Del Saltillo de las carretas al de hoy

Usted está aquí

Del Saltillo de las carretas al de hoy

Hace mucho que dejaron de pasar las carretas por esta calle. Sigue siendo muy concurrida: pasan ahora, a veces con una velocidad digna de carrera de autos, decenas y decenas de estos a lo largo del día. Durante la etapa inicial de la pandemia, este año, Allende, que tal es su nombre, se veía desierta. Parecía remontarse a los años setenta del ¡ay! siglo pasado, y más atrás todavía, cuando la aparición de un automóvil era verdadera novedad.

Hay quienes recuerdan cómo, por el arroyo de la calle, allá por los años cuarenta del siglo 20, bajaban en patines sin que automóvil alguno les estorbara en su camino hacia el norte.

Las memorias de los viejos ayudan a recrear ese andar de carretas. Así, en una de esas residencias usadas seguramente como posadas. Patio al centro, las habitaciones alrededor conectadas unas con otras. Dos grandes zaguanes: el primero que daba acceso a la calle; el segundo, luego de atravesar el patio, permitiéndose así el acceso a uno de los cuatro o cinco patios del lugar. “Recuerdo a mi padre decir que en esta casa se conducían los caballos atravesando dos patios, para que pudieran abrevar y descansar las jornadas”, contaba un abuelo a su nieta, la que estrenaba hogar en los años sesenta del ido siglo 20.

La experiencia contada por este abuelo se daría seguramente a finales de siglo antepasado. Y de esa imagen, encontramos en las historias de los visitantes interesantes escenas del Saltillo de antes. Uno, consignado por Javier Villarreal Lozano en su libro “Los Ojos Ajenos / Viajeros en Saltillo, 1603-1910”, refiere su experiencia en nuestra ciudad en 1883.

El viajero llega a Saltillo muy poco tiempo antes de que arribara el ferrocarril. Por lo tanto, lo hace en diligencia. Un recorrido que le resulta muy incómodo por el descuido de los caminos, que califica como “verdaderamente intransitables”, en virtud de que todo estaba concentrado en la construcción de la vía férrea entre Saltillo y Monterrey.

En diligencia, hubo de viajar de una ciudad a otra, trece horas. Hay una descripción muy linda de lo que apreció en la ruta:

“Los elevados y pintorescos cerros, que en todo el camino se ven a derecha e izquierda, los hermosos sembrados de trigo y cebada, los plantíos de magueyes, así como las pequeñas corrientes de agua cristalina que los atraviesan, presentan a la vista del viajero a cada momento, paisajes encantadores”.

Las diligencias no tenían el halo romántico que se pintan en el emblemático Lejano Oeste inventado por Hollywood, señala el autor del libro, Javier Villarreal Lozano. Para otro viajero, de origen belga, Jules Leclercq, viajar en diligencia era una verdadera “novedad”. Se quejaba de lo estrecho que resultaban sus espacios para el número de viajeros que los ocupaban e incluso del costo del boleto, que era en ese entonces 30 pesos, pagando un extra de 18 por exceso de equipaje, lo cual le parecía un despropósito.

A este quejumbroso viajero le tocaría hacer un camino de cuatro días antes de alcanzar San Luis Potosí en una compañía, inicial, de nueve pasajeros.

Las carretas que se fueron y con ellas este tipo de viajeros. Hoy Saltillo luce una cara distinta: muchos autos, demasiados para el gusto de los que prefieren atmósferas bucólicas y no terminan por acostumbrarse a la “gran ciudad”.

Muchos siguen siendo los retos en esta dinámica, y aunque los tiempos idos están solamente de visita en estas líneas, ayudan a recobrar un poco del paisaje de entonces y sumergirnos en las imágenes de quienes prestaron su voz y sus impresiones.

CIENCIAS DE LA COMUNICACIÓN

¡Felicidades a la hoy Facultad de Ciencias de la Comunicación de la Universidad Autónoma de Coahuila, que llega este día a su 40 aniversario! Maravillosos años como estudiante de la inolvidable Sexta Generación “Vicente Leñero”; cuatro años de luminosas mañanas, maestros de nunca olvidar, siempre presente en la memoria las alegrías y las tristezas compartidas, que así compartidas establecieron y siguen estableciendo en las nuevas generaciones los lazos más fuertes. ¡Gracias por tanto!

¡Siempre unidos, Pericos!