña.
Quienes vienen argumentando y empujando desde hace mucho tiempo para lograr la despenalización de la malva tienen un dilema serio: no saben si construirles una estatua o proceder a lincharles.

Aristas

Ya en serio, en este País necesitamos más agrupaciones como SMART, integradas por individuos capaces de pensar en términos de las libertades civiles y su defensa como estrategia privilegiada para hacer de la nuestra una sociedad realmente igualitaria.
Si a usted le gusta o no la mota es irrelevante: lo importante es tener claras las fronteras de la libertad y empeñarnos tercamente en mantenerlas ahí, es decir, en impedir su transgresión por parte del Estado.
¡Feliz fin de semana!

carredondo@vanguardia.com.mx
Twitter:@sibaja3